Home

Libros

Artículo

'Érase una vez en el Chocó' es la cuarta novela de Cristian Valencia. Foto: Cortesía Planeta.

RESEÑA

El Chocó también es como lo pintan

‘Érase una vez en el Chocó’, la cuarta novela del escritor y periodista Cristian Valencia, intenta hacerse, desde la estructura de una novela de aventuras, nuevas preguntas sobre un territorio que ha sido representado históricamente desde la condescendencia y la exotización.

Claudia Gallego Morales
20 de febrero de 2020

Para los ciudadanos que habitamos en las ciudades principales de Colombia la palabra ‘Chocó’ es casi extranjera. Y si sabemos algo del Chocó pensamos en miseria, humedad, abandono; ríos revueltos, oro, peligro. Casi todo, producto de las postales costumbristas y amañadas que la prensa exhibe para ajustar sus discursos lastimeros, condescendientes.

Muy defraudado quedará el lector que busque en Érase una vez en el Chocó una novela para aprender de su folclor. Cristian Valencia ha echado mano de su impecable oficio de cronista para lanzar al protagonista a esas tierras con un encargo entre manos y los ojos y el corazón bien abiertos, dispuesto a enfrentar lo que sea y como sea. Ha echado mano también de su quirúrgico oficio de escritor para construir una novela que coquetea con varios géneros pero no se casa con ninguno, quizás porque comprende que esa región misteriosa, ese universo que pareciera gravitar en otra órbita o en otra lógica, no merece ser ojeado con un solo lente. 

Érase una vez en el Chocó es una novela de aventuras, de esas que dan ganas de leer sin parar y le recuerdan al lector el sentido más iniciático de por qué leemos: para entretenernos. Es una novela de viaje que dura seis días que parecen eternos –porque tienen esa cadencia de los viajes que desconocen la rutina y se alargan con el aliento del apetito por lo nuevo– y que tiene como viaje principal el que emprende John Soto, el protagonista, por los recovecos de su memoria y sus vivencias. Es una novela de acción porque hay peligro en cada esquina y en cada página y hay siempre un paquete que llevar y del cual depende la vida. 

Pero es también y, sobre todo, una novela de amor, del amor en todas sus formas. Es el amor o su promesa lo que empuja a John Soto al viaje, cuando decide hacerle un favor a su vecina Lola. El amor por su madre, “alma bendita”, que lo acompaña todo el tiempo. Y el amor que parece encontrar en los ojos de una mujer, tan brillantes que parecían a punto de “llorar lágrimas de aceite”. La mirada amorosa de Cristian Valencia sobre cada centímetro del país que tiene la suerte de ser su país, como sabemos sus lectores, y, por supuesto, sobre el Chocó, que no ve como una postal de noticiero, sino, y como querría Hölderlin, “con toda su pesada carga de fatalidad”, logra un realismo contundente, aunque ese realismo cuando se trate del Chocó parezca “hiperrealismo surreal”, como escribió Juan Manuel Roca. 

El resultado es una novela quizá sin precedentes en nuestra literatura reciente, no solo por los temas de que se ocupa sino por el conocimiento que respalda de lo que se ocupa. El lenguaje sencillo, sin juegos ni trampas intelectuales, se detiene con rigor en cada detalle y encuentra el adjetivo preciso que sepa ocultarse para que la imagen sobresalga. 

Un resaltado especial para el humor que sirve de tamiz a toda la historia, un lente finísimo que aleja la narración del dramatismo con tinte amarillista (inevitable pensar en Tarantino y en el título de su última película, quizá una feliz coincidencia). Ese humor logra su continuidad gracias a que el protagonista es un héroe trágico signado con la mala suerte desde su cuna, una dark cloud, condición que además le otorga la facultad de hacerse cargo del drama y quitarle así peso al drama del Chocó. Brillante: el Chocó podría ser cualquier otro lugar del planeta, obligado por el abandono a inventarse sus propias leyes.

Nada es gratuito en esta novela, nada es de mentira, nada es falsamente construido. Todos los personajes son de carne y hueso. La misma extrañeza que tenemos los que “usamos” las ciudades principales es la que tiene el autoproclamado investigador John Soto en su recorrido por esa región. Esta novela no es un Chocó para dummies; intenta sí hacerse otras preguntas y mostrarnos otras postales, más reales, más humanas, más verdaderas, más útiles tal vez para acabar con su “invisibilidad nacional e internacional” que la condescendencia y la lástima. Porque el Chocó sí es como lo pintan. Y es muchísimo más que eso.

Érase una vez en el Chocó
Cristian Valencia
Planeta, 2019

Noticias Destacadas