VENEZUELA
Pobreza, escasez e inflación, el peligroso cóctel que enciende la crisis en Venezuela
Aunque el presidente Nicolás Maduro insiste en que su país no necesita de la ayuda humanitaria que está brindando la comunidad internacional, las cifras muestran la cruda verdad y el drama que vive este país.
Venezuela es el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo: más de 300.000 millones de barriles de crudo. También posee una enorme riqueza en oro, bauxita, coltán, fosforita y mineral de hierro que convierten al país en una potencia minera. Pero paradójicamente, la pobreza en este país va en aumento debido a la pobre gestión del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Un cóctel que arrancó hace más de 15 años con medidas de control económico en precios y cambios, la nacionalización de compañías y los ataques al capital privado, que han derivado en otros fenómenos más graves como la hiperinflación, la pobreza y el desabastecimiento.
Para el presidente interino, Juan Guaidó, las erráticas decisiones económicas adoptadas por el chavismo han provocado la mayor crisis que el país haya enfrentado en los últimos dos siglos.
La hiperinflación se explica por varias razones, entre ellas la falta de independencia del Banco Central y la constante emisión de dinero inorgánico -es decir, que no está avalado por reservas internacionales ni oro- por parte del ejecutivo para sostener los aumentos salariales y los subsidios que le han permitido mantenerse en el gobierno.
En este plano las cifras son un desastre. Un informe de la firma de investigación económica Torino Capital recogido por el portal venezolano Descifrado, señala que el último reporte del Banco Central de Venezuela data de 2015 pero de ahí en adelante las cifras han sido calculadas algunas veces por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras por la Asamblea Nacional, ninguno de los dos tienen buenas noticias.
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En 2016, según el FMI, los precios en Venezuela se treparon un 302%, mientras que el año 2017, cuando varios economistas coinciden en señalar que arrancó con todo la ‘hiperinflación’, este indicador rondaba el 860%. Sin embargo, la Asamblea Nacional no coincide con el multilateral en los datos de 2017 pues según sus cálculos, ese año los precios aumentaron 2.583%.
Las cifras más amargas para los consumidores venezolanos se registraron el año pasado, cuando el FMI calcula que la inflación anual pudo haber alcanzado una variación de 1.698.514,3%, cifra que no le cabe en la cabeza a nadie, pero que padecen a diario los venezolanos, con el cambio continuo en los precios de sus productos y servicios.
Como consecuencia del aumento en los precios, el empobrecimiento de los venezolanos se ha agudizado y la ONG Sinergia calcula que el 48% de las familias en este país está en la pobreza pues el salario mínimo no les alcanza para comprar la canasta básica. Aunque el Gobierno ha hecho 26 aumentos salariales en los últimos cinco años -el último fue del 300% a mediados de enero pasado-, la capacidad de compra es erosionada por el constante aumento en los precios.
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El economista Asdrúbal Olivares, de la firma Ecoanalítica, calcula que hoy el salario mínimo de los venezolanos equivale a US$6. Y un venezolano necesita al menos 6 salarios mínimos para comprar su canasta básica, lo que ha llevado a distintas ONG a lanzar alertas por el deterioro en la calidad de vida de los venezolanos.
Uno de los indicadores más preocupantes tiene que ver con la pérdida de peso. La ONG Provea estima que desde 2017 hasta la fecha el 64% de los venezolanos ha perdido unos 11 kilos de peso mientras que el 33% de los niños de 0 a 2 años tiene serios problemas de nutrición.
Este tipo de carencias no ha tenido suficiente atención por parte del Gobierno, que sigue indolente frente a la crisis del sistema de salud. Según el portal venezolano Perfil, que recoge datos de la ONG Convida, la migración de profesionales y la falta de presupuesto tiene postrado al sistema.
En el primer caso, el sistema público ha perdido al 55% de sus médicos, el 30% de enfermeras y el 24% de expertos en bioquímica han abandonado el país. Pero también la falta de recursos los tiene en jaque, porque el 79% de hospitales no cuentan con un adecuado suministro de agua potable, el 53% de los quirófanos están cerrado y el sistema registra un déficit de 64% de camas hospitalarias.
El corolario de la crisis se vive por cuenta de la escasez, no solo de alimentos sino también de medicinas. En materia de alimentos, los controles de precios y el constante hostigamiento contra el sector empresarial llevaron a Fedecámaras, el mayor gremio empresarial de Venezuela, a calcular a finales del año pasado que cada vez habrá más escasez de alimentos, con el consecuente reflejo en la hambruna que hoy viven miles de venezolanos. Por su parte, la Federación Farmacéutica de Venezuela calcula que la escasez de medicamentos alcanza hoy un 85%.
Durante la entrega de la ayuda humanitaria que se cumplió este sábado en Cúcuta, el presidente interino Juan Guaidó señaló que las toneladas de alimentos y medicinas aportadas por la comunidad internacional buscan aliviar los problemas que hoy enfrentan más de 300.000 venezolanos e hizo hincapié en el alto número de venezolanos que están muriendo por falta de medicamentos o tratamientos médicos.
Aunque esta debería ser una razón suficiente para que el gobierno de Nicolás Maduro dejara pasar la ayuda humanitaria, fueron justamente esas las palabras que encendieron el debate en el chavismo, que insiste en que los venezolanos no requieren esa ayuda.
Y mientras la política sigue provocando enfrentamientos en el vecino país, la pobreza, la inflación y la escasez se convierten en el peor lastre para los hogares venezolanos.
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