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Guernica después del bombardeo. | Foto: AP

MEMORIA HISTÓRICA

A 75 años de su bombardeo, Guernica reclama el cuadro de Picasso

El traslado de la obra a Guernica ha sido una reivindicación constante del nacionalismo vasco. El lienzo se convirtió en ícono de la barbarie de la guerra y del bombardeo sobre esta localidad, considerada el corazón de ese pueblo español.

26 de abril de 2012

El bombardeo de Guernica, desatado el 26 de abril de 1937, constituye una fecha imprescindible en la historia de la Guerra Civil española (1936-1939), que enfrentó al bando republicano con las tropas del general sublevado Francisco Franco, en sintonía con los fascismos europeos de la época.
 
Los nacionalistas vascos combatían al lado de la República, y su ciudad "santa" fue atacada por la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana en el marco de las operaciones para doblegar al ejército republicano en el norte del país. En esta localidad se ubican la Casa de Juntas y el Árbol de Guernica, símbolos del autogobierno vasco. Aún hoy se conservan en esta población que no supera los 15.000 habitantes.
 
Guernica fue la primera población civil bombardeada de la que se tuvo conocimiento masivo. George Steer fue el periodista que narró los hechos en el periódico británico The Times, que también se reprodujeron en diarios de todo el mundo. "No fue la primera población civil que recibió un bombardeo, ni tampoco la que más víctimas contabilizó, pero sí fue la primera de la que se tuvo conocimiento masivo", dijo a la agencia AP María Oianguren, directora del Centro de Investigación por la Paz "Gernika Gogoratuz" (Recuerdo de Guernica, en lengua euskera).
 
El 26 de abril "durante casi cuatro horas y en distintos intervalos, desde las 16.30 horas, aviones alemanes lanzaron más de 50 toneladas de bombas, destruyendo así tres cuartas partes de las construcciones de Guernica, pero dejaron intactas las fábricas y los edificios tradicionales del autogobierno vasco", dijeron a AP los historiadores locales José Angel Etxaniz y Vicente del Palacio.
 
"No digáis que Guernica fue bombardeada. Hay que decir que fue quemada por los rojos", fue el mensaje que recibió Luis Iriondo, uno de los sobrevivientes.
 
Para Iriondo, entonces de 14 años, aquellas bombas significaban el sabor de la muerte. "Cuando atravesábamos el mercado sonaron las primeras explosiones", dijo. "La gente, asustada, corrió a los refugios". El precedente del bombardeo de Durango, una localidad a 20 kilómetros de Guernica en la que la aviación italiana había causado la muerte a 336 personas el 31 de marzo de 1937, estimuló la necesidad de disponer de una serie de refugios desperdigados por todo el poblado.
 
"A mí me empujaron hacía el interior de uno de ellos", dijo Iriondo. "Hacía mucho calor porque el techo era bajo y no había ningún sistema de ventilación. Tampoco había luz. Al cabo de pocos minutos, costaba mucho respirar. Intentaba aspirar el aire pero no me llegaba a los pulmones. Creí que iba a morir asfixiado".
 
Cuando cesaron las bombas, comprobó que "todo Guernica era una hoguera". La destrucción allanó el camino para que las tropas de Franco tomaran Bilbao apenas dos meses después.
 
La quema de todos los registros oficiales ha dificultado el conocimiento del número definitivo de víctimas. Los historiadores Etxaniz y Del Palacio, autores de un estudio sobre el tema, cifran en 153 los muertos, pero creen que el número definitivo puede superar los 200.
 
El bombardeo se recuerda también en Alemania. En 1997, el entonces presidente alemán, Roman Herzog, que viajó este jueves a Guernica para recibir un premio, envió una carta a los sobrevivientes pidiendo perdón por el bombardeo.
 
"Aquel bombardeo, incomprensible para nosotros, no nos dejó un sentimiento de odio o de venganza, sino un deseo enorme, inmenso de paz", dice Iriondo. "De que aquello no debía suceder nunca más. Y de que de las ruinas de lo que fue nuestro pueblo, debía surgir una bandera de paz para todos los pueblos del mundo".
 
Los jóvenes también recuerdan lo sucedido en Guernica: el proyecto "Lobak" reúne las propuestas artísticas de los nietos de supervivientes y víctimas para conservar la memoria.
 
Con información de AP