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TOP MODEL

Una bogotana de 19 años del colegio Nueva Granada triunfa como modelo a nivel mundial.

30 de junio de 1997

Así como en el boxeo existen peso pesado, peso mediano y peso pluma, las modelos exitosas en el mundo se clasifican en tres categorías. La cúspide de esta profesión de glamour y dólares le pertenece a un exclusivo grupo de supermodelos en el que hay tres reinas indiscutibles: Claudia Schiffer, Cindy Crawford y Naomi Campbell. Ellas monopolizan los más grandes contratos y las portadas de las más prestigiosas revistas y reciben anualmente sumas astronómicas que llegan hasta los siete millones de dólares al año. En un escalón más bajo estaría una segunda categoría, integrada por modelos de gran trayectoria, mucho reconocimiento, con contratos no tan exorbitantes como los anteriores pero sin duda bastante jugosos, del orden de los tres millones de dólares anuales. En esa categoría están Elizabeth Hurley _la novia de Hugh Grant_, Jennifer Flavin _la esposa de Sylvester Stallone_ y centenares de otras modelos que si bien han alcanzando un lugar alto en su carrera no han llegado a convertirse en mitos como las anteriores. Finalmente está la tercera categoría, compuesta por modelos muy jóvenes que aunque no han llegado a estos niveles estratosféricos ya han logrado la hazaña de sobresalir y se perfilan como herederas de las anteriores. Una colombiana es la líder de esa categoría y según los expertos tiene todas las condiciones para ingresar a las ligas mayores. Se trata de Paula Ospina Neira, una bogotana de 19 años, modelo exclusiva de la casa Ford desde hace más de cuatro, a quien la revista W, una de las más destacadas en el campo de la moda en Estados Unidos, proclamó hace poco como la modelo más bella en el negocio actualmente. Y esa revista no es la única que lo dice. Muchos expertos en el tema también lo afirman. "Paula es una de nuestras tres modelos más cotizadas", dijo a SEMANA Katie Ford, la heredera de la casa más exclusiva de modelos en el mundo. "Es una de las modelos más integrales porque además de ser muy hermosa y fotogénica tiene la más increíble personalidad. Posee uno de los rostros más lindos que haya visto en los últimos años", dijo Ford. Y que esto lo diga la directora de una agencia que le hace casting a 61.000 modelos al año para escoger solo 30 y por cuyas filas han pasado figuras de la talla de Lauren Hutton, Christie Brinkley, Candice Bergen y Brooke Shields, sin duda es una afirmación con mucho peso. ¿Pero cómo llegó esta jovencita bogotana del colegio Nueva Granada a disfrutar del exclusivo y competido mundo del modelaje internacional? Todo empezó casualmente hace cuatro años en una noche parisiense en el restaurante La Coupole, en Montparnasse. La adolescente Paula Ospina, entonces de 15 años, se encontraba de vacaciones visitando a su hermana Ilana. Una noche cualquiera salieron a comer a ese restaurante en compañía de un amigo de su madre, la relacionista pública Diana Neira. En medio de la velada salió a hacer una llamada telefónica sin percatarse de la mirada de un hombre mayor que la observaba desde otra mesa. Era nadie menos que el modisto Jean Paul Gaultier, quien no pudo resistir la tentación de preguntar quién era esa linda jovencita. "Si no es una modelo debería serlo", dijo a sus acompañantes. Con ese espaldarazo Paula _que escuchó esos comentarios_ se animó a hacer su primer casting en la agencia Ford en París. Aunque tenía todas las condiciones de modelo, por su corta edad no alcanzaba los 1,70 de estatura, lo mínimo exigido para estos trabajos. A pesar de esta limitación las directivas de la agencia la aceptaron y en menos de una semana Paula ya tenía un contrato bajo el brazo con la revista Glamour, de Italia, lo cual la animó para seguir trabajando en el negocio. Durante los siguientes dos años Paula continuó viviendo en Bogotá y estudiando su bachillerato en el colegio Nueva Granada, pero cada verano viajaba a París a trabajar en contratos con revistas de moda de toda Europa. En 1994 la agencia Ford le recomendó que si quería volverse una verdadera profesional debería establecer su residencia en París. Fue así como interrumpió sus estudios para meterse de lleno en el mundo del modelaje. Y aunque no se arrepiente de esta decisión, aún añora poder terminar los dos años de estudios que le faltan para recibir su diploma de bachiller.Desde entonces las cosas le han salido a pedir de boca. Modelo exclusiva de la firma Panthene en Europa y de Evian en Francia, sus fotos han estado en las páginas de revistas como Elle, Mademoiselle, Health Fitness, Marie Claire, Cosmopolitan, Amica, para nombrar solo algunas. El verano pasado una fotografía suya de tamaño natural estuvo en los anuncios de Printemps de todas las estaciones del metro de París. Fotógrafos tan importantes como Oliverio Toscani, de Benneton, Paolo Roberti, Ruven Afanador, Rico Pullman y Arthur Elgord la han escogido como niña mimada de sus cámaras. Sin embargo, para la ascendente carrera de Paula Ospina, París le quedó pequeña. En enero trasladó su residencia a Nueva York, la gran Meca de la moda en la actualidad. Este paso en su carrera ha sido definitivo y su popularidad se ha disparado. Si en París se daba el lujo de tener un contrato semanal en Nueva York atiende hasta tres compromisos en el mismo tiempo. Dentro de sus contratos más recientes está una gran campaña de televisión para Panthene y una serie de avisos para el perfume de Yves Rochas en París. En este mes de junio aparecerán sus fotografías simultáneamente en publicaciones como Cosmopolitan, Amica y la revista D. Sus honorarios, por supuesto, se han incrementado notoriamente. En la actualidad lo mínimo que Paula recibe por cada trabajo son 3.000 dólares y los contratos que una modelo de esta categoría recibe son entre dos y cinco al mes. Para cumplir con estos compromisos Paula ya no se baja de un avión. Una semana suya puede empezar en San Francisco, continuar en Milán y terminar en Kenya. Este año ya ha hecho sesiones de fotografía en Tahití, Tokio y Budapest, y no pasa un mes sin que tenga que viajar a una ciudad europea.Aunque llegar a estas grandes ligas del modelaje es un sueño que muy pocas colombianas pueden acariciar, no todo es color de rosa en la vida de Paula, pues ha tenido que lidiar en uno de los negocios más agresivos y competitivos. Ella, una mujer tradicional y espiritual que no cambia una hora de lectura por un evento social, tiene que estar en un mundo en el cual corre la droga, hay acoso sexual a granel y todo es permitido para alcanzar la fama y el dinero. "Yo veo todo eso. El fotógrafo coqueteándole a uno, los modistos manipuladores, las niñas tratando de llamar la atención de cualquier forma que les ayude a ascender, el homosexualismo", dice. Sin embargo aclara que el perfil de las modelos de la agencia Ford es muy alto y el trabajo es muy profesional. Paula ha sabido lidiar con su recia personalidad todos estos problemas. El vivir sola a los 19 años en una ciudad como Manhattan la ha hecho más responsable y no se ha tragado el cuento de la fama. En efecto, se da cuenta de que se trata de un mundo ficticio. "Nada es real. Trabajamos 24 horas al día con un equipo de fotógrafos que hoy te adoran y mañana llega una niña nueva y no te dicen ni adiós", comenta.Aunque no se caracteriza por llevar una vida escandalosa a esta modelo no le faltan los pretendientes. Acaba de finalizar una relación con un hombre de 37 años y por el momento no le desagrada la idea de vivir sola. "Hay muchos hombres pero con muy pocos mantengo contacto. No me gustan las relaciones fugaces".Aunque diseñadores, fotógrafos, agencias de modelos y revistas le apuestan a ojo cerrado a un futuro promisorio como modelo, lo más paradójico es que Paula no tiene su meta puesta en esta carrera. "No estoy tratando de ganar dinero ni de ser famosa. Mi educación fue para otra cosa. Mi verdadera vocación es la música y espero triunfar en ese campo". Ese futuro aún está por verse. Por ahora lo único cierto es que Paula, con sus medidas y estatura, es una de las privilegiadas mujeres en tener el factor X, ese nosequé indescriptible que solo poseen muy pocas mujeres en el mundo y que todas envidian.