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UN CURA QUE ESTA EN TODO

Monseñor Darío Castrillón, controvertido desde tiempo atrás, sigue agitando la marea.

9 de agosto de 1993

SEGUN TODAS LAS ENCUESTAS LA IGLESIA esta perdiendo liderazgo en Colombia. Paradójicamente, sin embargo, algunas de sus cabezas están desempeñando un papel más activo en la vida nacional. El símbolo de este fenómeno en el país se llama Darío Castrillón Hoyos, arzobispo de Bucaramanga.
Monsenor Castrillón se caracteriza por sus opiniones polémicas y críticas directas que le han generado aura de controversia. Lo cierto es que es el único prelado colombiano que siempre se ha situado en el ojo del huracán. Mientras estuvo a la cabeza de la diócesis de Pereira y cuando se desempenó como secretario y presidente del Celam, jugó un papel protagónico en los diálogos con la guerrilla que realizó el gobierno de Betancur. Se le considera también pieza fundamental en el caso del secuestro de Alvaro Gómez y el retorno del M-19 a la vida civil.
Pero su nombre adquirió mayor resonancia cuando se fue de arzobispo a Bucaramanga. La misión pastoral en esa región comenzó con mucho bombo: su primer contacto con el pueblo santandereano fue a través de un discurso politico digno de cualquier cacique de pueblo. Poco después, en respuesta a una carta del guerrillero Gerardo Bermúdez, alias Francisco Galán, el prelado se reunió con él en su celda, despertando otra vez uno que otro comentario. A principios de año monsenor anunció que serviría de mediador en una posible nueva entrega de Pablo Escobar a la justicia. Pero aunque declaró que estaba dispuesto a correr cualquier riesgo hasta dejar al jefe del cartel de Medellín en la puerta de la cárcel de Itaguí, Escobar no se entregó.
Después, desde el púlpito, encabezó la oposición contra la ley de divorcio y fue uno de los principales promotores de la campaña "Católico vota católico", que buscaba convocar a un referendum en contra del fallo de la Corte Constitucional que invalidó parte del articulado del Concordato. Y según se conoció recientemente, estuvo visitando algunos campamentos guerrilleros porque el cura Manuel Pérez, jefe máximo del ELN, le pidió que interviniera en la reanudación de los diálogos.
No a todo el mundo le parece que la Iglesia deba estar comprometida con tantas cosas. El Gobierno, por ejemplo, se muestra poco complacido con la intervencion de la Iglesia en procesos delicados que se estan manejando desde la Casa de Nariño. En lo que se refiere a las negociaciones con el narcotráfico y la guerrilla, los roces entre el clero y el Gobierno han tenido como principal protagonista a monseñor Castrillón, quien actúa sin la autorización previa de las autoridades gubernamentales.
Todo esto le esta generando a monseñor Castrillón tantos detractores como admiradores, pero lo cierto es que él sigue adelante con la que considera su misión pastoral.