El nuevo gobernador del cabildo arhuaco buscará fondos para proteger los recursos naturales de la Sierra. Foto: Shawn McCarney (suministrada por Danilo Villafañe). | Foto: Danilo Villafañe - Shawn McCarney

INDÍGENAS

“No me voy a quedar de brazos cruzados viendo que la Sierra Nevada desaparece”

Danilo Villafañe, el nuevo gobernador del cabildo arhuaco, heredó de su padre desde hace más de 20 años la defensa ambiental y cultural de este ecosistema único en el planeta. Esta es la historia del líder indígena conocido como el canciller o el gran hermano.

4 de noviembre de 2020

Cada vez que aparece un nuevo proyecto, le delegan una batalla por los indígenas o le encomiendan liderar una defensa ambiental por la Sierra Nevada de Santa Marta, Danilo Villafañe, un arhuaco de 47 años, hace un viaje al pasado y se transporta a esas épocas de la temprana edad cuando vivía en la montaña y escuchaba con atención las lecciones ancestrales de su padre.

Adalberto Villafañe fue uno de los primeros líderes de la Sierra, un trabajo que inició entre el río Don Diego y Palomino, zona en disputa con los nuevos colonizadores que llegaron atraídos por el boom de la marihuana. Esto provocó una invasión masiva de campesinos del interior del país en el norte del ecosistema, quienes con motosierra tumbaron mucho monte. Mi padre decidió detener ese crimen ambiental”.

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Danilo, con apenas cinco años de vida, fue testigo de la hecatombe ambiental del bosque. Aún tiene frescos los recuerdos de las grandes extensiones de tierra sembradas con marihuana, una actividad que puso en riesgo la vida de los arhuacos, wiwas, koguis y kankuamos, los cuatro pueblos indígenas de la Sierra.

“Los indígenas recibían amenazas diarias. Pero mi papá no se desmotivó y siguió trabajando por la defensa del territorio, que empezó a concretarse con la creación del Parque Nacional Sierra Nevada de Santa Marta, la consolidación del primer resguardo kogui-malayo-arhuaco en 1980 en parte del Magdalena y La Guajira, y tres años después del resguardo arhuaco”.

Danilo Villafañe heredó de su padre el liderazgo ambiental y territorial de la Sierra. Foto: Shawn McCarney (suministrada por Danilo Villafañe). 

Cuando cumplió nueve años, Danilo tuvo que abandonar la montaña. Su partida no estuvo relacionada con las amenazas que le llegaban por varios bandos a los indígenas de la Sierra, sino por la visión que tenía don Adalberto. “Mi padre, como buen visionario, sabía que un mejor futuro sólo vendría si sus hijos estudiaban y aprendían nuevas cosas. Por eso nos mandó con mi hermano a estudiar a Santa Marta mientras él seguía con su lucha territorial”.

Su llegada al casco urbano de la Perla de América no fue fácil. No sabía una sola palabra en español y el ajetreo de la ciudad le afectó el alma. “Yo solo conocía la parte alta de la montaña, en Don Dieguito, y la ciudad era un mundo diferente y extraño para mí. Me costó mucho acostumbrarme al olor de la combustión, el ruido, la acústica y la cantidad de cables y postes en las calles. Incluso el sabor del agua y la comida era raro. La primera noche la pasamos en la Troncal del Caribe, pero el ruido y las luces de los carros no me dejaron dormir. Ese fue mi primer contacto con la civilización destructora”.

Muerte y herencia

Mientras Danilo y su hermano aprendían español en Santa Marta, Adalberto siguió con su liderazgo en la Sierra. La constitución del resguardo dio paso al saneamiento del territorio, es decir, la compra de las tierras a los campesinos con los primeros recursos que llegaron a la zona.

“Antes de eso no se reconocía la propiedad de la tierra de los pueblos indígenas. Fue un proceso bastante complicado y doloroso porque fue en pleno apogeo de la marihuana. Se presentaron muchos asesinatos entre las asociaciones de cultivadores y aparecieron personas con dinero falso. La zona fue invadida por combos de guajiros, cachacos, paisas, tolimenses y boyacenses, lo que dio origen a la consolidación de los grupos armados que hoy en día persisten”.

El nuevo gobernador del cabildo arhuaco luchará para poder ampliar el territorio de los resguardos indígenas. Foto: Esteban Vega.

Cuando terminó sus estudios en la capital del Magdalena, Danilo regresó a su terruño para acompañar a su padre en todos los procesos que lideraba. “Yo quería estudiar derecho en Santa Marta, pero en esa época sólo habían instituciones privadas. Me matriculé en una universidad a distancia y repartí el tiempo para estar con mi padre. Ahí empecé a involucrarme en la defensa de la Sierra”.

El 21 de mayo de 1996 la tragedia llegó a la familia Villafañe. Danilo, con 22 años, acompañaba a su padre a varias reuniones por la Sierra, pero en uno de esos encuentros tomaron rumbos distintos. “Nos separamos por 45 minutos, lapso de tiempo en el que apareció muerto en la cuenca del río Don Diego. Fue una muerte muy turbia y nada clara. Siempre sospechamos que fue un asesinato por los temas que abordaba mi padre”.

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Las causas de la muerte de don Adalberto son aún un misterio. “No quise que le hicieran la necropsia porque no quería saber que le causaron daño y quedarme con esa impresión, la cual le generaría más tristeza a mi alma. Fue en ese momento que los mamos de la Sierra, tanto arhuacos, wiwas y koguis con los que trabajaba mi padre en la organización Gonawindua Tayrona, tomaron la decisión de que yo asumiera el liderazgo en los temas ambientales y territoriales”.

Danilo denuncia que la Sierra Nevada carece de fondos para proteger los recursos naturales. Foto: Shawn McCarney (suministrada por Danilo Villafañe).

Las amenazas y azotes que vio desde pequeño contra los indígenas causaron un profundo resentimiento en el alma de Danilo. “Yo era un indígena rebelde contra los blancos. Tanto atropello, discriminación y maltrato que ví generaron un gran resentimiento, tanto así que en varias ocasiones llegué a expulsar a funcionarios de Parques Naturales y turistas que llegaban a la Sierra. Tenía actitudes muy agresivas”.

Antes de asumir el legado que le dejó su padre, Danilo recordó los consejos que le daba reiteradamente para que cambiara esa actitud. “Mi papá me observaba a la distancia cuando tomaba esas actitudes agresivas contra los blancos. Un día rompió su silencio y me hizo entender que estaba haciendo mal las cosas. Me dijo que uno debe ser amigo de los enemigos para encontrar apoyo y evitar problemas, que la clave estaba en el respeto y la diplomacia”. 

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Don Adalberto tenía muchos dichos que calaron en el naciente líder, como que los blancos y los indígenas debían estar juntos pero no revueltos. “Cuando aparecieron los paramilitares, liderados por Hernán Giraldo, mi papá llegó al acuerdo de que el grupo armado no se metería en los asuntos indígenas y viceversa. También quedó prohibido que los indígenas fueran a las zonas de los campesinos para evitar roces o mestizajes. Eran reglas de convivencia”.

Para Danilo, una vida basada en el respeto y la diplomacia fue la lección de vida más importante que le dejó su padre, la cual aplica al pie de la letra desde que su progenitor partió del mundo terrenal. “El hombre apático y agrio quedó en el pasado gracias a las enseñanzas de mi papá, al que todos los indígenas de la Sierra aún recuerdan”.

Danilo no piensa quedarse de brazos cruzados viendo que la Sierra desaparece. Foto: Danilo Villafañe.

Los frutos

A pesar de su corta edad, un factor atípico para asumir un reto tan grande como velar por los recursos naturales y los indígenas de la Sierra, el trabajo de Danilo empezó a dar resultados al poco tiempo. Un año después de la muerte de su padre, el nuevo líder gestionó recursos para adquirir 115 predios a través de un convenio con The Nature Conservancy (TNC).

Logramos capitalizar 900.000 dólares para comparar las tierras en zonas como Río Ancho con los koguis, Don Diego y Palomino con los arhuacos y Guachaca con los wiwas, territorios que fueron incluidos dentro del resguardo. Ese fue uno de los primeros frutos de mi trabajo como líder, el cual se lo debo a mi padre”.

Entre 2005 y 2011, Danilo le metió la ficha al tema de la erradicación de cultivos ilícitos en la Sierra Nevada de Santa Marta, logrando limpiar áreas como Don Diego, Palomino y Río Ancho. “Convencimos al Gobierno de que la mejor opción era comprar las tierras campesinas llenas de coca para que los indígenas, como autoridades del territorio, las limpiaran. En total fueron compradas y erradicadas 14.000 hectáreas, proceso que no presentó ningún problema con los narcotraficantes o el campesinado. Llegamos a buenos niveles de acuerdos”. 

Danilo lleva más de 20 años luchando por la naturaleza y los pueblos indígenas de la Sierra. Foto: archivo Semana.

En la primera compra, que fue en 2006 y la cual contó con recursos cercanos a los 5.000 millones de pesos, Danilo recuerda que los indígenas erradicaron 840 hectáreas de coca. “Para que nos tomaran en serio le solicitamos a Parques Naturales y a la Oficina contra la Droga y el Delito que verificaran y acompañaran el proceso, en el que participaron 130 arhuacos a punta de machete”.

Con la desaparición de la coca en las 14.000 hectáreas, las estaciones de gasolina que le daban los insumos para el funcionamiento de los laboratorios de coca también fueron erradicados del territorio. “Se acabaron las estaciones de Palomino, Marquetalia y Buritaca y le fueron compradas las tierras a 434 campesinos que cultivaban coca, áreas donde hoy en día hay bosque”.

Otro triunfo fue la consolidación del corredor ambiental y cultural de la Sierra entre 2007 y 2010, que contó con recursos cercanos a los 73.000 millones de pesos gestionados con diversas gobernaciones y alcaldías. “Logramos firmar muchos convenios con ONG internacionales y construimos puestos de salud”.

Uno de los sueños frustrados de Danilo fue consolidar el grupo de amigos de la Sierra Nevada para encontrar apoyo internacional. “La idea era hacer una red de un millón de amigos de la Sierra en el exterior y que cada uno invirtiera recursos para financiar proyectos. Contamos con el apoyo de las Naciones Unidas y el PNUD, que nos permitió conversar con los embajadores de Francia, Noruega, Suecia y Suiza; incluso algunos visitaron el territorio”.

A los 22 años, Danilo inició el liderazgo por la Sierra Nevada de Santa Marta. Foto: Defensoría del Pueblo.

Para Danilo, el ideal era que el mundo pusiera sus ojos en la Sierra, ecosistema que se desangraba por las muertes de los kankuamos, koguis y arhuacos. “En la época de los diálogos de paz del Caguán denuncié que estaban matando a los indígenas. Los paramilitares contaban con corredores y la guerrilla dominaba la parte alta y media de la Sierra, una época muy difícil para los líderes en la que no ingresaban ni alimentos”.

La estrategia de gestión internacional arrojó la elaboración de videos y brochures para que el planeta conociera los tesoros que guarda la Sierra. “El grupo de amigos fracasó porque algunos indígenas empezaron a generar ruido e inconformismo, a pesar de que la estrategia contaba con la autorización de los mamos. Las rivalidades y caprichos terminaron por dañar este proyecto”.

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El líder arhuaco no se echó a la pena y siguió gestionando recursos para el beneficio de la Sierra y sus indígenas. “Hicimos una película con National Geographic; Acdi-Voca en Estados Unidos destinó dos millones de dólares para mejorar la calidad y procesamiento del café, proyecto liderado por Luis Alfonso Hoyos; y realizamos estrategias de energía solar. El Banco Interamericano de Desarrollo nos ayudó a consolidar una marca de café arhuaco”.

Danilo ha basado parte de su liderazgo en tocar las puertas de los hombres blancos para buscar recursos y proyectos que beneficien a la Sierra, una de las lecciones que le dio su padre Adalberto y la cual le dio un apodo entre los indígenas. “Me conocen como el canciller de la Sierra. Mi padre me enseñó que si uno no sale y dialoga no logra nada”.

El padre de Danilo fue uno de los primeros líderes indígenas de la Sierra. Foto: Shawn McCarney (suministrada por Danilo Villafañe).

Poco aprecio

Veintidós años lleva Danilo defendiendo la Sierra, dos décadas en las que ha trabajado como asesor en temas indígenas con dos ministros de Ambiente, miembro del grupo de escenarios de la OEA, delegado en la mesa permanente de concertación de la Confederación Indígena Tayrona y de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, y gobernador encargado del cabildo arhuaco Magdalena-La Guajira.

“Estuve en las conversaciones para la construcción de los planes de desarrollo en los dos periodos de Juan Manuel Santos, pero al final tuve una tremenda decepción. Habíamos pactado presupuestos para los pueblos indígenas y varias acciones, pero no se cumplieron. Concluí que la Sierra y sus pueblos no somos importantes para el Gobierno; nos tienen poco aprecio”.

Según Danilo, los indígenas son fuertes en el pensamiento y el respeto de la naturaleza, algo que toma más relevancia en estas épocas de cambio climático. “Nuestras prácticas ancestrales son la clave para la conservación de la naturaleza, pero esto no es valorado y lo desprestigian y discriminan. Sumado a esto, muchos pueblos indígenas se dejaron involucrar por una ideología que no hace parte de la cultura ancestral”.

Las prácticas ancestrales de los indígenas de la Sierra no son tomadas en cuenta por el Gobierno. Foto: Danilo Villafañe.

La sabiduría de los mamos, basada en un respeto inmensurable por los recursos naturales, está quedando atrás por el mundo occidental. “El dinero, la tecnología, viajar en avión y tener carro son cosas atractivas de este mundo occidental, pero esa no es la vía para recuperar el daño que le hemos causado a la tierra. El verdadero objeto de atención del hombre es preservar las partes que generan la vida. La naturaleza sólo requiere del ser humano de su entendimiento ameno”.

Para el líder arhuaco, las tradiciones indígenas y sus prácticas ancestrales que respetan la naturaleza son vistas como chamanismo o esoterismo. “Eso sucede por el conocimiento vago que tienen de la naturaleza. No contemplan que nosotros veamos como algo sagrado una montaña o un río, que para nosotros producen vida. En la medida que el hombre no identifique lo sagrado de la tierra, todo se seguirá dañando”.

Los retos de la Sierra

Los mamos y autoridades arhuacas de la Sierra Nevada de Santa Marta, que representan a las 22 comunidades o asentamientos de este pueblo conformado por más de 10.000 indígenas, acaban de designar a Danilo Villafañe como nuevo gobernador del cabildo arhuaco Magdalena - La Guajira, un voto de confianza por el trabajo de dos décadas en el que asumirá varios retos.

Uno de ellos será gestionar recursos para frenar la depredación ambiental causada por el hombre en el territorio. “La Sierra no cuenta con fondos para su gestión ambiental. Hoy en día eso es nulo, no hay nada que garantice que este ecosistema pueda atender sus temas ambientales, a pesar de que es un sistema montañoso que alberga una megabiodiversidad de especies, algunas únicas en el mundo”.

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Danilo no concibe que un territorio donde nacen 35 ríos, que abastecen a la población, industrias y al turismo en la región, esté desprovisto de fondos para conservar sus tesoros naturales. “Sin inversiones, ¿cómo vamos a detener el deterioro ambiental, la colonización y la proliferación de nuevos actores desatados por los inversionistas del turismo?”.

El tema turístico le afana al nuevo cabildo gobernador arhuaco. “No existe una política de turismo responsable y ambientalmente sostenible, y mucho menos algo que garantice la participación de los pueblos indígenas, que son los dueños ancestrales de los territorios”. 

Los futuros proyectos turísticos en la Sierra le afanan al nuevo gobernador del cabildo arhuaco. Foto: Esteban Vega.

En cuanto al turismo en el Parque Nacional Tayrona, Danilo ve más pérdidas que ganancias. “¿Qué ganamos los indígenas y la Sierra si este parque se concesiona a un privado y las ganancias no son destinadas a ampliar las áreas de conservación? Será más dinero para el inversionista, pero no beneficios para la región. Esa aritmética no me funciona en la cabeza”.

Según Danilo, el modelo de negocios que se está planteando en el Tayrona es concesionar el parque a 23 años, lo que arrojará un incremento en más de 1,2 millones de turistas. “Todo está hecho para beneficiar a los inversionistas. Lamentablemente, en este proyecto participan algunos líderes indígenas informales, técnicos que hacen parte de la concertación con las entidades públicas y desconocen a las autoridades ancestrales”.

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El líder arhuaco considera a este proyecto como un mal negocio para la región, ya que la Sierra y los indígenas no van a ganar nada. “La tontería más grande que podemos cometer los líderes es comprometer las tierras y el futuro de nuestros niños. Los colombianos no podemos permitir que el Estado le siga regalando los recursos naturales y ancestrales a los inversionistas, en lugar de destinar recursos para empoderar a los indígenas”.

Villafañe también denuncia que hay serios problemas en las zonas traslapadas entre Parques Nacionales y el resguardo, donde hay campesinos que no pueden tener títulos de propiedad, acceso a servicios públicos o ayudas del Gobierno, algo que considera como una injusticia. “Es urgente gestionar recursos para comprarle las tierras a los campesinos y así sanear los parques y los resguardos. Para el Gobierno es fácil decir que hay presencia ilegal en la Sierra, pero muchos campesinos llevan ahí más de 30 años. Ellos tienen derechos que los indígenas respetamos”. 

Danilo seguirá luchando por evitar el desangre de los recursos naturales de la Sierra. Foto: Shawn McCarney (suministrada por Danilo Villafañe).

Ampliar el resguardo

En su nueva encomienda por parte de los mamos arhuacos, Danilo buscará lograr una legitimidad en la representación indígena. “Hay unos liquidacionistas promoviendo cosas que nos perjudican. Por eso es urgente tener claridad sobre el tipo de representatividad de las diversas expresiones organizativas”.

Sin embargo, afirma que priorizará su trabajo en ampliar las áreas de los resguardos, la consolidación del territorio que siempre han buscado los indígenas de la Sierra. “Cuando se amplían los resguardos, inmediatamente aumentan las áreas de conservación ambiental por nuestras prácticas ancestrales”. 

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Cada 10 años, la cantidad de la población de los pueblos indígenas de la Sierra aumenta el doble, una razón más para ampliar sus territorios sagrados. “Afuera de los resguardos se está estimulando la colonización, algo que si no es abordado de manera urgente desencadenará nuevas problemáticas”.

Danilo lanzó un SOS por la cantidad de vías que zigzaguean por la Sierra Nevada. “Un factor determinante en el deterioro del ecosistema son las carreteras, una construcción nociva para los recursos naturales. Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) buscan consolidar más vías, algo que debe parar”. 

Las vías son un cáncer para los territorios sagrados de los indígenas de la Sierra. Foto: Esteban Vega.

La electrificación también campea por esta joya ambiental y cultural del Caribe colombiano. Para Danilo, cuando llega la luz se valoriza la tierra y estabilizan los terrenos que surgieron de la colonización improvisada. “Siendo francos, los 300.000 campesinos que hay en la Sierra deben ser reubicados en las partes más bajas para que se produzca el menor impacto ambiental”. 

Villafañe trabajará en estimular la salida de los colonos de la Sierra a través de la consolidación de estrategias de inversión regional y nacional en las partes bajas. “Hay que consolidar veredas con programas de vivienda, educación salud y proyectos agrícolas para crear un cinturón campesino donde no haya agresiones al medioambiente”. 

Una alianza con la región podría ser la clave para el futuro de la Sierra. “El ideal es que las partes altas y medias sean conservadas y protegidas por los indígenas, y concentrar en las zonas bajas la producción de banano, algodón, palma, arroz y hasta el turismo. Gran parte de la Sierra está conformada por sitios montañosos donde no tiene cabida el desarrollo, por lo cual no debe ser vista como una dispensa alimentaria para la región”.

Esa visión futura de la Sierra sólo será posible a través de la creación de mecanismos financieros interinstitucionales. “Hay que empezar a hablar de los servicios ambientales del territorio. Por ejemplo, un instrumento podría generar que las ciudades nos compren agua en bloque y se genere un fondo para las intervenciones en la Sierra Nevada. El líquido vital nace en nuestro territorio”.

En la Sierra se han desarrollado varios programas para que los indígenas mejoren la calidad del café. Foto: Esteban Vega.

Todos los que hacen parte de la cadena del turismo deberían aportar algo para la defensa de la Sierra, como hoteles, aerolíneas y agencias de viajes. “Aportando un granito de arena podríamos proteger la montaña, el agua y preservar la identidad cultural, pero todo con la participación activa de los indígenas. Esto no será fácil porque la visión que predomina es que donde hay recursos los pueblos no podemos intervenir e incidir”.

La Sierra necesita de inversión y acciones que propendan por el cuidado de la naturaleza. “Si seguimos como vamos actualmente, en 50 años ya no habrá Sierra Nevada de Santa Marta. No me voy a quedar de brazos cruzados viendo que todo desaparece, por lo cual me enfocaré en convencer y entusiasmar a los diferentes sectores para desarrollar estas iniciativas de origen indígena, así como me lo enseñó mi padre”.