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UNA MISIONERA VIOLADA EN GUATEMALA PIDE QUE EL GOBIERNO NORTEAMERICANO REVELE LA VERDAD DE LOS HECHOS.

17 de junio de 1996

Hace casi siete años Dianna Ortiz, una monja estadounidense, fue brutalmente violada durante una misión en Guatemala. Hoy Dianna aún está peleando para que las autoridades encuentren a los culpables.En 1987 la hermana Ortiz llegó al pueblo de San Miguel Huehuetenago para enseñar a leer y escribir a unos jóvenes guatemaltecos. Un año después de su estadía en este país, empezó a recibir cartas políticas con severas amenazas de muerte. La joven misionera nunca había participado en política, pero los expertos latinoamericanos creen que haber trabajado para los pobres pudo llamar la atención de las fuerzas derechistas, que en aquella época tomaban represalias. Al parecer también existía un vinculo muy estrecho entre la CIA y las fuerzas armadas de Guatemala.Lo cierto es que el 3 de noviembre de 1989, durante un retiro espiritual en el pueblo de Antigua, Ortiz fue secuestrada por dos hombres que la llevaron a la fuerza al depósito de una escuela militar en la ciudad de Guatemala. Las 24 horas que estuvo en cautiverio, los hombres la tuvieron colgada de las manos atadas con una cuerda, suspendida sobre un hoyo lleno de ratas y cuerpos humanos descompuestos. La interrogaron, la maltrataron, la quemaron 100 veces con cigarillos y abusaron sexualmente de ella.Al otro día uno de los hombres, aparentemente el jefe, se enteró por las noticias de que la monja era ciudadana norteamericana. Inmediatamente, nervioso y en un perfecto inglés, le prometió que la conduciría a la embajada de los Estados Unidos. Sin embargo, Dianna sospechó que podía ser un empleado de la CIA, y sin dudarlo un minuto se lanzó del carro y pidió ayuda en la embajada del Vaticano. Dos días después regresó a su casa en Nuevo México, completamente traumatizada y con problemas de memoria.A pesar de los siete años de terapia en el Centro Médico de Chicago para víctimas de torturas, la hermana Ortiz aún no ha recuperado su memoria, y las pesadillas en vez de cesar, son cada día más fuertes. Todas las noches revive el momento de la tortura. Según sus familiares se pasa horas sentada en una silla, cubierta con cobijas y mirando al infinito.Pero su estado psicológico no le ha impedido insistir en la búsqueda de los criminales que hace 7 años le hicieron tanto daño y hoy siguen en libertad. Dianna ha vuelto a Guatemala en cuatro ocasiones, para presionar en el proceso de la investigación que se lleva a cabo en ese país. También inició una protesta frente a la Casa Blanca en Washington, pidiendo que todos los documentos relacionados con violaciones en Guatemala sean divulgados al público. Un funcionario de la embajada de los Estados Unidos en Guatemala afirma que el caso de la misionera está siendo investigado, y que este tipo de problemas fueron frecuentes en la época de la guerra fría. La misionera sin embargo alega que no es un problema político sino cuestión de dignidad humana. Ella quiere saber la verdad.