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ARAFAT: SUMICION O RUPTURA

El jefe de la OLP logró aislar políticamente a los rebeldes, convirtiendo el conflicto interno de Al Fatah en un choque sirio palestino

15 de agosto de 1983

El último golpe de efecto en el conflicto sirio-palestino fue la negativa de Yasser Arafat a cumplir una visita oficial a Moscú, luego de que el Kremlin eludiera un pronunciamiento explícito de respaldo en su favor.
La semana pasada, el embajador soviético en Túnez se trasladó al hotel Salwa, a 16 kilómetros de Túnez, donde Arafat estableció el año pasado su cuartel general después del éxodo de Beirut. La misión del diplomático era la de entregar una invitación al jefe histórico de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a visitar Moscú.
Arafat, quien en los días precedentes había hecho llegar dos mensajes urgentes a los dirigentes del Kremlin, envió a la capital soviética a Faruk Kaddumi, su ministro de Relaciones Exteriores. Pero Moscú, según se sostiene en los ambientes palestinos, prefirió no irritar a su aliado sirio y negó a Arafat un apoyo explícito contra los disidentes de su organización.
Por eso la decisión de Arafat de postergar sine die su visita a la capital soviética.
En los mismos medios se señala que el Kremlin, como ocurrió en 1976 con motivo de la acción siria en el Líbano contra los palestinos y las izquierdas de ese país, y también durante la invasión israelí del año pasado, dio prioridad nuevamente a la alianza con Siria, dejando solo a Arafat.
Las aperturas del jefe de la OLP a los Estados Unidos y sus alianzas con Arabia Saudita lo colocaron en segundo plano en los proyectos soviéticos, que reservan mayor espacio para un aliado como Siria, un país que necesita absolutamnente la ayuda de Moscú para llevar adelante sus propias políticas.
La defensa de Arafat queda una vez más en manos de los palestinos. En los campos de Beirut bajo control libanes y al sur bajo la ocupacion israelí, los refugiados han dado muestra de irritación por el papel sirio. En los territorios ocupados,por otra parte, hubo claras expresiones palestinas en apoyo de Arafat.
Las mediaciones formales para reparar la crisis sirio-palestina no faltaron sobre todo por parte árabe, pero el propio Arafat no parece haber apuntado con convicción a la búsqueda de apoyos externos.
En los ambientes del "Frente Popular" de George Habbash, por ejemplo, se afirma que Arafat, en realidad, no buscó evitar el choque con los sirios: puesto frente a las presiones internas y externas, el líder de la OLP no hizo concesiones, limitándose a una oferta de diálogo con los rebeldes, mientras su lenguaje frente a Siria fue voluntariamente provocativo.
Una táctica semejante tendría su lógica: los sirios no se habrían conformado con un formal intercambio de cortesías. Para Arafat se trataba de elegir entre la sumisión y la ruptura. Aceptando el choque con Siria, el jefe de la OLP logró aislar políticamente a los rebeldes, transfiriendo al cuadro de un conflicto sirio-palestino la crisis interna de su organización.
"Para entender bien la posición siria", afirmó el portavoz de la OLP, Abdel Rahman, "es necesario ubicarla en un contexto más general: Siria debe lograr el objetivo que Israel no pudo alcanzar con la operación "Paz en Galilea": el aniquilamiento de la OLP con la bendición de Estados Unidos, Israel y los regímenes árabes. Todos unidos, progresistas y reaccionarios, contra el único obstáculo real a sus planes".
Entre los palestinos se insiste en que, como en los tiempos de la intervención de 1976 en el Líbano contra la OLP y las izquierdas libanesas y en apoyo de las derechas cristianas, Siria se beneficia de un apoyo tácito o evidente de los norteamericanos, israelíes y árabes.
La expulsión de Arafat de Damasco el mes pasado no provocó protestas entre amigos y aliados de la OLP. También Arabia Saudita, pilar oficial de la línea moderada de Arafat, evitó cuidadosamente intervenir abiertamente para frenar la campaña siria contra el jefe de la OLP, mientras norteamericanos e israelíes no escondieron su natural satisfacción de ver a la OLP debilitada y comprometida en una lucha fratricida.
Un control total de la OLP por parte de Damasco reforzaría la posición de Siria -que en eventuales negociaciones dispondría de dos ases en la manga: El Líbano y los palestinos- convirtiéndose por lo tanto en el aliado esencial y en una fuerza dominante en el mundo árabe.
Por otra parte, ofrecería a israelíes y norteamericanos la ventaja de eliminar de la escena a la única fuerza que realmente obstaculiza la imposición de un arreglo que prescinda de los palestinos.
De los dos males, según se estima en medios palestinos, los Estados Unidos, Israel y los regímenes árabes eligieron el menor: "Una Siria incluso fuerte, es siempre un Estado con el cual es posible entenderse a costa de algún otro" como dijera Abdel Rahman.
También en el ámbito del acuerdo para el retiro del Líbano, las fuerzas palestinas formarían parte del paquete a tratar con Siria, naturalmente al precio que pedirá Damasco, pero con la ventaja para todas las partes en causa -norteamericanos, israelíes y libaneses- de poder ígnorara la OLP.