Temor en escuelas de México por secuestros

13 de diciembre de 2008

CIUDAD JUAREZ, México (AP) - Con sus nueve añitos, Ricardo Iván Ortega sabe que es un blanco en esta violenta ciudad. Su escuela cerró sus puertas temporalmente el mes pasado luego de recibir un mensaje anónimo en el que se exigía a los maestros que entregasen sus aguinaldos de fin de año, caso contrario secuestrarían a los alumnos.

 

Ricardo tiene un plan.

 

"Me escondo" si sucede algo, declaró a fines de noviembre, mientras esperaba en el auto mientras su madre preguntaba cuándo volvería a funcionar la escuela Luis Arias. "Mi mamá me dijo que no me arrime a la puerta y que, si es necesario, salga corriendo del salón".

 

Las familias de Ciudad Juárez están conmocionadas por versiones de que circulan amenazas de secuestro y extorsión, que comenzaron con la aparición el 12 de noviembre de un cartel frente al jardín de infantes Elena Garro, que exigía el pago de los aguinaldos para no secuestrar a los estudiantes.

 

La policía quitó el cartel antes de que llegasen los niños.

 

Hay quienes conjeturan que los carteles de la droga están buscando nuevas fuentes de ingresos ahora que el gobierno libra una feroz campaña contra el narcotráfico y se proponen extorsionar a las escuelas, del mismo modo que hicieron con los empresarios.

 

Otros dicen que delincuentes comunes están tratando de aprovecharse del miedo que reina en las ciudades de la frontera, escenario de una ola brutal de asesinatos. Tan sólo en Ciudad Juárez ha habido más de 1.300 este año.

 

"Es parte de la psicosis causada por la situación entre los carteles; otras organizaciones están aprovechando esto para sacar dinero", expresó Martín Valles, maestro de sexto grado en la Luis Urias, quien habló con la AP a través de un alambrado.

 

Ya se reanudaron las clases en el Luis Urias sin incidentes. Las autoridades de la escuela no quieren hablar del tema, pero las amenazas fueron confirmadas por padres de los alumnos que asisten a esa escuela.

 

Guillermo Narro, funcionario local de la secretaría de educación, dijo que se ha encontrado una sola amenaza, el cartel en la Elena Garro, que cerró sus puertas brevemente y ya está funcionando de nuevo. Un reportero de la AP, no obstante, comprobó que al menos cuatro centros educativos cerraron sus puertas.

 

En el jardín de infantes Yitzurani, pintado con colores brillantes, una persona que se identificó como una maestra pero no quiso dar su nombre afirmó que ese centro también estuvo cerrado y que tan solo la mitad de los alumnos regresaron al reabrir sus puertas.

Nadie sabe si las amenazas son serias u obra de bromistas en esta ciudad fronteriza con Estados Unidos de 1,5 millones de habitantes, separada de El Paso, Texas, por el río Bravo. Las escuelas no recibieron instrucciones acerca de cómo debían hacer los pagos para evitar los secuestros.

 

"Saben los nombres de los chicos", expresó la madre de Ricardo, Alicia Ortega, aunque dijo no poder ofrecer pruebas de ello.

 

Las autoridades municipales enviaron cientos de cadetes de la policía, sin armas, a patrullar los alrededores de las escuelas para tratar de aliviar los temores.

 

No ha habido arrestos ni sospechosos en Ciudad Juárez. Pero siete policías arrestados bajo sospecha de que aceptaban sobornos del narcotráfico en la vecina Ascensión dijeron que les habían ordenado amenazar a los maestros para tratar de quedarse con sus aguinaldos, según un comunicado de prensa de la policía.

 

Narro reveló que se habían cambiado las fechas y la forma de entrega de los aguinaldos debido a las amenazas, aunque no entró en detalles por razones de seguridad. El monto de los aguinaldos varía según la región, pero en algunos lugares equivale a tres meses de sueldo. Los maestros ganan un máximo de 840 dólares por mes, según la secretaría de educación.

 

Cada vez más menores se ven atrapados en el medio de la violencia de las drogas. Frente a escuelas de la frontera han aparecido cuerpos acribillados e incluso una cabeza humana.

 

Las autoridades dicen que no llevan la cuenta de los menores muertos en episodios relacionados con el narcotráfico. Pero en Tijuana, otra ciudad de la frontera, hubo 37 asesinados un reciente fin de semana, incluidos los de dos niños de cuatro y 13 años que fallecieron cuando alguien abrió fuego contra una tienda de alimentos y el de un muchacho de 14 que trabajaba en el kiosco de un cerrajero. El muchacho fue alcanzado por una bala durante un tiroteo en un negocio vecino. Otro chico de 12 años murió el mismo fin de semana cuando desconocidos abrieron fuego contra el auto en que viajaba.

 

En numerosas ocasiones, padres e hijos tuvieron que tirarse al suelo de sus vehículos en Ciudad Juárez al estallar tiroteos alrededor suyo. En vez de jugar a los vaqueros y los indios, los niños se hacen pasar por asesinos y juegan a que llevan fusiles AK-47s, según varios padres.

 

El mes pasado, siete individuos con las manos atadas fueron asesinados frente a un campo de fútbol junto a la escuela privada Sierra Madre, que ofrece cursos de jardín de infantes, primaria y secundaria. Guardias impidieron que los estudiantes se acercasen al sector donde yacían los cadáveres y había charcos de sangre.

 

Empleados de Sierra Madre opinan que los asesinos eligieron el lugar porque es medio aislado y no creen que los cadáveres hayan sido dejados allí como una amenaza.

La maestra Lilia Perales dice que la gente no debe sucumbir ante el miedo y que castigará a los niños que no asistan a las clases por temor.

 

"Hay compañeros que tienen mucho miedo, pero no estoy de acuerdo que suspendan las clases", afirmó Perales. "Los niños van a estar atrasados y se le va a dar a los malvados lo que quieran, que es amedrentarnos para que puedan tener el control absoluto. Asustarnos no es la solución".

 

Muchos padres dicen que hablar es más fácil que actuar.

 

"Sólo queremos saber que hay seguridad en las escuelas", manifestó una mujer de 33 años que se identificó como Elvia. No quiso dar su nombre completo por temor a que los pandilleros busquen a sus tres hijos. "Las escuelas eran como una segunda casa. Pero mi hijo ya habla de sicarios y los federales (la policía), y apenas tiene 5 años. Ya están perdiendo su inocencia por tanta inseguridad".

 

Perla Valles, de 10 años, dice que se asustó cuando la maestra le habló a los alumnos de las amenazas.

 

"Uno se siente mal", dijo la pequeña, tomada del brazo de su madre. "Muchos niños se asustaron cuando nos dijo que iban a secuestrarnos".

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La reportera de AP Marina Montemayor colaboró en este despacho desde Ciudad Juárez.