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Él dijo sí
Dejar en el pasado los clichés del amor no es tan complicado como pensé. En unas vacaciones aproveché la belleza de las playas de Aruba y lo majestuoso de sus atardeceres y me arriesgué.
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Le propuse matrimonio al amor de mi vida y, a un par de semanas de nuestro matrimonio, tengo claro que no todo se puede dejar en manos de ellos. Nosotras también tenemos el poder.
Para expresar el amor no deben existir géneros ni reglas. Así concibo la vida y así lo empecé a entender después de tres años de relación con quien, al día de hoy, es el amor de mi vida.
No sirvieron las indirectas, las miradas insinuantes durante el sí de nuestros amigos en sus propias bodas y ni siquiera el reclamo que un día le hizo mi mamá, cuando le dijo en voz alta que su hija “no se arrejunta, se casa y punto”.
Pero una vez, juro por Dios, estaba completamente segura de que el momento había llegado. Y es que todo estaba dado: era nuestro aniversario número tres, estábamos cenando en uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad y de fondo un violinista amenizaba lo que pudo haber sido uno de los momentos más especiales de mi vida.
Bajo la luz de las velas y mirándonos fijamente, era evidente que él estaba nervioso y que se traía algo entre manos. En ese momento, mientras yo practicaba internamente el ‘sí, acepto’, él me soltó la perla: “mi amor, después de tanto tiempo, por fin veo claro nuestro futuro”. Con voz entrecortada y nerviosa atiné a decirle: “a, sí, ¿y eso?”. Y su respuesta fue todo lo que necesitaba para comprobar que él, el amor de mi vida, nunca sería capaz de pedirme matrimonio. “Me dieron el ascenso en el trabajo”, dijo. De ahí en adelante no escuché nada de lo que habló, porque mientras él me explicaba los pormenores de su nuevo puesto, yo ya estaba planeando cómo solucionar el asunto en cuestión que tan preocupada me traía.
Superado el episodio de aquella noche, aunque no olvidado, planee todo para que fuera yo la que diera el paso. Así, un par de semanas después, mientras caminábamos a la orilla de la playa y veíamos el hermoso atardecer que Aruba nos estaba regalando, frené en seco, respiré profundo, me puse frente a él, lo tomé de las manos y le dije: “Después de tres años maravillosos en donde hemos compartido momentos buenos y malos, siento que ya debemos dejarnos de indirectas y hablar en serio. ¿Te quieres casar conmigo?” Y saqué de mi bolsillo un anillo, obviamente muy masculino, y se lo extendí.
Él, sorprendido cual adolescente, aceptó de inmediato y estiró su mano. Acto seguido, le puse su anillo y nos dimos un tierno beso.
Esta experiencia me demostró que las mujeres podemos propiciar las situaciones y que no siempre debemos esperar como doncellas a que ellos den el primer paso.
A propósito del rol que nosotras cumplimos actualmente en la sociedad, Aruba, La Isla Feliz, está invitando a las mujeres a que tomen la iniciativa y pidan matrimonio.
Miriam Dabian, directora de Aruba para Latinoamérica, afirma que las mujeres deben seguir adelante y romper los estereotipos. “Las invitamos a inspirarse en las mejores playas del Caribe, en el clima perfecto y en los coloridos atardeceres de la isla, para que sorprendan a su pareja y sean ellos los que digas: Sí, acepto”.
Y qué mejor solución para materializar esta idea que el portal https://www.aruba.com/es/he-
Y es que durante agosto y septiembre el romance se tomará la isla gracias a los descuentos en paquetes, tiquetes y hoteles que ofrecerá la Autoridad de Turismo de Aruba. La Isla Feliz, un paraíso que ostenta paisajes marinos surreales, atardeceres magníficos y noches estrelladas nos invita a enamorarnos de Aruba y a disfrutar de unas vacaciones románticas inolvidables.
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