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Un dios

Para la mayor parte de Occidente, Felipe de Edimburgo, el príncipe consorte y esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, es un personaje que no merece mucha atención.

16 de junio de 2007

Para la mayor parte de Occidente, Felipe de Edimburgo, el príncipe consorte y esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, es un personaje que no merece mucha atención. Sus affaires extramaritales le han dado algo de bombo dentro de la prensa del corazón, pero es claro que en el Palacio de Buckingham es ella quien lleva los pantalones. Por eso sorprende que en unas cuantas aldeas de Tanna, una de la islas de Vanuatu en el Pacífico Sur, este hombre sea venerado como un dios. Según los nativos, desde tiempos inmemoriales ha existido una leyenda “sobre el hijo de un espíritu de la montaña que se aventura sobre los mares en la búsqueda de una poderosa mujer con quien casarse”, según reportó BBC Mundo. Cuenta el mito que el dios tiene la piel blanca. Con el tiempo, las tribus comenzaron a asociarlo con el príncipe Felipe, quien sabe que en ese país lo veneran y ha visitado las tribus. Además, el esposo de la reina se cerciora de mandar sus fotos oficiales enmarcadas para que sean colocadas en sus altares.