Los peces consumen importantes cantidades de microplásticos de forma permanente. Foto: Pixabay

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Microplástico, alimento de los peces en arrecifes y manglares de Bolívar

Una investigación alerta sobre el consumo de pequeñas partículas de plástico por parte de estos animales, especialmente en las hembras, generando no solo problemas de salud para las diferentes especies, sino también para los humanos.

Los microplásticos están generando un impacto muy importante en las especies marinas, dado que al ser partículas tan pequeñas es muy difícil su manejo como desecho contaminante, lo que lleva a que los peces los consuman de manera permanente.   

Andrea Luna, directora del semillero Aquasistemas, de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana, explica que la ingesta permanente de estos productos termina afectando la salud de los peces e incluso la salud humana, porque finalmente estos son animales que hacen parte de la alimentación de las personas. 

Al ser un tema relativamente nuevo en la investigación científica y ya que particularmente en Colombia no se ha estudiado a profundidad, esto llevó a Valeria Jiménez Cárdenas, ecóloga javeriana, a analizar la presencia de dichas partículas en los peces de Isla Grande, en el departamento de Bolívar.

La investigación se centró en la extracción de partículas plásticas del tracto digestivo de 60 individuos de peces pertenecientes a cinco especies diferentes distribuidas en los ecosistemas de arrecife de coral y de manglar de esta zona del país. 

El primer resultado hallado a partir de la investigación fue que todas las especies analizadas tenían este material en su tracto digestivo. “Estas fragmentos, al ser tan pequeños, son confundidos con alimento por los peces, ya que las especies analizadas son depredadoras visuales”, explica Jiménez.

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Este tema es especialmente sensible para el desarrollo normal de estos animales. “Ellos se sienten satisfechos porque sus estómagos están llenos, pero en realidad no se están alimentando con nutrientes que son importantes. Así, pueden presentar deficiencias por falta de recursos energéticos, en las defensas inmunitarias, el desarrollo y la reproducción”, agrega Luna.

Según las investigadoras, el acopio de microplásticos en el organismo del pez causa tres impactos principales: bloqueos internos, lesiones en el tracto digestivo y exposición a químicos contaminantes.

La acumulación interna genera obstrucciones en su sistema digestivo, que no permiten la circulación normal del alimento y la expulsión de los desechos. “En uno de los individuos se encontró un fragmento con forma de esfera, como un tapón en el inicio de los intestinos, y este tenía un aspecto muy similar a un huevo de pez”, detalla Jiménez. 

Mayor impacto en las hembras

Un aspecto curioso en la investigación es que se encontró mayor cantidad de plásticos en las hembras. Para Valeria Jiménez esto se puede explicar por la mayor demanda de energía que requieren los individuos de sexo femenino para el proceso de reproducción y la producción de óvulos saludables. “En algunas especies a las hembras les toma un año más madurar sexualmente, comparado con los machos. Esto hace que consuman mucho más alimento y potencialmente, más plástico”, detalla.

Pero los efectos de la acumulación de este material van más allá. Como el organismo no puede procesar dichas partículas, las hembras en especial no se nutren adecuadamente y esa desnutrición puede tener impactos directos e importantes en la descendencia. Esto puede derivar en que las crías no tengan todos los elementos requeridos para su desarrollo por lo que podrían nacer con ciertos problemas neurológicos, desnutridos y de menor tamaño.

Otro de los hallazgos de las investigadoras en su análisis, es que los plásticos encontrados tenían puntas filosas que pueden generar heridas heridas a lo largo del tracto digestivo. Frente al punto de exposición a sustancias químicas contaminantes, explican que las investigaciones avanzan para conocer las consecuencias reales, pero que ya se conoce que estos químicos pueden provocar disrupción endocrina, es decir, problemas en el equilibrio hormonal de los animales.

Jiménez y Luna, explican que la investigación compara la presencia de microplásticos en dos ecosistemas: manglar y arrecife de coral. Este es el primer estudio en el país que arroja información de este tipo y los resultados demuestran que las especies de manglar presentaron mayor cantidad de plásticos.

En su concpeto, esto podría estar relacionado con el Canal del Dique. El constante dragado y la apertura de las compuertas aportan grandes cantidades de sedimento al agua dulce que desemboca en las Islas del Rosario. "El amplio caudal de esa plataforma permite que los residuos lleguen más lejos y los plásticos, por ser livianos, tienen mayor flotabilidad", aseguran. Sin embargo, estos materiales también pueden provenir de actividades en las islas como el turismo. 

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Los manglares actúan como un filtro en el que las raíces de los árboles atrapan una parte considerable de plásticos. Las investigadoras coinciden en que aún falta ahondar más en este tema, pero que su trabajo ya da un indicio de cómo es la distribución de plásticos en el mar, dónde se están acumulando y cuáles serían los principales ecosistemas para priorizar en la mitigación de esta problemática.

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La investigación evidencia que los principales materiales encontrados en los organismos de los peces fueron poliéster, PVC, pet y polietileno, lo que pone sobre la mesa la problemática generada con el uso de los plásticos, productos cuyo volumen cada vez se incrementa en los océanos y otros ecosistemas afectando las diferentes especies que en ellos habitan. 

La preocupación de los investigadores no es menor. Dados los efectos nocivos que genera el plástico en diferentes ecosistemas debido a su dificultad para degradarse, desde hace unos años se comenzaron a lanzar al mercado los plásticos oxo-biodegradables. “Estas son bolsas con ciertos aditivos químicos que cuando entran en contacto con la radiación solar y el oxígeno empiezan a romperse  en pedazos pequeños como un vidrio de seguridad”, explica David Gómez, tutor del semillero de Degradación de Polímeros Plásticos Contaminantes de la facultad de Ciencias de la Javeriana.

Estrategias para reducir la contaminación

En teoría este tipo de material sería un avance para reducir la contaminación, pues al fracturarse en pedazos más pequeños su degradación sería más rápida. Pero los resultados del estudio muestran consecuencias diferentes. “Esta investigación es importante porque lo que aparentemente se vende como una solución ecológica y ambiental, parece no serlo del todo”, agrega Gómez.

En este semillero trabajan en la búsqueda de estrategias que permitan minimizar la contaminación por plásticos. Uno de sus proyectos es liderado por este docente, que investiga los tipos de microorganismos capaces de biodegradarlo. Entre ellos se han reportado bacterias y hongos. Para él, los lugares ideales para encontrar estos microorganismos son aquellos en donde más tiempo han permanecido en contacto con estos materiales. Su trabajo consiste en cultivarlos y estudiarlos para medir su capacidad de biodegradación. “La universidad le está apuntando a crear estrategias fisicoquímicas, biotecnológicas  para poder minimizar el impacto ambiental que hemos causado durante tanto tiempo”, explica.

Los tres investigadores coinciden en que para atacar el problema hay varios frentes. Uno de ellos es la educación ambiental, tanto de las comunidades que habitan y visitan el mar, como las de las grandes ciudades, cuyas poblaciones suelen creer que no tienen responsabilidad en el tema, pero sus residuos son transportados por corrientes hídricas hasta los océanos.