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AFRICA, ULTIMO MODELO

Proclamada independencia de Namibia, desaparece la última colonia del continente.

23 de abril de 1990

Desde 1884, la independencia era un privilegio ninexistente para los habitantes del territorio que se conoce hoy como Namibia. En ese año Alemania, una potencia con pocas colonias, quiso engrandecer su imperio ultramarino al anexar lo que llamó Africa Sur-oeste. Pero con la derrota de 1818, el territorio le fue arrebatado por Suráfrica, con lo que se inició un período que sólo vino a terminar la semana pasada, cuando Namibia cerró el período colonial africano al proclamar solemnemente su independencia en su capital, Windhoek.

"En el nombre de nuestro pueblo, declaró que Namibia es libre para siempre", dijo Sam Nujoma, el hombre que al frente de su grupo guerrillero, conocido como SWAPO, luchó durante 23 años por ver ese momento "A partir de hoy, somos de nuevo amos de la tierra pastoral de nuestros ancestros. El destino de nuestro país está en nuestras manos".

El punto culminante de la ceremonia llevada a cabo en el estadio municipal, llegó cuando la bandera surafricana fue arriada, en presencia del presidente de ese país, F. W. De Klerk, y fue izado el nuevo pabellón, azul, rojo, verde y dorado. El presidente surafricano, para culminar su gesto de entregar al país personalmente, dijo que "la buena vecindad es interés tanto de Suráfrica como de Namibia" reconociendo, de paso, el nombre del país al que, como casi todos los surafricanos blancos, se refería hasta ayer como "Africa Sur-occidental".

La independencia de Namibia, en opinión de muchos observadores, fue el resultado lógico de la nueva aproximación del gobierno surafricano al problema del apartheid. Hasta hace sólo un año, la antigua metrópolis mantenía por lo menos 50 mil soldados en el territorio para no perder una guerra de guerrillas iniciada en 1966. Fueron miles de hombres sacrificados en aras de que el área en disputa sirviera de colchón de seguridad, ante el avance de gobiernos negros que amenazaban al sistema social racista impuesto en Suráfrica.

Pero con la llegada de De Klerk al poder, la protección del apartheid, que antes no hubiera sido negociable, pasó a segundo plano. Tras varios años de intensas negociaciones diplomáticas, por fin se pudo llegar a un acuerdo global mediante el cual Suráfrica renunciaría a Namibia a cambio del retiro de las tropas cubanas de Angola (que habían estado involucradas en la lucha a favor de la SWAPO).

En medio de la fastuosa ceremonia de proclamación, que reunió a jefes de gobierno y altos dignatarios de más de 30 países, los observadores internacionales comenzaban a hacer sus cábalas sobre el futuro del nuevo país africano. Y para regocijo de la mayoría, las perspectivas de Namibia parecen excepcionalmente brillantes.

Por un lado, está la composición de sus fuerzas políticas, que equiparon al país con el único sistema realmente multipartidista existente en Africa. Las elecciones de noviembre pasado conformaron un parlamento en el que los partidos de oposición obtuvieron 31 asientos contra 41 del gobierno, lo cual se considera una proporción ideal como para manejar el país sin que la disidencia carezca de peso. Sam Nujoma, el líder indiscutido de la SWAPO, ha ganado prestigio como político al abandonar la vieja aproximación populista del guerrillero, para abrazar la posición pragmática del político capaz de ofrecer suficientes garantías a los blancos como para que no abandonen el país.

Pero además, los 830 mil kilómetros cuadrados de Namibia sólo acogen a 1,5 millones de habitantes. Sus exportaciones no son despreciables, con diamantes, uranio y otros minerales a la cabeza. La parte oscura es que perderá el auxilio presupuestal surafricano, que llegaba a los US$160 millones anuales. Pero ese es un lunar demasiado pequeño en el panorama risueño de los nuevos ciudadanos de Namibia.-