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AHORA O NUNCA

Después de 65 años de hegemonía del PRI, las elecciones mexicanas deberán, hoy más que nunca, demostrar la legitimidad de su democracia.

12 de septiembre de 1994


CON UN BALANCE ECONOmico lejos de las promesas de desarrollo primermundista, una guerrilla que incita a la resistencia civil, un pueblo pobre que sale a las calles a protestar y una crisis política que desnuda la falta de credibilidad en las instituciones, el 21 de agosto México vivirá la más crítica elección presidencial del siglo.
La razón es que, ahora más que nunca, el Estado deberá certificar la validez de su democracia, cuestionada como nunca luego de 65 años de victorias, no siempre claras, del sempiterno gobernante Partido Revolucionario Institucional.
El candidato del poder, Ernesto Zedillo, se enfrentará a Diego Fernández de Cevallos, del conservador Acción Nacional-PAN; Cuauhtémoc Cárdenas, del Partido de la Revolución Democrática-PRD; Cecilia Soto, del Trabajo-PT; Marcela Lombardo, del Popular Socialista-PPS; Jorge González, del Verde Ecologista de México-PVEM; Pablo Emilio Madero, Partido Demócrata Mexicano Unión Opositor a UNO; Rafael Aguilar Talamantes, del Frente Cardenista -PFCRN- y Alvaro Pérez Treviño, del Auténtico de la Revolución Mexicana.
Pero en realidad en el juego no hay más que tres fuerzas reales, ya que las seis restantes colocarán en conjunto el 5 por ciento de la votación. Las encuestas le dan un 40 por ciento a Zedillo, (presentado como la opción de la experiencia), un 30 a Fernández de Cevallos (por un país sin mentiras), un 15 a Cárdenas (democracia y honestidad) y el resto a la franja de los indecisos.
Sin embargo, la peculiaridad del sistema mexicano hace que las encuestas deban recibirse con máximo beneficio de inventario. La razón es que casi absolutamente nadie cree en ese tipo de estudios, lo que es considerado tanto una consecuencia como un síntoma de la falta de fÉ de la gente en sus políticos. Para muchos, en México está demasiado extendida la visión de que las encuestas son un medio para conocer el pensamiento de la gente, y muchos juran en ellas lealtad al PRI para no perder sus puestos estatales.
Las campañas presidenciales se han visto influenciadas por dos hechos fundamentales. El primero de enero de 1994, en Chiapas, en pleno brindis por el Tratado de Libre Comercio -TLC- con Estados Unidos y Canadá, el Ejército Revolucionario Zapatista levantó el velo de la modernidad para despejar el rostro crudo de la pobreza. Un 40 por ciento de pobres y un 17 por ciento de la población en la pobreza absoluta, un crecimiento económico que pese al 2 por ciento esperado alcanzó el 0,4 por ciento y una balanza comercial deficitaria de 19.000 millones de dólares.
Y el 23 de marzo se produjo el asesinato del primer candidato priista, Luis Donaldo Colosio, que continúa sin ser aclarado, aunque todo el mundo dice que tuvo que ver con las pugnas internas en el partido de gobierno, porque habría facciones interesadas en evitar a toda costa la apertura política favorecida por Colosio.
En esas condiciones, la credibilidad es el talón de Aquiles de los próximos comicios que, además del jefe del Estado del 1994-2000, elegirán a los 500 diputados y a 96 senadores. Escepticismo que se basa en el triunfo perenne del PRI y que en la actual presidencia, el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, abundaron las impugnaciones a los comicios para las gobernaciones.
El gobierno priista habla de unas "elecciones transparentes, limpias y con reglas claras" y en ese sentido realiza reformas como designar mayoría a los consejeros ciudadanos que vigilarán el proceso, el acceso de los partidos a escudriñar en el padrón que cuenta con más de 47 millones de ciudadanos -que no fué validado por el PRD y sobre el que se cuestionan las homonimias- y la presencia de observadores nacionales e internacionales.
Los zapatistas, al mando de su carismático subcomandante Marcos, parecen capaces de cumplir sus amenazas de desatar la rebelión si las elecciones no son suficientemente claras. Por ahora han acallado sus fusiles, pero recientemente congregaron a 6.000 personas en una reunión denominada Convención Nacional Democrática, de la que salió la invitación a un paro cívico nacional crítico si hay fraude electoral.
Cuando hace seis años fue elegido Carlos Salinas de Gortari, por un margen demasiado estrecho para las costumbres del PRI, los observadores opinaron que podría haber sido el último triunfo del oficialismo y vaticinaron que Salinas no sólo tendría que abrir la economía, sino la democracia. Si hizo realmente lo último, el mérito es del ultimátum de los zapatistas. De ahí en adelante, la palabra la tienen los mexicanos.

PRD: CUAUHTEMOC CARDENAS SOLORZANO
NACIO EN Ciudad de México el primero de mayo de 1934, hijo del legendario general Lazaro Cárdenas, fundador del Partido Revolucionario Institucional y quien fué responsable de uno de los gobiernos más recordados de México. Ingeniero civil, Cárdenas rompió sus vínculos con el partido fundado por su padre en 1988, en protesta por sus estructuras claramente antidemocráticas, y en ese año perdió las elecciones con Salinas, en un certamen que todavía es discutido. El candidato goza de gran respeto nacional e internacional, pero sus capacidades de campaña son más bien limitadas. Su oratoria es plana y poco atractiva y su rostro es inexpresivo, lo cual conspira en su contra, tanto como su retórica demasiado socializante, que ha tratado de minimizar en esta ocasión.

PAN: DIEGO FERNANDEZ DE CEVALLOS
NACIO EN Ciudad de México el 16 de marzo de 1941. Casado y con cuatro hijos. Es licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónorna de México y tomó cursos de economía en la Universidad Iberoamericana. Es catedrático de derecho penal y mercantil y ejerce su profesión de abogado en su despacho particular.
Ha sido miembro activo del PAN desde su juventud, y es el heredero político del fallecido líder conservador Manuel Clouthier, quien fue candidato presidencial del PAN en varias ocasiones. Dueño de una explosiva oratoria. Fernández de Cevallos llegó a ser una amenaza real hacia los meses de mayo y junio, demostrada no sólo en las encuestas sino en el entusiasmo que despertaba. Pero desde entonces ha bajado el tono de su campaña y perdido mucho terreno.

PRI: ERNESTO ZEDILLO PONCE DE LEON
NACIO EL 27 de diciembre de 1951 en Ciudad de México. Cursó la educación básica en Mexicali, Baja California, y es licenciado en economía por el Instituto Politécnico Nacional (1969-1972). Con múltiples cursos de especialización en el extranjero, es considerado un digno exponente de la generación de tecnócratas de Salinas de Gortari.
Después de desempeñar la cartera de Educación en el gobierno actual, se convirtió en coordinador general de la campaña de su amigo Luis Donaldo Colosio, y tras el asesinato de éste, fué escogido para tomar su lugar. A pesar de su ventaja en las encuestas, se critíca a Zedillo su excesivo formalismo, su escasa experiencia en campaña (nunca ha sido elegido popularmente) y una falta de carisma que contrasta fuertemente con la personalidad de Colosio. -