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Como en todas las películas de Baz Luhrmann, las escenas de su versión de ‘El gran Gatsby’ están atiborradas de excesos. Además, se toma licencias arriesgadas con personajes como Daisy Buchanan (Carey Mulligan) y Nick Carraway (Tobey Maguire). | Foto: AFP

VERSIONES

Una floja versión de Gatsby

La nueva película del clásico de F. Scott Fitzgerald ha sido un éxito de taquilla, pero la crítica, que la recibió con muchas dudas, insiste en que ni esta ni las versiones anteriores le hacen honor a la novela. Las razones para ello son múltiples.

25 de mayo de 2013

“Cuando era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo”. Así empieza El gran Gatsby, la novela de F. Scott Fitzgerald considerada una de las mejores novelas estadounidenses del siglo XX. El comienzo de la nueva versión cinematográfica es exactamente igual, pero justo después comienza a alejarse del original. 

En el texto el papá le dice: “Siempre que sientas deseos de criticar a alguien, recuerda que no a todo el mundo se le han dado tantas facilidades como a ti”. Pero en la película la frase es distinta: “Siempre intenta ver lo mejor de la gente”. La diferencia no es abismal, pero sí avisa lo que le espera al público si piensa demasiado en la obra literaria al ver la cinta.  

El australiano Baz Luhrmann, famoso por películas ostentosas y llenas de color como Moulin Rougel, volvió al cine con un espectáculo de derroche en su versión de El gran Gatsby, estrenada en Colombia hace pocos días. Igual que en el libro, la cinta relata los esfuerzos del misterioso millonario Jay Gatsby por recuperar a Daisy Buchanan, la mujer de su vida que se casó con otro. 

Sin embargo, su apuesta es más arriesgada: el director recreó la Nueva York de los años veinte en tercera dimensión, sustituyó el jazz por el hip hop en la banda sonora y optó por planos imposibles y movimientos fantásticos de cámara. Todo eso tiene encantado al público, sobre todo a los más jóvenes, por lo que en solo dos semanas la cinta recaudó casi 140 millones de dólares en el mundo. Aun así la adaptación no termina de convencer a la crítica.

Los más entusiastas creen que es una buena película y están impresionados con la recreación del universo de Fitzgerald: “El vestuario, el reparto, la iluminación e incluso la tecnología 3D hacen que el ambiente se sienta como un largo e ininterrumpido sueño, y creo que eso es fiel a la novela”, dijo a SEMANA Joshua Rothman, editor de la revista The New Yorker. 

Pero los más ácidos no dudan en afirmar que es solo espectáculo sin sustancia y que nada de lo que intentó decir Fitzgerald se refleja en la nueva versión. Richard Brody, crítico de cine de esa misma publicación, cree que el sello característico de Luhrmann –hacer todo grande y teatral– no logra llevar las sutilezas del libro a la pantalla. “Hay mucha acción, pero no hay seducción, emoción ni decoro”, explicó a esta revista.

El australiano, como es natural en estos casos, se tomó varias licencias creativas. La mayor de ellas es inaceptable para algunos críticos,  pues hizo de Nick Carraway, el narrador de la historia interpretado por Tobey Maguire, un alcohólico en rehabilitación  que recurre a la escritura como terapia, nada de lo cual ocurre en la novela. Sin embargo, otros defienden el recurso porque para ellos se trata de hacer algo que funcione en el lenguaje audiovisual. 

El reparto también ha sido un campo de batalla para los críticos. “Leonardo DiCaprio tiene la mezcla perfecta de glamour y melancolía para interpretar a Jay Gatsby”, dijo a SEMANA Anthony Scott, del diario The New York Times. Brody, por su lado,  sostiene que lo menos atractivo de la versión de Luhrmann es el reparto. “Los actores están mal escogidos y mal dirigidos. DiCaprio no logra transmitir la rudeza propia de Gatsby. Carey Mulligan no muestra el misterio que debería envolver a Daisy Buchanan y Joel Edgerton no tiene el porte propio de su personaje, Tom”. 

La música es otro de los aspectos más debatidos. A muchos les resultó chocante que el director hubiera mezclado el hip hop con el jazz propio de la época. Si bien la propuesta funcionó en Romeo y Julieta, otra de sus películas, hay quienes creen que para esta no es viable. Luhrmann defiende a capa y espada la banda sonora que incluye canciones de artistas como Jay-Z y Beyoncé. “En 1922 la gente se refería al jazz como ‘una moda de los afroamericanos’. El hip hop es la música de la calle de los afroamericanos de hoy”, dijo el australiano a The New York Times. 

De lo que no se puede dudar, independientemente de las críticas a la película, es que la puesta en escena es impecable. Catherine Martin, esposa de Luhrmann y diseñadora de vestuario y escenografía, hizo una ardua investigación para asegurarse de que todo fuera fiel a la época. 

Por eso, aunque a algunos los confunde ver cebras inflables en la piscina, ella tiene fotos que dan fe de que la gente las usaba en ese entonces. Otros critican el vestido metálico que Daisy lució en una de las fiestas de Gatsby, pero ella sabe que ese estilo ya empezaba a usarse ese año. Y a todos los que insisten en que el carro de Jay era un Rolls-Royce en vez del Duesenberg que aparece en la cinta, Martin los invita a leer la novela con más detenimiento. 

Las divergencias son infinitas, pues las reacciones de los espectadores dependen de si leyeron el texto y, en ese caso, de cómo la interpretaron. Varios expertos insisten en que esta sería una gran película si no tuviera que cargar con el peso de ser comparada con la novela. Y tal vez eso es lo que ha fallado en las otras versiones del clásico: por buenas que fueran las adaptaciones, jamás llegarían a ser tan significativas. Pero a fin de cuentas hay que entender que las películas deben ser vistas como tales. Como dice el crítico del Times: “Una cinta simplemente no es lo mismo que un libro. Poco se gana al compararlas”. 

Cinco intentos fallidos

El escepticismo que rodea la nueva versión de El gran Gatsby no sorprende, pues todo lo relacionado con la novela ha tenido una historia de críticas feroces. La primera fue una película de cine mudo estrenada en 1926, un año después del lanzamiento del libro. La cinta desapareció, pero en ese entonces Zelda Fitzgerald, la esposa del escritor, dijo: “Es terrible, espantosa, podrida. Nos fuimos de la sala”. 

El segundo intento, de 1949, se trataba de un film noir protagonizado por el famoso Alan Ladd. “Aunque es una propuesta interesante porque manipula la trama de la novela de forma bastante agresiva, por ningún motivo es una buena película”, dice Richard Brody, crítico de cine de The New Yorker. 

La versión de 1974 es la más recordada, con Robert Redford en el papel principal, Mia Farrow como Daisy, el aclamado Jack Clayton en la dirección y un guion de Francis Ford Coppola. Muchos creyeron que la tercera sería la vencida, pero a pesar de esa constelación de estrellas, también falló. 

“Esa versión era extremadamente fiel al libro y precisamente por eso fracasó tanto con la crítica como con el público”, señala Anthony Scott de The New York Times. También hubo una versión televisiva en 2000, pero no tuvo mucho eco y hoy casi nadie la recuerda. La de Baz Luhrmann es quizás la que mejor acogida ha tenido y, con todo y eso, no es la cinta preferida de ningún crítico.