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Actualizar la reliquia

Mientras el proyecto de reforma de las Naciones Unidas fue presentado la semana pasada, Kofi Annan se enfrenta a uno de los momentos más críticos de su secretariado.

5 de diciembre de 2004

La invasión a Irak mostró que la Organización de Naciones Unidas, en especial el Consejo de Seguridad, no responde a las exigencias del nuevo orden mundial y que pasa por una de sus peores crisis de credibilidad. Ello y una decena de denuncias por abusos cometidos por los enviados durante las misiones humanitarias, los escándalos de corrupción y la impotencia para evitar que Irán y Corea del Norte avanzaran en su carrera nuclear, hacen que todos sus miembros coincidan en que la ONU debe dejar de ser un organismo del siglo XX, anclada en la Guerra Fría, y pasar a ser uno del XXI.

Por eso el secretario general, Kofi

Annan, conformó hace un año un panel de 16 ex jefes de Estado y diplomáticos (el comité de sabios), que presentó su proyecto la semana pasada bajo el título, 'Un mundo más seguro: nuestra responsabilidad compartida'. Este informe, que será discutido el año entrante antes de la Asamblea General en septiembre, incluye 101 puntos para darle un nuevo marco funcional a la ONU. Se hace un especial llamado al multilateralismo, el que tanto ha despreciado el gobierno estadounidense de George W. Bush. "Ningún Estado, por poderoso que sea, puede hacerse invulnerable, por sí solo, a las amenazas actuales", advierte el informe.

Uno de los objetivos del documento es definir las amenazas que afronta el mundo y crear una estrategia ante cada una. Los problemas identificados fueron la pobreza, los conflictos internos, los conflictos entre Estados, la delincuencia internacional, las armas nucleares y el terrorismo, que fue catalogado en especial por los sabios como el gran fracaso de la ONU.

Como punto cumbre del informe se esperaba la propuesta de reforma del Consejo de Seguridad. Sin embargo, la poca claridad que hubo a la hora de presentar una reforma concreta dejó en evidencia la cantidad de desencuentros que se dan en la ONU.

El Consejo está conformado hoy por 15 miembros, cinco de los cuales tienen asiento permanente con derecho a veto (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Rusia), y otros 10 que rotan cada dos años sin opción de ser reelegidos inmediatamente. Las dos alternativas planteadas aumentarían el número de miembros a 24, pero mientras con la primera los miembros permanentes serían 11, con la segunda -que según las analistas tiene más acogida- habría una tercera categoría: países no permanentes pero que harían parte del consejo por cuatro años prorrogables.

Pero ninguna de las dos complace a todo el mundo. Estados Unidos no quiere una ampliación tan grande del Consejo y sólo aceptaría que Japón entrara como miembro permanente con derecho a veto. Los otros aspirantes, Alemania, Brasil, India, Egipto y un país subsahariano, deben superar las objeciones de sus respectivos opositores. Italia se opone a Alemania y pide que la Unión Europea tenga un solo puesto en el Consejo. México y Argentina no aceptarían que el único país latinoamericano de habla portuguesa representara a la región. Pakistán no aceptaría a su mayor enemigo India, y así con los demás.

Por eso, para que la reforma se haga realidad falta mucho. Además de poner a todos de acuerdo con una sola propuesta se necesita que sea aprobada por las tres cuartas partes de la Asamblea General y que luego los países la ratifiquen en casa.

Lo peor es que la organización vive momentos críticos pues se escuchan voces -especialmente desde Estados Unidos- que piden la renuncia del secretario general

Kofi Annan, cuyo hijo Kojo es investigado por irregularidades en el programa de petróleo por alimentos durante las sanciones al régimen iraquí de Saddam Hussein. Nada está definido en la ONU, pero una cosa es segura, el año entrante este organismo dará mucho de qué hablar.