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VINO,VIO Y VACIO

Aunque hizo más advertencias que elogios, la visita del secretario norteamericano de narcóticos, Robert Gelbard, significó una tregua con el tío Sam.

26 de junio de 1995

CUANDO CARLOS LLERAS DE LA FUENTE dijo en febrero pasado ante el Consejo de la Américas que "Estados Unidos tiene complejo de vampiro", en términos generales se estaba refiriendo a esa Nación, pero realmente el símbolo de toda esa actitud estaba personificado en un individuo: Robert Gelbard. Porque aunque en Colombia todo el mundo está pendiente de lo que sucede en la primera potencia del mundo, allá casi nadie está pendiente de Colombia. Gran parte de los conflictos que tiene el país con Estados Unidos, muchas de las tensiones diplomáticas y casi todas las arnenazas han corrido principalmente por cuenta del señor Robert Gelbard.
En su calidad de secretario de Estado adjunto para asuntos internacionales de narcóticos de Estados Unidos, el país más importante dentro de su campo de acción es Colombia. Teniendo en cuenta que su responsabilidad es tratar de controlar el flujo de drogas a Estados Unidos, muchas de sus funciones giran alrededor de Colombia, que según él exporta entre el 70 y el 80 por ciento de la droga que se consume en su país. Como Colombia no existe en Washington sino en términos de narcotráfico, las relaciones entre los dos países están determinadas en gran parte por Gelbard.
El solo hecho de su visita la semana pasada tiene mucho significado. Aunque no vino en un tono particularmente conciliatorio, ni se desbordó en elogios, la verdad es que no habría venido si las relaciones no hubieran mejorado sustancialmente. La ofensiva del gobierno contra el cartel de Cali es el hecho que mejoró estas relaciones. Como él mismo lo dijo, los Estados Unidos son "pragmáticos" y lo único que quieren son "resultados"; y mejores resultados que los que les está dando este gobierno contra el cartel de Cali no habían visto.
No deja de impresionar el papel de colonia que Colombia está jugando en este proceso. Gelbard es percibido más como un procónsul enviado por la metrópoli a verificar los terrenos de ultramar, que como un visitante de otra nación. El gobierno colombiano ha asumido ese papel y en actitud no muy soberana se ha limitado a escuchar las advertencias del procónsul y a deshacerse en venias para complacerlo.
Este ha sido el costo del acercamiento entre los dos países después de los enfrentamientos diplomáticos de los últimos seis meses. Gelbard dio un plazo de un año para capturar a los jefes del cartel de Cali, y de no llegarse a cumplir Colombia podría perder toda la ayuda económica y financiera de Estados Unidos. Hasta ahora lo que hizo Gelbard fue darle la posibilidad al país de habilitar la materia perdida. Lo que no se sabe es si Colombia pasará el año o necesitará de una rehabilitación.