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UN ROLO EN ESTOCOLMO

Un bogotano que se fue a Suecia hace 11 años, terminó elegido concejal en Estocolmo.

14 de noviembre de 1988

"Nadie es profeta en su tierra". Este es el lugar común que se utiliza cuando se habla de alguien que ha tenido éxito en el exterior. A Juan Fonseca Bueno, este dicho si que le cae como anillo al dedo.
Es un bogotano de 34 años, de quien sus compañeros de la Universidad Jorge Tadeo Lozano apenas si se acuerdan. Pero ha logrado reconocimiento fuera del país, no propiamente por ganarse premios de montaña o por noquear a sus contendores en un ring, sino por haber logrado una curul en el concejo de Estocolmo. La posición se la ganó con más de 30 mil votos de seguidores del Partido Socialdemócrata de Suecia, cuyo ideario Fonseca se ha encargado de difundir, justamente en la meca del socialismo democrático.
Juan Fonseca es uno de tantos colombianos que han salido del país en busca de mejores oportunidades. Llegó a Suecia hace 11 años, según le dijo a SEMANA desde Estocolmo, "tratando de encontrar una mayor cualificación personal, profesional y política". Atendiendo los consejos de un hermano que vivía allí e interesado por el desarrollo político en los países nórdicos, decidió hacer maletas y viajar a buscar suerte en el país escandinavo. Alli comenzó su vida laboral en una emisora de radio de una población llamada Kista, para pasar después a ser obrero industrial. Casi de inmediato se afilió a la Unión de Trabajadores Metalúrgicos, con cerca de 700 afiliados, donde pronto se destacó como activista que alternaba sus tareas con los estudios de microelectrónica. Poco a poco fue ascendiendo a posiciones directivas e involucrándose cada vez más en las actividades del movimiento obrero sueco.
El ascendiente del Partido Socialdemócrata sobre el movimiento obrero lo llevó muy pronto a tomar la decisión de convertirse en militante y a adquirir responsabilidades directivas dentro del partido.
La mezcla político-sindical más el ingrediente de su condición, hicieron que le dedicara especial atención a las políticas del partido sobre los extranjeros residentes en Suecia. Ningún caldo de cultivo mejor para su trabajo político que el mismo barrio en donde ha vivido, el Rinkeby, compuesto básicamente por inmigrantes.
Allí fue nombrado presidente de la asociación de ese distrito y encargado, además, de la recuperación del barrio. Rinheby es algo así como la Candelaria de Bogotá y en este momento Fonseca ha logrado que el Estado sueco le asigne un presupuesto cercano a los mil millones de coronas (alrededor de 50 mil millones de pesos) para tales efectos.
Pero tal vez la actividad política más significativa y que le mereció el respaldo de los cerca de 30 mil electores que votaron por él en las pasadas elecciones, fue la campaña antirracista que realizó a nivel nacional en 1985. Cuando en toda Europa se despertó una oleada xenófoba que llegó incluso a encontrar algunos seguidores en Suecia, Fonseca se inventó un escudo en forma de mano con una leyenda que decía: "No toques a mi hermano". La campaña tuvo tanto éxito que logró vender cerca de un millón de escudos y prácticamente erradicó los brotes racistas que habían hecho su aparición en ese país. A partir de ese momento, Fonseca trascendió los límites estrechos de su barrio y sus labores organizativas comenzaron a dar resultados. Fundó la Folket Hus (Casa del Pueblo) en su distrito y esta se ha convertido en la práctica en su fortín político.
Pero las inclinaciones políticas y socialistas de Juan Fonseca no surgieron en Suecia. Desde sus épocas de secundaria se perfiló como dirigente estudiantil. Hizo parte de los círculos de estudio que impulsaba la JUPA (Juventud Patriótica) del MOIR y posteriormente, cuando ingreso a la universidad, participó activamente en las jornadas universitarias que caracterizaron los primeros años 70. Hacia mediados de la década y aburrido con las tendencias extremas que se apoderaban cada vez más de la izquierda, tomó vuelo atraído por las posiciones centristas que se gestaban en Europa.
Tienne un hermano en Tokio que se desempeña como ejecutivo de la firma Usuzu-Motor. Otros dos viven en las Islas Canarias. Y una de las hermanas viajó la semana pasada al Japón, donde se establecerá con su otro hermano. De esta manera, la familia de doña Saida Bueno viuda de Fonseca, quien fue madre de 14 hijos, de los cuales viven 10, está en su mayoría por fuera del país. Pero ella afirma que "no se puede estar triste cuando se tiene un hijo que en menos de tres años puede pertenecer al parlamento sueco".-