Diego Trujillo
Diego Trujillo | Foto: Esteban Vega La-Rotta

Opinión

Los nuevos amores

Eso de que todo tiempo pasado fue mejor es relativo; en lo que concierne a conseguir pareja, no cambio los tiempos actuales. Todo es más fácil ahora; el radio de acción es el planeta entero. La comunicación es instantánea. El personal a disposición extenso y muy diverso.

Diego Trujillo*
13 de junio de 2021

Eso de que todo tiempo pasado fue mejor es relativo; en lo que concierne a conseguir pareja, yo no cambio los tiempos actuales por aquellos días lejanos de mis épocas de conquistador. Cuando yo era joven, conseguir pareja era muy complicado. El radio de acción en que uno se movía para buscarla estaba limitado al barrio, al círculo de amigos y sus hermanas y si uno tenía la suerte de tener hermana, se ampliaba levemente con las amigas de ella. La única opción de hacer un levante era lanzándose, hablándole a la pretendida cara a cara y si había suerte, obtener el número de teléfono de la casa.

La competencia era feroz y las comunicaciones eran muy precarias. El teléfono fijo, al servicio de toda la familia, tenía límite de tiempo y dejaba expuestas las conversaciones a que alguien levantara la bocina en otro lugar de la casa. Había que hacer visita, llevar regalos, invitar a cine para poder cogerse de la mano. Las posibilidades de un encuentro íntimo eran tan remotas, que si finalmente ocurría el milagro, era tal la ansiedad, tal el ímpetu contenido, que eso terminaba en un polvo de gallo vergonzoso.

Pero quiso la vida compensarme por el sufrimiento de aquellos tiempos aciagos y me dio alientos suficientes para alcanzar a conocer y disfrutar —gracias a la revolución tecnológica ocurrida durante la segunda mitad del siglo pasado— de internet, la telefonía celular y las múltiples aplicaciones que hoy en día facilitan los encuentros entre seres humanos. Gracias a las redes sociales y a las aplicaciones de citas, para conseguir pareja ya ni siquiera hay que salir de la casa.

Si yo hubiera tenido en aquel entonces algún indicio de que esto ocurriría, creo que habría preferido esperar hasta hoy para perder la virginidad, incluso de manera virtual, para evitar un mal desempeño. Todo es más fácil ahora; el radio de acción para conseguir pareja es el planeta entero. La comunicación es instantánea. El personal a disposición es extenso y muy diverso; cientos de hombres y mujeres, que pueden no ser ni lo uno ni lo otro, pero que están ávidos de entablar una relación al instante. Sólo hay que darle click a una foto, teniendo la precaución de abstenerse si se presenta alguna de las siguientes anomalías:

1. La mujer aparece con la mamá en la foto. 2. En la foto aparecen tres personas y no hay manera de saber quién es el titular de la cuenta. 3. La persona pone una frase inspiradora en vez de foto. 4. La mujer monta una foto con el novio. (A menos de que usted esté dispuesto a hacer un trío).

Por lo demás el proceso es muy sencillo. Se escoge la foto, o se deja uno escoger, y de manera inmediata se entabla una conversación que puede derivar con el tiempo en cualquier cosa, incluso en matrimonios estables. Lo digo con conocimiento de causa; hace poco conocí a una pareja, ella, colombiana y él, libanés. Se conocieron exactamente como he dicho, a través de una aplicación de citas, hace más o menos dos años. A partir de ese momento comenzaron a charlar sin tregua, aprendiendo despacio el idioma del otro, sorteando las diferencias horarias para cumplir puntuales sus citas y fascinados, a medida que pasaban del chat a la videollamada, con lo cercanos que podían sentirse dos mundos tan distantes.

Un día, ella recibió el mensaje de texto habitual y cuando se disponía a responder, recibió un mensaje con la ubicación de él. Estaba en Bogotá. Contra todo pronóstico decidió viajar a Colombia sin avisarle, porque se aburrió de chatear. Quería mirarla a la cara, cogerle la mano por fin y proponerle que siguieran el camino juntos. Ella sin pensarlo dejó su apartamento en Bogotá, crearon un emprendimiento de cocina con recetas que él trajo de Beirut y que despachan a domicilio desde Subachoque, donde viven felices desde entonces.

*Actor