MEDELLÍN

El reguetonero de la comuna 13

Juan Fernando Quintero ha luchado mucho en su vida, en una caída estuvo a punto de retirarse del fútbol, pero la magia de su zurda lo ha levantado. Hoy es figura de nuevo en un Mundial.

30 de junio de 2018

Tenía 9 años cuando su entrenador Jorge Betancur lo puso a cobrar el último penalti en un torneo en Santa Marta. Juan Fernando Quintero, el de menor estatura del equipo, puso la pelota en el punto, tomó impulso y la botó, lejos del arco. “Se frustró mucho, le dije que eso no era lo que buscábamos”, cuenta Betancur.

Pero la vida da revancha. Un año después, en 2005, Quintero veía desde la banca cómo su equipo perdía 2 a 1 en un encuentro de preparación para la Ponyfútbol, torneo que al final ganarían. No había ido a dos entrenamientos y recibía su castigo sentado. “Profe, métame que yo le empato y le gano esto”. Lo demás es historia… El partido terminó 3 a 2, y Quintero anotó uno de sus goles de tiro libre.

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José de Arco descubrió su talento cuando Quinterito, de 9 años, lucía “como un gamincito” que le pegaba como nadie a la pelota. A esa edad lo llevó al club que lo hizo grande, al menos deportivamente, el Envigado F. C.

FOTO: León Darío Peláez

Le dicen Quinterito por su estatura, pero eso no lo amilana para meter pases creativos y de profundidad que dejan boquiabiertos a sus rivales. Lo hace desde sus comienzos en la comuna 13 y en las canchas del Envigado F. C., cuando tomaba el metro hasta San Javier, se bajaba en San Antonio y ahí cogía bus hasta su lugar de entrenamiento a las afueras de Medellín.

No le tenía miedo a jugar con los más grandes en edad y estatura, en las individuales les jugaba de “tú a tú, y hasta les quitaba el balón a los mayores para cobrar tiros libres y penaltis. Porque ese chico tiene una personalidad increíble”, dice De Arco.

Era cuestión de tiempo su llegada al fútbol profesional con la camiseta naranja de Envigado. León Echavarría, la persona más antigua en ese club, recuerda su debut contra Medellín en el Atanasio Girardot: “Jugó con la 17 y yo le decía, ‘hágale tranquilo, mi rey, que cuando sea grande le voy a dar la 10, porque usted es un monstruo’, y él me dijo: ‘Listo, Leito, va pa esa porque quiero ser grande y quiero llegar muy lejos’”.

La joven promesa de entonces ha enfrentado una seguidilla de zancadillas que ha podido esquivar. Primero en 2010, cuando la hinchada lo pedía a gritos, Pedro Sarmiento lo mantenía en el banco contra el Pasto. Entró en aplausos, pero salió tendido en una camilla, por culpa de Germán Mera que le entró como una máquina al pequeño de 17 años. Resultado: fractura de tibia y peroné que lo sacó de las canchas por un buen tiempo

El fantasma de las lesiones regresó años después, luego de convertirse, en Brasil 2014, en el colombiano más joven en anotar en un Mundial. No pudo jugar la Copa América por una lesión de rodilla, llegó del Porto al Rennes con molestias y en el equipo francés volvió a lesionarse, esta vez el talón. Se la pasaba más en la banca que en la cancha. Y los problemas de indisciplina no se hicieron esperar.

Lo sedujo la música y su cercanía con Maluma, su amigo de toda la vida, hizo que pasara más tiempo en estudios de grabación que en las canchas, donde ya no tenía minutos y no era tan visible como cuando marcó el gol histórico contra Costa de Marfil. Todo el mundo lo señalaba: “Se va a retirar del fútbol”, decían. Los periodistas se burlaban y los hinchas lo criticaban.

Pero el Deportivo Independiente Medellín y luego el River Plate volvieron a creer en el chico que anotaba goles de tiro libre desde los 7 años. Pero le impusieron cláusulas para evitar problemas fuera de la cancha. Con todo y vigilancia volvió a surgir y todos lo quieren en el equipo ‘millonario’. Ya anotó su primer gol en Rusia 2018: un tiro libre por el suelo que venció al portero japonés, un gol hecho más con el cerebro que con la zurda. Y en cada partido sorprende con ideas elegantes y pases de goles inesperados, como ese que llevó al Tigre Falcao a su máximo rugido. Porque la vida da revancha.