CINE
Jennifer López interpretará a la narcotraficante colombiana Griselda Blanco
En su próxima película, la actriz de Hollywood encarnará a la viuda negra, la sanguinaria narcotraficante que mató a unas 250 personas, entre ellas sus tres maridos.
Griselda Blanco, o ‘la reina de la coca‘, como la llamaban, siempre soñó con ser inmortalizada en la pantalla grande por actrices de Hollywood, y así está sucediendo tras su asesinato.
Luego de ser interpretada por Catherine Zeta-Jones en "Cocaine Godmother", ahora reencarnará en Jennifer López, quien protagonizará y producirá "The Godmother" (La madrina), como se autodenominaba esta “infame, ambiciosa, conspiradora y aterradora” baronesa de la droga, por quien la artista neoyorquina siempre se ha sentido fascinada, según se lo reveló a "Variety".
Otro deseo que se le cumpliría a Blanco con la nueva producción, si estuviera viva, es que será retratada como una mujer bella. Lo difícil va a ser mostrarla como una heroína, otra de sus pretensiones, dado su prontuario de unos 250 asesinatos, muchos de ellos cometidos con sus propias manos.
También se dio el sarcástico apodo de “la Compasiva”, porque complacía los ruegos de sus víctimas para que no los matara a machetazos, su especialidad, sino a tiros.
Admiraba al célebre mafioso de ficción Michael Corleone, de "El padrino", y así bautizó al menor de sus cuatro hijos (en la foto), también delincuente. Mientras criaba a sus hijos, comandaba la banda Los Pistoleros, a quienes enseñó
a conservar una parte del cuerpo de sus víctimas a modo de trofeo.
Pero luego de ser la dueña de un imperio valorado en 2.000 millones de dólares, y de inundar de cocaína a Estados Unidos mucho antes de que Pablo Escobar apareciera, murió en 2012 acribillada en una carnicería, en Medellín, punto de origen de su escalofriante historia.
Griselda Blanco creció en la pobreza en el barrio Antioquia de la capital de la montaña. Su madre, prostituta y alcohólica, la golpeaba atrozmente, mientras que de su padre nunca se supo nada. Su escuela fueron las calles, en las que robaba billeteras, y la sórdida violencia de los años 1950. A los 11 cobró su primera víctima, un niño que había secuestrado.
En la adolescencia se prostituyó. Se casó con Carlos Trujillo, padre de sus tres hijos mayores, y a quien ultimó en medio de una pelea por plata. A finales del decenio siguiente, Griselda se estableció en Nueva York con su segundo esposo, Alberto Bravo, acaudalado y prestante. Allí, su negocio de ropa servía de fachada para sus ilícitos. Además, fabricaban la ropa interior en que las primeras mulas camuflaban la droga que llevaban de Colombia a Estados Unidos.
En una época en que la cocaína era un lujo exclusivo de famosos y millonarios, Blanco triunfó. Se impuso a la mafia italiana gracias a sus nexos directos con Colombia, principal productor de coca del planeta. Se hizo multimillonaria a punta de grandes cargamentos transportados en su propia flota de aviones. El polvo llegaba a las calles a través de sus más de 1.500 ‘dealers‘.
En su mejor momento, durante la década de 1980, llegó a ganar 80 millones de dólares mensuales por contrabandear 3.400 libras de cocaína del Cartel de Medellín.
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En 1975, al saber que la Policía la buscaba, huyó a Colombia, en donde mató a su segundo esposo, quien le era infiel y la robaba. Ella asegura que pelearon y él le disparó en el estómago con un subfusil Uzi. Pero sobrevivió y le devolvió el disparo con la pistola que llevaba en una de sus botas de piel de avestruz.
En 1978 se casó con Darío Sepúlveda, matón como ella y padre de su hijo menor, a quien bautizó Michael Corleone, en homenaje al personaje de la saga "El padrino", interpretado por Al Pacino. Para entonces, Griselda estaba irreconocible, por los efectos de la cocaína y el basuco, a los que estaba enganchada. Al parecer eso ayudó a no ser reconocida de vuelta en Estados Unidos.
La mafiosa durante sus años en la cárcel, de la que salió en 2004, cuando regresó a Colombia. En 2012 fue acribillada en Medellín y aún es un enigma quién ordenó su muerte.
En Miami sobrevivió la guerra de los narcóticos que hizo de esa ciudad la más violenta de Estados Unidos: los cadáveres no cabían en las morgues y hubo que alquilarles refrigeradores a Burguer King para suplir la falla. El éxito de Griselda se basó en su salvajismo y en las armas, más letales que las de las autoridades. Una vez demolió en un instante una tienda con una camioneta repleta de metralletas. También fue la primera en contratar sicarios en Colombia.
Una escena que no debería faltar en la cinta es en la que Sepúlveda se le voló a Griselda con Michael Corleone. En venganza, ella le mandó un escuadrón que lo acribilló delante del niño. A los dos años, en 1985, fue detenida en California.
Aunque mató a decenas y fue calificada de sociópata por los fiscales, solo la procesaron por tres asesinatos y estuvo presa hasta 2004, luego de lo cual fue deportada a Colombia. Sigue siendo un misterio quién la mandó a matar el 3 de septiembre de 2012, pero los expertos creen que fue alguno de sus incontables enemigos.
A Blanco le gustaban los hombres y las mujeres, era amante de las orgías y se complacía viendo a otras parejas teniendo sexo mientras les apuntaba en las sienes con un arma. Despilfarró en gustos típicos de mafiosa, como una ametralladora adornada con esmeraldas. Usaba prendas que pertenecieron a Eva Perón y tenía un especial apego a un juego de té que perteneció a Isabel II de Inglaterra.
Aparentemente, solo le quedaron unas cuantas propiedades y sus últimos años en nada se parecieron al esplendor de 1980. De hecho, la casona del barrio El Tesoro, de 450 metros cuadrados y otros 1.000 de jardines, en la que vivía, mostraba señales de ruina cuando la sorprendió la muerte.