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Octavio Escobar Giraldo nació en Manizales en 1962.

Literatura infantil

El doloroso mapa de Sara

Escrito a manera de recuerdo, el más reciente trabajo de Octavio Escobar Giraldo lleva al lector a través de la niñez del narrador y muestra cómo, a medida que crece, este comprende las diferentes dimensiones de una enfermedad que afecta a uno de sus seres más queridos.

Daniela Vernaza Civetta
11 de enero de 2017

La historia de la espera del marqués de Torralba, coleccionista de monedas que entre ellas un día encuentra a una embarazada, comienza a recibir la atención de cientos de expertos que le preguntan sobre este hecho maravilloso. Presionado, el marqués decide escribir una carta como única respuesta, carta que, semana tras semana, vuelve a escribir cambiando solo el detalle de la fecha. Alfredo crece entre esta historia, que parece intencionada solo a burlarse del final, y entre muchas otras, como la de la tribu de los Uvurutus y su peculiar moda. Su tío Pipo, que sufre de una enfermedad mental y trabaja reparando televisores, es quien fabrica estas historias con las que, junto con las aventuras a las que el tío lo invita, construyen la infancia de Alfredo.

Escrita en primera persona y a manera de recuerdo, El mapa de Sara lleva al lector a través de la niñez del narrador y, a medida que crece,  le muestra cómo Alfredo comprende las diferentes dimensiones de una enfermedad que afecta a uno de sus seres más queridos. La novela, publicada por primera vez por Panamericana en 2016 y escrita por Octavio Escobar Giraldo, profesor de literatura en la Universidad de Caldas y escritor reconocido, ganador en 1997 y en 2016 del Premio Nacional de Literatura Ministerio de Cultura, se suma a la larga lista de cuentos y novelas del autor. Como muchas otras novelas para jóvenes, el autor trata un tema delicado explorando con una voz que intenta, mientras navega en el recuerdo y las historias, además de recordar un tema doloroso, encontrarle un sentido a aquella experiencia.

Ahora, si bien la novela está bien estructurada y logra una unidad construyendo una historia a partir de pequeñas anécdotas, el tono tiende ser moralizante y condescendiente con el lector. Además, la voz de narrador, muchas veces ambivalente e impuesta, llena de levedad el relato, quitándole a la historia la profundidad que por el tema podría llegar a tener. Por otro lado, las ilustraciones, aunque en la edición solo tienen el propósito de acompañar al texto, cubren la narración en una atmosfera ácida creada por la luz de los tonos verdosos y, en la portada, su contraste con el amarillo refuerza este efecto. Creo, finalmente, que aunque la novela propone un hilo narrativo interesante, falla en la manera en la que la ejecuta. Es una lectura que no recomiendo.

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