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UN HOMBRE LLAMADO ARNOLD

Aunque muy pocos daban un peso por su cerebro, Arnold Schwarzenneger es el ídolo norteamericano del momento.

25 de junio de 1990

Hace siete años era tan sólo un ejemplar de exposición, hoy encarna el sueño americano. La semana pasada, dos de las grandes revistas norteaméricanas, Time y Vanity Fair le dedicaron sus carátulas. Y el motivo no era esta vez una nueva y taquillera versión de "Conan, el bárbaro". El presidente Bush acaba de nombrarlo presidente del Consejo de Cultura Física. Austriaco de nacimiento, y nacionalizado en los Estados Unidos, en un país que rinde culto a la figura no es de extrañar que Arnold Schwarzenneger se haya convertido en el ídolo del momento. Incluso nadie descarta que el nuevo cargo se convierta en su plataforma de lanzamiento político.

Al parecer, ese gigante de dos metros ha demostrado que su verdadera fuerza no reside en sus músculos. Schwarzenneger es tan firme en sus decisiones como grande de tamaño. En menos de una década, su popularidad se ha extendido por todo el mundo y sus películas le han reportado más de mil millones de dólares de utilidades. Pero sus intereses no se han limitado a ser una más de las estrellas de Hollywood. A pesar de su imagen de hombre-músculo, por cuyo cerebro nadie daba un peso, logró convertirse también en el esposo de una Kennedy, en uno de los poderosos de la finca raíz en el sur de California y, ahora, en el zar del gobierno norteamericano en materia de educación física.

Aunque, sin duda, su matrimonio le dio un impulso, hay que reconocer que antes de conocer a María Shriver, ya era amigo íntimo de los Kennedy. Fue Jacqueline la primera del clan en caer subyugada por la "encantadora personalida" que se escondía detrás de esa masa de músculos. Y quienes lo conocen señalan que Arnold Schwarzenneger no responde a la imagen de las películas que lo han hecho famoso. Según las publicaciones que hoy se disputan sus entrevistas, "es un hombre trabajador, disciplinado, accesible y tolerante, que no se niega nunca a firmar un autógrafo o a responder una pregunta". Y aunque nada de lo que dice es particulamnente profundo, la verdad es que ese superhombre se enfrenta a todos los temas con un gran sentido común, no importa si se trata de hablar de su carrera, de su fama, de sus tendencias republicanas o de su pequeña hija Katherine Eunice. Pero, ante todo, sabe burlarse de sí mismo. Sin duda se da cuenta de que cuando se posee un cuerpo descomunal es necesario tener sentido del humor. Y esta simpatía le ha abierto muchas puertas.

Esencialmente, Schwarzenneger es un vendedor nato. No importa si se trata de vender su última película o la necesidad de mantener un buen estado físico, en todos los casos lo hace con convicción. Aunque obtuvo un grado en economía, su sentido del mercadeo parece ser una característica natural. Y su fuerza está en la seguridad que le da el haber alcanzado todas sus metas.

Su primera cruzada fue, desde luego, el fisicoculturismo. Hasta la aparición de Schwarzenneger, esta disciplina estaba confinada a un status de quinta categoría. Se pensaba que eso era material para trucos de circo o interés para pervertidos. El hizo cambiar la opinión de la gente, el tema se volvió casero, el trabajo por tener un buen estado físico se convirtió en virtud y, posteriormente, en la obsesión norteamericana.

Como cualquier Charles Atlas, su interés por el cuerpo empezó desde que era niño, en Graz, un pueblo de Austria. "Me metí en este cuento desde que tenía 15 años. Un día me quité la ropa y me puse frente a un espejo. Cuando me vi desnudo, me di cuenta de que para ser perfectamente proporcionado necesitaba brazos de 50 centímetros para que hicieran juego con... el resto". Desde entonces empezó a soñar con el exito y con Norteamerica. Cinco años más tarde obtuvo la primera recompensa: ganó el título de Míster Universo. Cuando era una sensación en Europa, en 1968, Schwarzermeger decidió viajar a los Estados Unidos, para participar en un concurso en Miami. Y aunque estaba seguro de ganar, perdió. Sin embargo, uno de los principales promotores norteamericanos del fisicoculturismo, Joe Weider, le echó el ojo y lo invitó a Los Angeles. "Me encantó California -dice- y por eso decidí instalarme allí. No había alternativa. Lo que yo quería ser en la vida estaba hacia adelante, y Austria tenía que quedarse atrás, en el pasado".

Una vez en California, empezó a entrenar como un loco. También se puso a estudiar. Weider lo puso a escribir artículos sobre el tema y a posar para fotos. (Actualmente ha escrito cuatro libros sobre fisicoculturismo.) En su especialidad, Schwarzenneger llegó a ganar siete títulos de Míster Olimpo, el título más prestigioso para el desarrollo corporal, y otros tantos como Míster Universo. Se convirtió en un dios. En 1972, durante uno de los concursos, Charles Gaines y George Butler le propusieron hacer un libro y una película titulados "Pumping Iron".

Con este proyecto Schwarzenneger entró de lleno en el mundo de la farandula y se convirtió en el preferido de la alta sociedad y del Andy Warhol set. Incluso participó en una exhibición de "arte vivo" en el Museo Whitney, donde posó desnudo al lado de proyecciones de grandes obras de arte -de Miguel Angel y Rodincon el fin de dar una respuesta a la pregunta: ¿Es este el cuerpo ideal hoy? Fue en uno de los almuerzos de Warhol cuando conoció a Jacqueline Kennedy, quien salió encantada con la personalidad de ese gigantón que para cumplir su misión de dar a conocer el fisicoculturismo, no había charla en la que no sacara a colación comparar su afición por el estado físico con el sexo, diciendo que era "mejor que un orgasmo", pero que también dedicaba parte de su tiempo a dar gratuitamente clases de gimnasia en una carcel de mujeres. Su objetivo era convertir el fisicoculturismo en tema de primera página, y por eso apuntó hacia los excéntricos, que le dieron cierto status. "Andy Warhol me tomó cientos de fotos con su Polaroid, y un día cualquiera cuando llegué a su estudio, lo encontré con un puñado de tipos montados unos sobre otros, a quienes les fotografiaba los traseros mientras decía que eran paisajes. Yo me dije: "Está bien. Lo que sea".

Interesado en alcanzar mayor audiencia, su meta era llegar al cine. Aunque ya había hecho su debut en "Hércules va a Nueva York", bajo el seudónimo de Arnold Strong, la película había sido un desastre. Como no quería cometer el mismo error dos veces, de ahí en adelante siempre buscó obtener mejores partes que respaldaran su nombre en letras de molde. Con la ayuda de Charles Gaine, obtuvo un papel en "Stay Hungry", dirigida por Bob Rafelson. La película salió justo antes de "Pumping" Iron, lo cual significó un hit. Por esos días, Schwarzenneger oyó que el productor Dino De Laurentis estaba haciendo una película sobre Flash Gordon y pensó que él era el adecuado para ese papel. Pero el encuentro con De Laurentis no fue muy afortunado, y luego de una agria discusión salió del estudio sin el papel. Pero cuando De Laurentis quiso producir "Conan, el barbaro", el director John Milius insistió en la presencia de Schwarzenneger. Se limaron asperezas y no sólo lograron una buena relación, sino que trabajaron en dos películas más: "El regreso de Conan" y "Conan, el destructor". Así lo hizo tambien con Lawrence Gordon en "Comando" y "Depredador". Posteriormente, su popularidad le valió ser nombrado por la Asociación Americana de Teatro como la "Estrella del año". La mayoría de las películas ha sido exito de taquilla "Danko", "Terminator", "Stay Hungry", pero aun los fracasos, como "Sonia la roja", no lo desaniman. Es la filosofía que aprendió en el gimnasio. "Cada día uno vuelve y repite los ejercicios una y otra vez, hasta que los hace bien", afirma.

Hoy Schwarzenneger parece ser la versión buena de sus personajes en el cine. La opinión de quienes lo conocen es que su buena índole lo convirtió en estrella. El, por su parte, asegura que parte del éxito se lo debe a su filosofía de mantenerse en la ofensiva. Esto fue precisamente lo que hizo recientemente, cuando salió a luz publica una biografía escrita por Wendy Leigh, en la que lo presenta como un simpatizante de los nazis, por su amistad con Kurt Waldheim. El periódico más sensacionalista y de mayor circulación en los Estados Unidos, el National Enquirer,anticipó hace unos meses algunos jugosos cuentos. "La historia salió cuando yo estaba dando una conferencia sobre salud y estado físico en Nueva Orleans -cuenta Schwarzenneger-. Pensé que tenía que tratar el tema y lo mejor era hacerle frente con un chiste sobre el asunto. Entonces le dije al auditorio que agradecía su presencia, porque eso significaba que no todo el mundo leía el "National Enquirer". La gente se rio. A continuación expliqué, para aquellos que no sabían de que se trataba, que yo acababa de aparecer en la carátula y que debía ser honesto: "Ellos me llaman asesino y me acusan de traición, ¿pero se fijaron en la foto que utilizaron? ¡Que se vayan al diablo!, exclamé. La audiencia estalló en carcajadas... Para cada golpe hay una defensa", afirma convencido sobre la eficacia de su filosofía de la vida.

Y como nunca baja la guardia, ahora se prepara para el estreno de su última producción, "Total Recall" ,y trabaja en una nueva película, "Kindergarten Cop", dirigida por Ivan Reitman, el mismo director que lo llevó a incursionar por primera vez en la comedia, en "Gemelos", con Danny DeVito. "Cuando se tiene un físico como el mío, se piensa que solamente se puede ser un actor de películas de acción. Sin embargo, siempre había querido cambiar de estilo", señala el actor. La película fue un éxito en los Estados Unidos, donde se vendieron diez veces más entradas que para "Rambo III".
Pero si el actor ha pensado cambiar de estilo, lo cierlo es que la industria cinematográfica piensa otra cosa. Los productores de la última epopeya de Schwarzenneger -"Total Recall"- recuperaron los 60 millones de dólares presupuestados para la película, vendiendo en el exterior los derechos de video aun antes de que la película entrara a producción. Hollywood ha encontrado un nuevo y rentable héroe y la mina aún no esta agotada. La prensa no se cansa de repetir que Stallone ha sido eclipsado. El cine músculo tiene un nuevo mito: Arnold Schwarzenneger. Y, al parecer, el nuevo superhombre todavía librará muchas guerras por el mundo, porque la fórmula ha demostrado que puede dar utilidades millonarias. Para este ambicioso austriaco ahora todo marcha sobre ruedas: el estado físico, el matrimonio, la paternidad, el cine, la fama, las finanzas y, seguramente, su ambición lo llevará a intentarlo también en la política. Porque si su musculatura lo convirtió en ídolo del cine "de acción", ahora desde el pedestal de Hollywood, aparece también como el símbolo, de carne y hueso, del sueño americano.--