Chávez nombra jefa de gobierno en Caracas

Alianza BBC
15 de abril de 2009

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, designó a la ex ministra de Ambiente Jacqueline Faría como nueva autoridad máxima del Distrito Capital, cargo que gestionará gran parte de los recursos y competencias hasta ahora en manos del alcalde de la oposición, Antonio Ledezma.

El nombramiento de la también directiva del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y hasta ahora presidenta de la compañía estatal de telefonía móvil, Movilnet, marca un capítulo clave dentro de las últimas reformas que otorgan más poder al Ejecutivo Nacional.

Según el gobierno, la Ley Especial sobre la Organización y Régimen del Distrito Capital, aprobada el 7 de abril, es un paso más hacia el fortalecimiento del Estado mediante la creación de una única figura cargo de la tutela de los municipios de Caracas.

Pero para la oposición supone la pérdida de uno de los bastiones políticos más importantes ganados en los comicios regionales del pasado noviembre.

La batalla por la Alcaldía

Desde que Ledezma fue elegido nuevo alcalde metropolitano la situación ha sido más que convulsa.

Hasta ahora la gestión de la ciudad de Caracas estaba dividida en cinco municipios, cada una con su respectivo alcalde, pero administrada por la Alcaldía Metropolitana con competencias en materia de seguridad, salud y educación.

Antes de que la oposición tomara posesión del cargo, el anterior alcalde oficialista, Juan Barreto, transfirió al Estado la gestión de varios hospitales, la Policía Metropolitana y otros organismos.

Pero la nueva medida supone ahora el golpe más duro a su mandato, al reducir su presupuesto en un 90%.

"Se lo debíamos a la Constitución"

"No se hizo para quitarle competencias a nadie, sino para fortalecer todo lo que tiene que ver con la administración del distrito", le explicó a BBC Mundo Juan Carlos Ducarte, diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en la Asamblea Nacional.

"La Alcaldía Mayor había asumido en 2000 transitoriamente las competencias que tenía la antigua Gobernación del Distrito Federal y eso constitucionalmente no es lo correcto", apuntó.

"Ledezma sigue siendo alcalde metropolitano, con los recursos que le den las leyes, pero no va a tener las atribuciones que son las que tiene que tener una entidad gubernamental autónoma".

Un "apartheid" a la venezolana

Sin embargo, para el politólogo de la Universidad Central de Venezuela Ricardo Sucre la medida va en contra de la idea de un estado federal descentralizado recogido en la Constitución venezolana.

"No es constitucional, es una ley hecha con el propósito de debilitar a la oposición y evitar que los ciudadanos de Caracas tengan contacto con una gestión distinta a la del gobierno. Es contradictorio que designen a un gobernador cuando ya tienes un alcalde electo", explica Sucre.

"En el fondo, la ley es política, a Ledezma lo limitan a los municipios del este creando un apartheid, pone un muro a los ciudadanos de Caracas, buscan que la oposición no tenga contacto con las zonas humildes de la ciudad".

Según Sucre, tal maniobra se engloba dentro de las reformas hacia una mayor centralización del poder, como la toma en marzo por parte del gobierno de los principales puertos y aeropuertos hasta entonces gestionadas por gobiernos locales.

A pie de calle

"El presidente tiene miedo de que le vuelvan a dar un golpe. Cuando Alfredo Peña era alcalde de Caracas en 2002 también querían hacer como en el 61 cuando aquí se nombraba a los gobernadores a dedo", opina Giovanni, un zapatero de profesión que lleva años residiendo en el barrio de Chacao.

Más allá, un oficinista afirma estar conforme "a medias" con la decisión del gobierno, "estoy a favor de que haya un jefe de todo el Distrito, pero que sea elegido por los venezolanos", apuntó.

Sigo recorriendo las calles del barrio hasta llegar al antiguo Mercado de Chacao, lugar que en los últimos meses se convirtió en uno de los campos de batalla entre el gobierno y la oposición.

"Cuidado hay chavistas", me advierte una señora en una esquina.

Parece cerrado, pero accedo por un recoveco al recinto prácticamente abandonado donde conozco a Carlos, Larry, Marlene y Rubén.

Algunos de ellos son comerciantes que llevan casi medio año durmiendo bajo el techo del viejo mercado, negándose a mudar sus puestos al moderno edificio que la oposición construyó justo en frente.

Al cuestionarles sobre la nueva norma algunos aplauden, pero uno de ellos sonríe, me mira y dice "y qué más da, ellos se dan de garrotazos y nosotros el pueblo siempre estamos por en medio".