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YO NO SOY BOLIVAR

Interpretar a Simón Bolívar fue el más grande logro del actor Pedro Montoya. Pero también fue su <BR>ruina.

15 de febrero de 1999


NADIE MAS QUE el actor Pedro Montoya podía parecerse tanto a Simón Bolívar. Por eso, cuando Jorge Alí
Triana asumió la dirección de la serie de televisión Bolívar, el hombre de las dificultades, se dio cuenta de que
ningún otro intérprete estaba en disposición de aspirar al papel del Libertador. La estatura, la contextura y los
rasgos físicos del actor eran idénticos a los del padre de la patria. Incluso durante las sesiones preliminares a
la grabación Montoya tuvo la oportunidad de vestirse con las guerreras y las camisas del prócer que en ese
entonces se exhibían en la Quinta de Bolívar. La sorpresa fue mayúscula cuando el equipo de producción
advirtió que las pren das parecían hechas a su medida. El único inconveniente era la voz. La de Bolívar, según
Montoya, era una voz más bien infantil. La del actor, por el contrario, más imponente. Tanto que los
colombianos terminaron convencidos de que la de Montoya era realmente la voz del Libertador.
Para llevar a cabo su personaje leyó más de 50 biografías sobre Bolívar y complementó los conocimientos de
equitación que ya tenía desde niño. Fue tal la preparación que terminó incluso asumiendo como suya la más
mínima ofensa contra el Libertador. Según Blanca Jaramillo, su maquilladora, y Jorge Rangel, en ese
entonces gerente de Promec Televisión, empresa que produjo la serie, mientras a Montoya le fascinaba
interpretar las escenas de amor, pues según él "éramos igual de pipilocos", no podía ver a Santander ni en
pintura.
La obsesión por representar a Bolívar de la manera más fiel posible rindió sus frutos. No sólo fue considerado
el mejor actor de su época en Colombia sino que gracias a él la serie se vendió como pan caliente tanto en
América como en Europa.

EL PADRE DE LA PATRIA
Pero con el final de la serie Pedro Montoya no dejó de ser Bolívar. Por el contrario, la sombra del Libertador lo
persiguió hasta prácticamente arrebatarle su propia identidad. Para muchos él seguía siendo el hombre de las
dificultades. Directores, productores y televidentes por igual no hacían otra cosa que refrirse a él como Bolívar.
Luego de la grabación de la Batalla de Boyacá el párroco de Monguí difundió en todo el pueblo la llegada del
general, y los campesinos corrieron con gallinas, frutas y regalos para llamar la atención del héroe. A partir de
entonces, en cualquier rincón del país, Montoya fue recibido con los saludos, las ovaciones y los homenajes
propios del Libertador. Incluso, durante la celebración del bicentenario del nacimiento de Bolívar, fue invitado
para que encabezara un desfile militar por las calles de Bogotá. Y lo hizo, vestido como Bolívar y a caballo, al
frente de la tropa y con la complacencia de los altos mandos militares.
"Me hablaban, dice Montoya, como s¿ yo tuviera la potestad de solucionar todos los problemas del país". El
propio ex presidente Misael Pastrana, cuando conoció al actor, no tuvo el menor reparo en comentarle: "Es un
honor para mí, tengo una gran cantidad de biografías sobre su vida". Por supuesto, no se refería propiamente a
Montoya.
Pero esas situaciones, que al principio eran agradables, se convirtieron en una pesadilla. La misma gente que
por las calles lo vitoreaba como si fuera el Libertador terminó por confundir su identidad. Era a Bolívar a quien
aclamaban y Montoya tenía que resignarse. Tanto que hay quienes dicen que cuando se pasaba de tragos el
actor terminaba posesionado de su papel de general. Muchos, incluso, llegaron a temer que hubiera perdido el
juicio. " Yo interpreté a Bolívar, pero no trataba de ser Bolívar, eso es una gran diferencia", dice Pedro Montoya
para desmentir la especulación.
El hecho es que nadie volvió a ofrecerle papeles relevantes en la televisión porque su apariencia tenía nombre
propio. El escepticismo de varios directores impidió que Montoya hiciera interpretaciones importantes en la
televisión. Una de sus escasas apariciones la tuvo en la comedia N.N, en la que nuevamente debió
representar a Bolívar, aunque con la condición de que jamás lo ridiculizaría, como estaba planteado en el
libreto. La imposibilidad de figurar en el plano actoral lo obligó a refugiarse en la locución, su labor primigenia y
en la cual sigue triunfando por el tono fuerte de su voz, la cual hoy, a sus 52 años de edad, permanece
intacta.

DE NUNCA ACABAR
"Este tipo me persigue", le dijo alguna vez a Triana. Y no le faltaba razón. El fantasma de Bolívar parece que
no lo quisiera abandonar ni un instante. Hace dos años sufrió una embolia que le paralizó medio cuerpo y fue
internado, coincidencialmente, en el Hospital Simón Bolívar. "Tenía que llamarse así y no de otra manera",
dice Montoya. Quince años después de terminada la serie su imagen del Libertador no se ha borrado de la
mente de sus seguidores. En días pasados, de visita por la Quinta de Bolívar, en Bogotá, por solicitud de
SEMANA, los propios porteros del museo se encargaron de recordárselo: "Bienvenido a su casa, Libertador",
le dijeron al abrirle las puertas, al tiempo que una familia de turistas españoles que le pedían la posibilidad de
una foto, para complacer a un niño que quería posar junto al general.
Con Bolívar, Pedro Montoya alcanzó la cima pero a la vez conoció el drama de muchos actores que, como
Bela Lugosi con Drácula, quedaron marcados para siempre con un solo papel. "A pesar de que representar a
Bolívar fue un premio grande que Dios me dio me molesta que me confundan, porque soy el Pedro Montoya
sencillo que todos conocen", insiste el actor. Pero no todos lo han entendido así.
Hoy su estado de salud es mucho mejor. Ya dejó la silla de ruedas, lentamente recupera la visibilidad de su
ojo izquierdo y la movilidad total de sus extremidades. Ahora sólo confía en seguir trabajando en la radio.
Después de dejar la bebida y de superar con paciencia la enfermedad que lo aqueja, espera deshacerse de
una vez por todas de esa sombra que de alguna manera le ha arrebatado su intimidad. "Tengo dos años y dos
meses de vida y estoy aquí para seguir adelante. Bolívar era el hombre de las dificultades, a mi dejeme con
las mias".