| Foto: Getty Images /Mario Tama

RUSIA 2018

Un homenaje a los hinchas de la Selección Colombia

El escritor Gonzalo Mallarino celebra a los hinchas de la Selección Colombia. A los que llenan el estadio en Barranquilla, a los que siguen a la selección por todo el mundo. A los que lloraron un autogol en Estados unidos y a los que celebraron en Brasil.

Gonzalo Mallarino*
1 de junio de 2018

Ahora tenemos un corazón nuevo, que golpea por la Selección Colombia. Podemos ser verdaderamente hinchas de nuestro equipo. Antes no porque no íbamos al mundial o nos eliminaban rápido de los torneos. Salvo algunos casos. Pero todo sucedía a mucha distancia, no tocaba nuestras vidas. Durante esos años le hicimos fuerza a Brasil, que era lo más parecido a nosotros. Tenía jugadores negros y se reían como nosotros, gozaban en la cancha. A diferencia de los argentinos, que eran muy dotados pero solemnes y a veces despectivos. Además Brasil tenía a Pelé. Nosotros, los colombianos, emocionalmente, ganamos la copa mundo en México 70, con las piernas y la poesía de ‘O Rei’. Vimos esa final contra Italia en los primeros televisores que llegaron a las casas. En blanco y negro.

Pasaron muchos años en los que no fuimos a los mundiales. Logramos llegar a Italia 90 y empatamos un buen partido contra Alemania. Después vino lo del 5-0 a Argentina y el Mundial de Estados Unidos en el 94, que quiero olvidar para siempre. Tras ese campeonato las mafias de apostadores asesinaron a Andrés Escobar. Y el equipo estaba envanecido y jugó mal. Lo único que vale la pena recordar son los hinchas, los miles de colombianos que fueron hasta allá. Los veo, bajo un sol de justicia, porque el horario que nos pusieron para los partidos de la fase de grupos era casi al mediodía. Los veo, adoloridos, viendo perder a la selección. Pero fueron. Ahí estaban. Y allí estuvieron también en Francia 98, a pesar de que el equipo no jugó bien y fue eliminado temprano.

En esos años nació el Cole, el inmenso hincha barranquillero que desde entonces acompaña a la selección en todos sus partidos. Fue el primero que pensó en lo elemental, en el cóndor. Y creó la gorguera y las alas coloridas y enormes. Y empezó a volar y a saltar por las graderías de los estadios. Ahí se inventó algo. Una manera de representar a la selección, claro, pero también una manera de ser colombiano a los ojos del mundo.

Eso lo inventó el Cole. Y unos años después, poco a poco, vinieron otros, como el Pulpo, que es de Cúcuta, y otros más, Colombius, el Mico... Emblemas del fútbol de la selección. Emblemas de una manera de sentir lo colombiano.

Pero fue necesario cruzar muchos desiertos para que Colombia volviera a latir con este corazón nuevo. Para que el fútbol de la selección se elevara, se alzara, y lo vieran con admiración y cautela los otros. Y eso se debe al advenimiento de Pékerman. Él tuvo una visión ecuménica puedo decir, una visión del mundo total del fútbol. Era, es, un cosmopolita. Sabe cómo se juega al balompié en todos los países y todas las ligas. Y supo cuál era el carácter que debía preservar el fútbol de la selección. Y eso hizo. Y fue formando y acerando a unos atletas nuevos, que podían echarse el peso de un estilo de jugar, sin atortolarse, sin apocarse. Y sin caer en la arrogancia.

Nos fue cambiando también a todos. A todos los hinchas. Nos fue sacando del traspatio a la calle y a la plaza, nos oreó. Nos volvió a formar, junto con el Cole y el Pulpo y los otros abanderados, a todos. Y los colombianos, de verdad ahora sí, empezamos a preocuparnos por la selección. Casi todos por lo menos, y casi todos los días de nuestra vida. Eso somos ahora los hinchas de la Selección Colombia. Y desde hace unos años, además, ligamos la selección al calor, como debía ser, como es natural para nosotros, y jugamos en Barranquilla.

Cuántas cosas conoce o puede nombrar que representen lo colombiano. Que nos unan a todos sin herirnos. Porque eso representan los hinchas de una selección nacional. Usted, yo, él, y muy importante, casi inaugural, ellas. Salga a la calle el día de un partido, para que vea las camisetas y los cabellos y las pieles de las hinchas nuevas del equipo. Del país, iba a decir. Las nuevas hinchas de Colombia.

Eso no tenemos cómo pagárselo a Pékerman. Se nos pasará la vida agradeciéndoselo. Este argentino, solemne, serio, pero nunca altivo, nos unió y nos dio una razón para tocarnos, palparnos, acercarnos. En lugar de hacernos daño y de recelar cada vez que nos vemos a la distancia. Y esto pasó no solamente porque ganamos más partidos. Eso es importantísimo, claro. Pasó también porque junto con un fútbol más inteligente y más verdadero, nació una hinchada más devota, más decidida. Más necesaria que nunca. En este país de tantas lágrimas y amores. Que logró llevar al equipo hasta cuartos de final en Brasil 2014 y sacar goleador de una copa mundo a un colombiano. Y que está lista, muy lista, velando las armas, para ir a Rusia 2018.

*Escritor.