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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner califica de fondos buitre a los ‘hedge funds’ que demandaron al país tras comprar una pequeña porción de los bonos de deuda de inversionistas que no aceptaron la reestructuración .

ARGENTINA

Argentina, maniatada

Un juez de Nueva York pone en jaque a la economía argentina y, de paso, le da un duro golpe al concepto de los bonos de deuda pública, claves para los países en desarrollo.

2 de agosto de 2014

Argentina está en una situación insólita, al borde de un nuevo default de su deuda externa, por la sentencia de un juez de Nueva York a favor de unos fondos de inversión. El hecho tiene vastas consecuencias internacionales, pues cuestiona el manejo de las deudas de países soberanos y el papel de estos fondos, que con un puñado de bonos comprados a precio de chatarra, pueden llevar a un país al borde del precipicio.

El asunto proviene de 2001, cuando Argentina dejó de pagar su deuda externa por 92.000 millones de dólares en medio de una gran conmoción social. Desde entonces realizó, en 2005 y 2010, dos canjes de bonos en default por nuevos bonos con importantes reducciones y plazos, que aceptaron el 93 por ciento de los acreedores. En menos de diez años, el país les pagó cerca de 190.000 millones de dólares, canceló 9.800 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y negoció con el club de París la deuda que se arrastraba desde los años cincuenta.

Pero a diferencia de una empresa, en la que basta la mayoría de los acreedores para consolidar la oferta de pagos, los países no tienen legislación al respecto. En este caso, un 7 por ciento de los tenedores no aceptó la reestructuración. Y el 1 por ciento de ellos, liderado por el fondo NML del financista Paul Singer, compró bonos en default por escasos 48 millones de dólares y demandó al país en Nueva York. En 2012, el juez Thomas Griesa condenó a Argentina a pagar el 100 por ciento de esos bonos. La Corte Suprema se negó a revisar el caso y con la sentencia en firme, los demandantes exigen cerca de 1.500 millones de dólares.

Para cumplir la reestructuración, el 30 de junio Argentina giró al Bank of New York 539 millones de dólares para pagar los intereses a los acreedores que aceptaron a los canjes de 2005 y 2010. Pero el juez Griesa ordenó al banco no cursar ese pago hasta tanto no se salde la deuda a los fondos de Singer.

En estas condiciones, Argentina tenía que elegir entre la horca y la silla eléctrica: si paga el 100 por ciento a los demandantes, aparecerán los “me too” (yo también), es decir, la totalidad del 7 por ciento de quienes no aceptaron los canjes de deuda, y la discusión ya no sería por 1.500 millones de dólares, sino por 15.000 millones, la mitad de las reservas del Banco Central.

Además, se disparará la cláusula del acreedor más favorecido, conocida como Rufo (Rights Upon Future Offers), pactada con el 93 por ciento de los tenedores, según la cual, si se ofrecen mejores condiciones a otros acreedores, les serán aplicables a todos. O sea que si Argentina paga el 100 por ciento a los demandantes, podría afrontar exigencias por más de 200.000 millones de dólares. Para evitarlo, Argentina ofreció pagarles en las mismas condiciones que al 93 por ciento restante, o aplazar la negociación hasta enero, cuando vence la cláusula Rufo. Pero los fondos, a los que la presidenta Cristina Fernández llama buitres, no aceptaron. El Bank of New York, siguiendo a Griesa, no giró los 539 millones de dólares. El gobierno argentino dice que no incurrió en default, porque envió el dinero al banco, pero los acreedores no lo entienden de esa manera.

Además, según dijo el economista Fausto Spotorno a SEMANA, como el país habría fallado en pagar, esto le daría al 93 por ciento de los acreedores el derecho de pedir la “aceleración”, o pago adelantado de la totalidad. “Esto podría hacer exigibles cerca de 100.000 millones de dólares”, explica el economista. De hecho, el banco suizo UBS ya hizo los primeros trámites al respecto.

No han faltado críticas a Buenos Aires. “Argentina baila con otro ‘default’ y ataca el sistema legal estadounidense”, escribió The Wall Street Journal. Y en el país critican al gobierno por haber esperado tanto, y se cuestiona, tanto a Cristina como a su esposo Néstor Kirchner, haber aceptado la legislación de Estados Unidos para las renegociaciones.

Las consecuencias para Argentina, según Spotorno, serán “más inflación, más devaluación, tasas de interés más altas. Las empresas van a perder la capacidad de financiarse, y esto irá empeorando si no se encuentra una solución”. Pero lo que más preocupa son los efectos internacionales. Un grupo de 100 expertos encabezados por el premio nobel Robert Solow envió una carta al Congreso de Washington en la que dice que “cuando se invierte en bonos soberanos, hay riesgos latentes”, y que el fallo de Griesa “crea un peligro moral” ya que permite a los inversionistas obtener el pago sin importar los riesgos que asumieron. Para los expertos, el fallo “impactará al estatus de Estados Unidos como centro financiero de la economía global” ya que a la hora de emitir deuda, los gobiernos elegirán países como Bélgica y el Reino Unido, que aprobaron leyes contra estos fondos.

“El fondo buitre NML del multimillonario Paul Singer, con unos 300 empleados, logró llevar a Argentina, una nación de 41 millones de personas, a una rendición humillante”, escribió The New York Times, lo cual “muestra hasta qué punto los multimillonarios fondos de inversión pueden influenciar los mercados”.

La abogada Anna Gelpern, profesora de la Universidad de Georgetown, señaló que si se sienta el precedente de que los que no acepten una renegociación pueden salir ganando, “los fondos buitre pueden haber precipitado una nueva época en los mercados de deuda, que puede frustrar los esfuerzos de un país de volverse a poner de pie después de una crisis económica”.

“No se puede manejar un país desde un juzgado de segundo orden”, dijo a SEMANA Mario Cafiero, experto en el tema. “Por eso se producen estas situaciones desopilantes, en las que un Estado paga, no le aceptan el pago, y pueden tirar abajo toda una renegociación de la deuda. Es algo digno del récord Guinness de la ignorancia y la estupidez”, señaló. Y como escribió el premio nobel Joseph E. Stiglitz, “hay un montón de bombas estallando por el mundo, pero ahora Estados Unidos arrojó una bomba al sistema económico global”.