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Al estilo chino

Hay indicios de que el régimen cubano ha comenzado el camino económico de China y Vietnam.

18 de octubre de 1993

CONTINUARON LAS REFORMAS en Cuba. El gobierno comunista de Fidel Castro permitió el uso privado de la tierra a "Unidades Básicas de Producción", cooperativas que tendrán como gran novedad la posibilidad de que las utilidades sean repartidas entre los socios, en vez de diluirse en las arcas del Estado. Si se tiene en cuenta que éste seguirá siendo el único comprador de los productos y que podrá decidir qué sembrar y cuándo, la conclusión es que se trata de una reforma tímida.
Pero si se mira a la luz de los antecedentes, es evidente que se trata de otro primer paso de dimensiones importantes. Desde cuando se levantó la prohibición de poseer dólares a los ciudadanos, el régimen continúa reformando. Lo siguiente fue permitir que algunas actividades (taxistas, mecánicos, pintores, cocineros, zapateros, etc.) fueran asumidas por iniciativa privada, siempre que no implicaran empleo privado.
La influencia de esa decisión ya comienza a verse en las calles de La Habana: pequeños puestos de, por ejemplo reparación de zapatos, disputan una clientela que hasta ahora no tenía un servicio tan elemental, porque el Estado cubano, como cualquier otro, es muy mal zapatero remendón.
Castro ha aceptado esa realidad empujado por la dramática situación de su economía. Pero resulta curiosa la coincidencia de que esta serie de reformas haya cincidido con el viaje a China y Vietnam de dos altos funcionarios de su gobierno.
Si Castro quiere seguir el rumbo de esos países, hay que concluir que no está interesado en combinar las reformas económicas con las políticas. La razón es que tanto China como Vietnam siguen proclamando su marxismo-leninismo, cuando en la realidad ninguno tiene nada parecido a una economía colectivista.
En ambos el comunismo se ha vuelto un mascarón de proa del autoritarismo, al que se percibe como el único medio para mantener la cohesión nacional y la paz interna. Tanto Vietnam como China carecen de tradición democrática, y, sobre todo en el caso de la segunda, siempre que ha faltado un régimen monolítico y represivo la disolución y el caos se han apoderado del país. Pero si se observa el reciente desempeño de sus economías, hay que pensar que la apertura ha producido resultados sorprendentes.
Castro muy bien podría estar aplicando el mismo principio. Lo cierto es que Cuba, la última colonia española en independizarse, tampoco tiene buenas experiencias con la democracia, y, como sus ejemplos asiáticos, su tendencia a la confrontación interna en ausencia de una autoridad fuerte parece dominante. El dirigente cubano sabe que las pretensiones de los cubano-estadounidenses podrían llevar al país a una guerra civil que sería larga y sangrienta. Con su sistema económico en quiebra, y las conquistas sociales de la revolución en peligro, podría haber llegado el momento de dejar el comunismo ortodoxo en función de salvar lo que queda del naufragio.
Lo único que diferenciaría al caso de Cuba es que la isla caribe tiene que enfrentar la presión del bloqueo de Estados Unidos, nación que coquetea con Vietnam -único país que le ganó una guerra-, y con China -a pesar de la masacre de Tiananmen-. El odio del gigante del Norte contribuye a que el siguiente paso de Cuba sea un misterio.-