Home

Gente

Artículo

Controversia

Terminó la agonía

Luego de 15 años en estado vegetal murió Terri Schiavo, la mujer que se convirtió en el centro de un debate sobre el derecho a la vida y a la muerte.

3 de abril de 2005

El 18 de marzo empezó la cuenta regresiva para Terri Schiavo. Ese día, por orden de un tribunal de la Florida, se hizo realidad el deseo de su esposo Michael Schiavo cuando a la mujer de 41 años, que había permanecido 15 en estado vegetal, le desconectaron el tubo por el cual la alimentaban. Para él esta medida le brindó a su esposa el derecho a morir dignamente. En cambio, para Robert y Mary Schindler, padres de Terri y fervientes católicos, se trató del asesinato de su hija, lo que han descrito como "un homicidio judicial". Estas perspectivas opuestas no sólo enfrentaron a Schiavo con los Schindler durante siete años de batallas legales sino a un país que en las últimas semanas volcó todo su interés en la mujer de mirada perdida. Rodeada de muñecos de peluche y fotos familiares, esperaba su muerte en un cuarto de un hospital para enfermos terminales, en Pinellas Park, Florida, la que finalmente llegó 13 días después de serle retirada la sonda. Por su tragedia ella se convirtió en el símbolo de la lucha entre el derecho a la muerte y a la vida. Y en la protagonista de un caso sin precedentes en el que metieron mano desde el gobernador de la Florida Jeb Bush hasta su hermano, el presidente de Estados Unidos, y el Congreso, en una decisión que suele ser de carácter privado y familiar.

Quizá para su fortuna Terri Schiavo no fue consciente de la polémica que generó. Los médicos describieron su estado como vegetativo persistente, una condición que se define por la pérdida de las funciones neurológicas cognitivas y del ambiente, aunque el paciente conserve otras funciones y movimientos reflejo como mover los ojos y sonreír. Por eso, aunque podía respirar por sí misma, no podía pasar ni agua ni alimentos. A pesar de que Terri recibió pequeñas dosis de morfina, los especialistas también aseguraron que su cerebro no era capaz de procesar el dolor y que tendría una muerte tranquila. "Yo les aseguro que mi hermana no está muriendo calmada y pacíficamente", expresó en días pasados Bobby Schindler. Aseguró que era tan dramático su deterioro que aconsejó a sus padres no visitar a su hermana. La familia de Terri no se cansó de repetir que ella sí respondía a estímulos, reconocía a sus seres queridos e incluso que trataba de hablar para suplicar por ayuda. Para ellos, a su hija la mataron de inanición.

Lo irónico de esta historia es que la tragedia de Terri Schiavo comenzó precisamente por un desorden alimentario. Teresa Marie Schindler fue una joven tímida que sufrió de sobrepeso. Con 1,60 de estatura llegó a pesar 100 kilos, pero luego de someterse a una dieta logró bajar más de 50. En 1984, cuando estudiaba en una universidad de Pensilvania, conoció a su primer y único amor: Michael Schiavo, con quien se casó a los pocos meses. "Ella tenía esa presencia, esa aura que te atrae", recordó Michael en una entrevista para la cadena de televisión CNN. Él llegó a ser como un hijo para los Schindler, al punto que cuando la familia se trasladó a la Florida, los recién casados se mudaron con ellos. En ese entonces ella trabajaba en una compañía de seguros y él, administraba un restaurante. Todo parecía perfecto, pero Terri no había dejado atrás su obsesión por el peso.

Scott Schiavo recuerda una reunión familiar en la que quedó asombrado por la cantidad de comida que su cuñada se había servido. "Yo le pregunté cómo podía comer tanto y ser tan delgada, y ella respondió sonriendo: 'Buen metabolismo". En realidad, Terri sufría de bulimia, por lo que se forzaba a vomitar luego de cada comida. Sin embargo, su esposo asegura que para él los síntomas nunca fueron evidentes.

La mañana del 25 de febrero de 1990 Michael la encontró tendida en uno de los pasillos de la casa. Los médicos determinaron que la joven de 26 años había sufrido un ataque cardíaco producido por una deficiencia de potasio, consecuencia de sus problemas alimentarios. La falta de oxígeno produjo irreparables daños cerebrales.

Hasta entonces nada había cambiado entre los Schindler y su yerno. Michael empezó a estudiar enfermería para cuidar mejor de su esposa y según algunos documentos judiciales, fueron sus suegros los que lo impulsaron a salir con otras mujeres. A finales de 1992 comenzaron los problemas, al parecer por dinero. Michael demandó a un ginecólogo que había visto a Terri para un tratamiento de fertilidad, argumentando negligencia pues no diagnosticó el desbalance en el potasio. Un jurado le otorgó una indemnización por un millón de dólares. De esa cantidad, 700.000 eran para los cuidados de su esposa y el resto, para él. Mientras los Schindler aseguraban que Michael nunca utilizó la suma para buscar nuevos tratamientos, éste replicaba que sus suegros sólo estaban detrás del dinero.

La situación empeoró cuando dos años más tarde Terri tuvo una infección en las vías urinarias y su esposo siguió la recomendación de los doctores de no tratarla. Los Schindler empezaron a luchar por obtener la tutela legal de su hija, argumentando que Michael había formado un nuevo hogar con Gloria Centonze (con quien actualmente tiene dos hijos), la trabajadora de un establecimiento dedicado al cuidado de enfermos que le prestó sus servicios a Terri. Alegaron también que antes de sufrir el colapso, él la golpeaba, acusación que no pudo ser probada. Recientemente, Michael declinó dos ofrecimientos de particulares, uno de un millón de dólares y otro de 10 millones, para que cediera la custodia de Terri a sus padres. Él no aceptó, asegurando que su único deseo era cumplir con la voluntad de su esposa, quien según él alguna vez le habría manifestado: "Nada de tubos para mí".

En 1998 Michael Schiavo solicitó por primera vez autorización judicial para retirarle la sonda. Desde entonces el caso pasó por 19 jueces en seis cortes, y el tubo fue removido en tres ocasiones. A la tercera venció Michael. No valió que el Congreso interviniera con la sanción de una nueva ley que habilitaba la revisión de la decisión por un tribunal federal ni que el presidente George W. Bush suspendiera sus vacaciones para firmar esta legislación a la una de la madrugada.

Aunque su esposo insista en que cumplió con su deseo y sus padres digan lo contrario, la verdadera voluntad de Terri Schiavo nunca se sabrá. Lo que sí es casi seguro es que la tímida Terri nunca hubiera querido convertirse en una celebridad a costa de una tragedia que enfrentó a sus seres más queridos.