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En guardia
Sandra Morelli, la mujer que vigila y controla el uso de los dineros del Estado, se ha convertido en una fuerte defensora del medio ambiente.
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María Sandra Morelli Rico es una cazadora. Durante su vida no solo ha atrapado uno que otro animal. Desde que se convirtió en la Contralora General de la República persigue otras especies, tal vez más salvajes y aterradoras que las que están en las paredes de su casa. No se considera ambientalista, pero se ha convertido en una aliada para quienes sí lo son. Morelli se ha dedicado durante sus tres años de administración a cumplir lo que dice en un “librito que se escribió en 1991”, la Constitución.
La han tildado de “mentirosa”, “imprudente” e incluso de “loca”, pero nunca de temerosa. No ha dudado en enfrentar a grandes empresas, al Gobierno y funcionarios para recuperar el dinero que al Estado, literalmente, se le pierde a causa, principalmente de corrupción y malos manejos.
Esta cruzada la ha llevado al lado ‘verde’ del patrimonio público y la ha enfrentado con problemas que sobrepasan el ámbito ambiental. Es el caso de la bahía de Santa Marta, donde la contaminación obedece a una concurrencia de factores y las autoridades miran cada tema por separado, dice Morelli.
Hace un año, la Contraloría comenzó un estudio sobre las actividades y agentes que impactaban la bahía: el relleno sanitario, la marina, la contaminación y ocupación ilegal de la cuenca y llanura aluvial del río Manzanares, el emisario submarino y el transporte de carbón a los puertos. Actualmente, la entidad revisa el material técnico recolectado en la fase de investigación.
Otro de los casos en los que la Contraloría ha dado la pelea es la construcción de la represa de El Quimbo (Huila), uno de los proyectos hidroeléctricos más grandes de Colombia. Allí el ente de control intervino, ya que los censos realizados por la empresa encargada presentan irregularidades en el número de personas afectadas por la futura represa y se identificó que el terreno no es apropiado para el tipo de trabajo que se pretende llevar a cabo.
Así mismo, encontró que Prodeco, propiedad de Glencore Xstrata International y cuya actividad está basada en el carbón, no pagaba efectivamente las regalías y la suma, de acuerdo con el proceso que está en curso, asciende a cerca de 50 mil millones de pesos. “El tema es sorprendente, porque lo que hace la empresa es demandar al Estado por cobrar lo que aparentemente debió habérsele pagado. Y digo aparentemente porque hay un principio de prueba, pero esto se definirá procesalmente”, afirma Morelli.
Para la funcionaria, la corrupción no está en el ADN de los colombianos. Es un coctel de circunstancias que ha vivido el país y es consciente que a nadie le gusta que lo controlen, por eso no toma las controversias como algo personal.
En su discurso de aceptación, luego de recibir la medalla al 'Mérito notarial', dijo: “No es que este país sea más corrupto que otros países. No es que nosotros seamos más propensos a la corrupción. No, eso no tiene ningún fundamento científico. Sencillamente, es un Estado debilitado”.
Utiliza ese mismo argumento cuando habla del Ministerio de Ambiente. Para Morelli, a esa cartera le faltan dientes a la hora de enfrentarse con otros actores y es, de una u otra manera, vulnerable a la presión. “Hay una institucionalidad muy débil, a la que le hacen ¡bu! Y se asusta”, añade.
Pero, detrás de la figura de una mujer controversial e irreverente, está la aplicada y disciplinada estudiante de derecho, hija de un italiano que huyendo del servicio militar se quedó en Colombia. La mujer detrás de los titulares de prensa, acusaciones y recusaciones es conocida en el mundo académico como una ‘pila’, donde la ley y el sentido común son su forma de vivir el día a día.
Egresada de la Universidad Externado de Colombia y becaria de tres universidades europeas donde no solo tuvo las mejores calificaciones, sino que sus tesis fueron laureadas, la Contralora ha sido conferencista y veedora en diferentes escenarios internacionales, además miembro de academias de juristas.
En medio del quehacer diario, a Morelli le toca ponerse una camiseta más: la de mamá de un niño de nueve años. Se trata de Gian Franco, quien lleva el mismo nombre de su abuelo y representa una de las frustraciones de la Contralora, quien dijo en una entrevista con un diario colombiano “es difícil ser quien compra y está pendiente de las medicinas del niño, pero no quien se las da”.
Aplicada, desafiante, lógica y un poco fuera de lo común, esa es la mujer que encabeza el grupo que desde la Contraloría está vigilando que el patrimonio natural de la nación no se pierda.