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Adiós a Yugoslavia

El reconocimiento de Eslovenia y Croacia es el punto final para la patria de Tito.

17 de febrero de 1992

COMO EN LOS MATRIMOnios mal avenidos que se pelean constantemente, la única solución para Yugoslavia era el divorcio. Y éste llegó después de una sangrienta guerra civil. Sin que el conflicto haya terminado formalmente, la semana pasada se produjo un hito determinante, cuando el Vaticano, Alemania y la Comunidad Europea reconocieron las repúblicas separatistas de Eslovenia y Croacia. Bosnia-Herzegovina y Macedonia esperan el mismo gesto.
Con el reconocimiento de las dos primeras, el desmembramiento se convirtió en un hecho irreversible. Yugoslavia no superó los 12 años desde la muerte de su gran defensor, el mariscal Josip Broz Tito, ni los dos desde el colapso del Partido Comunista, que desde la muerte de su líder sostenía difícilmente la débil unidad del país. Creada como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, Yugoslavia nunca pudo sobreponerse a las diferencias histórico-culturales de los pueblos que la conformaron, los "eslavos del sur". Eslovenos y croatas, prooccidentales y católicos, han sostenido una lucha ancestral -que en la Segunda Guerra Mundial produjo hasta genocidios- con los serbios y sus aliados -cristianos ortodoxos-. El anuncio de las dos primeras de hacer uso de su derecho a la secesión dio origen a la represión lanzada por el ejército federal (dominado por los serbios). El motivo aparente era la protección de las minorías serbias de esos países, pero muchos veían detrás aspiraciones territoriales.
Además de esas dos, Bosnia-Herzegovina y Macedonia han solicitado el reconocimiento internacional. La primera tiene pocas posibilidades de obtenerlo a corto plazo, porque allí las tensiones entre musulmanes y serbios podría desencadenar una nueva sangría. Macedonia enfrenta la férrea oposición de su vecina Grecia, que afirma que la única región que puede usar ese nombre es la que cobijó a Filipo de Macedonia y su hijo Alejandro el Grande.
En el censo de 1981 se determinó que había en Yugoslavia 640 mil matrimonios mixtos serbo-croatas, que han convivido a pesar de diferencias tan grandes, que los primeros usan el alfabeto cirílico y los segundos el latino. Ellos podrán seguir casados, pero el divorcio de sus países es inminente. Falta ver si los vínculos creados podrán hacer, que en el futuro, la paz de la región no tenga que ser controlada por los observadores militares de la ONU.-