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Entrevista

"A este país se lo llevó el diablo"

Orlando Gómez León, corresponsal de SEMANA en Quito, habló con el nuevo presidente ecuatoriano, Alfredo Palacio. Dice que hay que formar cuanto antes un gobierno de concertación nacional.

24 de abril de 2005

Tranquilo, vestido con un impecable traje gris, camisa blanca y corbata negra, el nuevo presidente ecuatoriano accedió a una entrevista en uno de los salones del Centro Internacional para Estudios de Periodismo (Ciespal), en Quito, minutos antes de ser juramentado allí en ese cargo por el Congreso Nacional. Señaló que el país ha estado viviendo en dictadura y observó que hará lo que el pueblo le pida. De paso, reveló que las "excelentes" cifras económicas que Ecuador ha estado promocionando son una mentira. Este fue el diálogo.

SEMANA: ¿Cómo observa la situación del país?

ALFREDO PALACIO: Vea, en primer lugar, hay que escuchar al pueblo. Pero lo fundamental es saber a dónde vamos. El país no puede seguir en la ilegalidad, problema que empezó el 8 de diciembre, cuando el presidente Gutiérrez convocó al Congreso para tratar una función del Estado, como la judicial.

SEMANA: Si es cierto lo que usted dice, que hay que escuchar la voz del pueblo, ¿entonces como Presidente organizaría una consulta popular?

A.P.: Aquí se ha hablado mucho de la consulta popular para preguntarle al pueblo si el delito cometido el 8 de diciembre es legal o no. Pero al pueblo no se le pueden hacer preguntas intrascendentes. Hay que preguntarle cosas que vayan a cambiar su destino histórico, que sirvan para su futuro, como por ejemplo: ¿cree usted que el sistema presidencialista se agotó? ¿Es partidario del sistema parlamentario? ¿Quiere tener autonomía o no? Hay que preguntarle al pueblo qué es lo que necesita. El resto no vale la pena. Lástima que la tal consulta popular se ha estado promocionando para manipular y engañar al pueblo, y no para analizar y solucionar sus problemas trascendentales.

SEMANA: A usted se le califica de conspirador. ¿Lo es?

A.P.: Al contrario, aquí lo que ha habido es una conspiración contra mí. A ver: ¿quién ha conspirado contra el poder judicial y el legislativo? Ciertamente no he sido yo.

SEMANA: Pero muchos opinan que usted sí ha tenido que ver con todo lo que está pasando.

A.P.: Veamos: ¿Qué es conspirar? Conspirar es reunirse en secreto para maquinar cosas contra el superior, contra el soberano. Y ¿quién es aquí el soberano? Pues el pueblo. ¿Y quién ha conspirado contra el pueblo y los poderes públicos? Le repito: no he sido yo. Se me ha acusado también de sedicioso. Esto es propugnar un levantamiento violento, y yo no he hecho nada de eso contra nadie. Desde el primer día que asumí como vicepresidente advertí que había una conspiración contra mí, a mí me han venido grabando todo, por ejemplo.

SEMANA: ¿Se siente capacitado para ejercer la presidencia?

A.P.: Sí: el asunto es que un presidente no debe dejar de escuchar al pueblo. El presidente tiene que hacer lo que el pueblo le demande y, efectivamente, yo haré lo que ese pueblo me pida. Hay que formar un gobierno de concertación nacional, no de concentración de poderes. No se olvide que hemos estado viviendo en dictadura, fuera del Estado de derecho.

SEMANA: O sea que gobernará para el pueblo.

A.P.: Soy la única esperanza que tiene la nación. Además, debo dejar en claro que si bien no soy político, tampoco me dejaré manosear por los políticos. Soy, ante todo, un demócrata y jamás romperé la Constitución.

SEMANA: ¿Qué pasará con los juicios contra Abdalá Bucaram?

A.P.: Precisamente la mejor forma de demostrar que el poder ejecutivo no puede ni debe intervenir es dejarle ese asunto a una corte de justicia totalmente libre e independiente, sin la menor injerencia, ni siquiera de opiniones del Ejecutivo. Eso hay que dejárselo a la próxima Corte, que ella determine lo que hay que hacer, y a mí me toca solamente escuchar lo que esa Corte decida.

SEMANA: ¿No considera que en la actual crisis, en lugar de ayudar a apaciguar los ánimos, usted con sus críticas al régimen del cual venía formando parte contribuyó a echar más leña al fuego?

A.P.: Calmar los ánimos y dejar las cosas como están ha creado un rescoldo de fuego que va a incendiar a la República. Créame: lo que usted está viendo que pasa allá afuera no lo está dirigiendo ningún político, es la voluntad espontánea del pueblo y nadie más que el pueblo debe reclamar esos créditos.

SEMANA: ¿Cómo observa el presente del país?

A.P.: Desde hace más de un año advertí que el país se estaba cayendo a pedazos, que estaba en terapia intensiva y que se lo llevaba el diablo. Ahora estamos en coma y hay que tener cuidado, no sea que alguien quiera aplicarnos la eutanasia.

SEMANA: ¿Y cómo ve el futuro del Ecuador?

A.P.: No abandonemos la Constitución ni la ley. Esas son las reglas. El asunto es sencillo: remitámonos a lo que dice la Constitución, no a lo que se le ocurra a tal señor o a determinado sector. Necesitamos salvar al país con los métodos ortodoxos de la vida clásica.

SEMANA: Pero las cifras oficiales señalan que el país está bien económicamente.

A.P.: No, no lo estamos. Le soy sincero: no se entiende cómo se ha venido gastando en grandes propagandas gubernamentales de televisión, por ejemplo, y no tenemos cómo ni con qué pagarles a los médicos. La boyante macroeconomía es una farsa. Es muy fácil hablar de pagar la deuda social, pero a la hora de la verdad no hay con qué hacerlo. El petróleo, valga el caso, lo estamos utilizando como el marqués que se empobreció y empezó a vender los muebles. El país debe invertir en salud, educación, hacer inversión social, en fin. El crecimiento del 6,6 por ciento que se ha venido pregonando es una farsa. Quítele el petróleo o las remesas y no llega ni al 2 por ciento. Por favor, no nos sigamos engañando.