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AMENAZAS POR T.V.

En declaraciones para CNN, Saddam envía su mensaje: se derramarán grandes cantidades de sangre.

4 de marzo de 1991

Peter Arnett, de CNN, es uno de los corresponsales de guerra más experimentados del mundo.
Pero eso no le impidió sentir mariposas en el estómago el lunes, cuando cuatro hombres de las fuerzas de seguridad de Irak tocaron a su puerta en el hotel Al Raschid de Bagdad. El motivo de su visita resultó a un tiempo tranquilizador e inquietante. Le llevarían a una reunión inesperada con Saddam Hussein.
Amett fue conducido, junto con su equipo de televisión, a una calle de las afueras de Bagdad, en la que cabañas muy parecidas entre sí se alineaban a ambos lados de la vía. El vehículo se detuvo frente a una que no se distinguía de las demás. Arnett y sus acompañantes ingresaron en el inmueble.

Una hora y media después hizo su aparición Saddam. Su presencia resultaba impecable: vestido azul de dos piezas, corbata de flores muy a la moda, y camisa de un blanco inmaculado. Nada que recordara a un país en plena campaña militar. Pero lo que más impresionó al veterano periodista fue la tranquilidad del presidente iraquí.