Mabel Torres, nueva ministra de Ciencia y Tecnología. Foto: Presidencia de la República.

LA CONTROVERSIA

Ciencia de papel: el debate en torno a la nueva ministra de Ciencia

El debate plantea preguntas sobre la relación entre la ciencia y los saberes ancestrales, de los que Colombia es tan rica. Pero resulta al menos irónico que el gobierno nombre en el nuevo ministerio a una científica que ignoró los protocolos.

20 de enero de 2020

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El 12 de enero el diario El Espectador publicó una historia crítica sobre Mabel Torres, integrante de la Misión de Sabios del gobierno Duque y, desde el 30 de diciembre de 2019, primera ministra de Ciencia y Tecnología. Torres estudió Biología en la Universidad del Valle, es maestra de la misma institución y doctora de la Universidad de Guadalajara. El artículo revela, sin embargo, preguntas éticas y científicas sobre su trayectoria académica; no solo porque sus investigaciones han tenido un bajo impacto y en su hoja de vida en Colciencias aparece un artículo que no es de su autoría. También porque, sin sustento científico, les ha recomendado a pacientes enfermos de cáncer una bebida a base de un hongo, el ganoderma, que ella dice haber estudiado a lo largo de su carrera. “Esta bebida la tomaron algunos pacientes y tuvimos casos positivos de resolución en cáncer de cérvix, seno y cerebro, especialmente”, dijo en un reportaje del programa televisivo Los informantes.

Sin embargo, “sobre la relación entre ganoderma y algún tipo de cáncer, la ministra no ha publicado nada”, escribe Pablo Correa, autor del artículo, y añade que tampoco ha hecho los testeos necesarios para confirmar su efectividad. La ministra admite haberse saltado los estudios químicos necesarios para el desarrollo de un medicamento a partir de plantas medicinales por la complejidad y la demora que implican. Pero una de las fuentes del artículo, Eduardo Díaz, director del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana, cuestiona esa posición: “Es sorprendente que su pregunta ética implica pensar en cómo usar una sustancia o compuesto como medicamento, pero ‘sin pasar por todos estos estudios clínicos y preclínicos que necesitan todas las fases de investigación’, como si se tratara de un ‘fastidio’ todo eso, algo innecesario y que está ahí para obstaculizar ayudar a los seres humanos, cuando es todo lo contrario”.

El debate plantea preguntas sobre la relación entre la ciencia y los saberes ancestrales, de los que Colombia es tan rica. Pero resulta al menos irónico que el gobierno nombre en el nuevo ministerio a una científica que ignoró los protocolos.