INFORME ESPECIAL
“Así no se trata al ser humano”: Álvaro Orlando Pérez Pinzón
El exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia lanza duros dardos contra el gobierno por las medidas tomadas con relación a los mayores de 70. Dice que llamarlos "abuelitos" suena al cuento de Caperucita Roja, que es discriminatorio y reduccionista del ser humano.
Lo más difícil del “encierro” ha sido el abandono forzado de mi oficina de abogado y la imposibilidad de salir con alguna frecuencia a caminar, hacer ejercicio, tomar un helado, sentarse en una banca a descansar o a gritar. Es que el “encierro” golpea al ser humano porque es la negación de la libertad.
Lo más interesante, lo más bonito de este enclaustramiento involuntario, ha sido compartir oficios con mi señora, aun cuando en verdad ella hace mucho más que yo. Pero trato de ayudar. Me fascina el recuerdo revivido de mi época de estudiante: compartíamos un apartamento varios amigos y nos turnábamos para preparar la comida y lavar los platos y la ropa íntima. Tal como ahora.
"Al ser humano, aún el mayor de 70 años, hay que dejarlo vivir": exmagistrado Pérez Pinzón
Presidente, no estoy de acuerdo con encerrar tan drásticamente a las personas mayores de 70. Esta es una edad bastante productiva que requiere de estímulos naturales como el aire, el volar de los pájaros, el sol, la lluvia, el viento... Piense en tantas personas de edad avanzada que produjeron y producen tanto, como Gabriel García Márquez, Albert Einstein, Fernando Botero, Mario Vargas Llosa y Peter Handke, entre muchísimas otras. El enclaustramiento –¡por obra de decretos ejecutivos!– sin duda golpeá la capacidad de cualquier persona con independencia de su edad.
Al ser humano, aún el mayor de 70 años, hay que dejarlo vivir. Seguramente el Ejecutivo parte de nuestra indisciplina. Lo raro es que sabiendo cómo somos, desde hace tantos años, no ha tomado las medidas necesarias para educarnos y hacernos “auto-responsables”. Hasta ahora hemos sobrevivido sin la asistencia oficial. Mire usted cómo salta de inmediato el recuerdo del profesor Antanas Mockus, quien sí nos estaba educando. Pero pasó y ya nada quedó. A estas alturas nos salen con esta orden de “encierro” y amenaza de sanciones. Así no se trata al ser humano.
Tampoco me gusta la terminología presidencial. Eso de “abuelitos” suena al cuentico de Caperucita Roja. Además que es estigmatizante y hace creer a los demás, especialmente a los niños y jóvenes, que las personas de edad avanzada ya no sirven para nada. Que somos solo algo para cuidar y para hacernos chistes flojos. El término es ofensivo, discriminatorio y reductivo del ser humano.
En realidad no le temo al contagio, aunque me preocupo como cualquier poblador de la tierra. Tampoco siento que “esté en riesgo”. Si estuviera atemorizado y creyera estar en peligro así fuera lejano, no podría hacer nada pues la angustia me dominaría. Sigo produciendo porque debo y porque me gusta. Cuando salgo, por ejemplo a recoger recibos, pagar servicios, cancelar impuestos, hacer un mercado, y similares, tomo todas las medidas preventivas posibles recomendadas por las autoridades.
Como es claro, esos quehaceres y esas obligaciones no están “encerradas”. Y cuando estoy en mi residencia, camino, alzo las piernas, levanto los brazos, hago el que hago ejercicios. Temo que si salgo un día más de media hora seré severamente sancionado. Así que me mantengo en forma acá, y estoy listo para volver a las calles. Pero sigue pasando el tiempo y todos los días me pregunto, tal vez ingenuamente ¿por qué nos tendrán encerrados?