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El gobierno de Cristina Kirchner, que desde 2001 ha pagado cumplidamente sus deudas internacionales, ha advierte que las demandas como la interpuesta por el multimillonario Paul Singer podrían sentar un precedente, por lo que otros países podrían verse en la misma situación de Argentina. | Foto: AP

ARGENTINA

Argentina, otra vez a las puertas de la bancarrota

Un fallo a favor de fondos especuladores en Nueva York tiene a Argentina a las puertas de no poder pagar sus deudas.

5 de julio de 2014

Con la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de rechazar un recurso de Argentina, quedó en firme la sentencia del juez Thomas Griesa de Nueva York, que condenó a ese país a pagar cerca de 1.500 millones de dólares a varios ‘fondos buitre’ que compraron bonos “basura” después de la crisis económica de 2001. Los llamados ‘fondos buitre’ son inversionistas que compran deuda de países en caos financiero o guerra a bajos precios –seis centavos por dólar en el caso de Argentina– para cobrarla en su totalidad cuando esas economías se recuperan.

La figura más destacada de esa demanda que tiene al país austral contra las cuerdas es Paul Singer. Dueño del fondo NML y millonario # 1176 en la lista Forbes de los más ricos del mundo, Singer está reclamando un monto equivalente a toda su fortuna actual. El pleito tiene a Argentina, que reestructuró su deuda externa y que ha pagado sus obligaciones desde entonces, al borde del default, es decir, de incumplir sus pagos.

Según denuncia el gobierno de Cristina Kirchner, si se aplica la sentencia, estos fondos, que pagaron 48 millones de dólares por los bonos, hoy podrían cobrar más de 800 millones. La decisión de Griesa ha sido criticada por influyentes economistas como Nouriel Roubini, quien la calificó de “peligrosa”, y de Martin Wolf, quien dijo que es “una extorsión respaldada por la Justicia de Estados Unidos”. A su vez, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, advirtió sobre la posibilidad de que esos fondos puedan llevar a “la quiebra de los Estados”.

La historia comenzó en la crisis de 2001 cuando Argentina declaró el no pago de su deuda, que había alcanzado más de 130.000 millones de dólares. En 2005, el gobierno de Néstor Kirchner logró una primera renegociación seguida por una segunda en 2010. Más del 92 por ciento de los acreedores aceptaron un canje de bonos con una importante reducción de la deuda. Pero un 7 por ciento, llamado holdouts, no ingresó al canje, y hace 12 años varios de ellos demandaron a Argentina ante la Justicia de Nueva York, entre ellos Singer. La sentencia de Griesa obliga a Argentina a pagar el valor total de los bonos sin reducción a los holdouts antes que con quienes ya había arreglado.

El problema es que si Argentina accede a pagar a los ‘fondos buitre’ que ganaron la demanda, podría enfrentar la obligación de pagar 15.000 millones de dólares más al 7 por ciento total de bonistas que no ingresaron al canje, es decir, la mitad de las reservas internacionales. Y como el canje de la deuda estableció una cláusula llamada Rufo (Rights Upon Future Offerts), según la cual, si existe una mejor oferta, esta se deberá aplicar a todos, podría desbaratarse la renegociación de 120.000 millones de dólares, pues todos los bonistas exigirían ser pagados de la misma manera.

A partir de 2001, el país ha sido un “pagador serial”: no solo no ha incumplido ninguno de los pagos de los bonos reestructurados, sino que canceló de contado 9.805 millones de dólares de deuda con el FMI en 2005, indemnizó con 5.800 millones de dólares a la española Repsol por la expropiación de la petrolera YPF en 2012 y acaba de negociar el pago de 9.700 millones de dólares al Club de París. A pesar de su discurso populista, Cristina ha sido más papista que el papa en este tema financiero y esta vez también ha manifestado su disposición de pagar y de negociar con los demandantes.

Sin embargo, tras una década de crecimiento, la economía se encuentra en problemas, como consecuencia del enorme déficit energético y de los subsidios pagados por el Estado para paliar la grave crisis social. Las reservas internacionales se han reducido a menos de 30.000 millones de dólares y Argentina necesita acceder al mercado de capitales, del que fue excluida tras el default de 2001.

En conclusión, la sentencia sienta un grave precedente. Además de volver más onerosa la negociación de esos pagos, estos pocos acreedores holdout pueden llevar a Argentina a cesar pagos y hundirla en una crisis. Todo ello a pesar de haber cumplido sus obligaciones bajo la restructuración de sus deudas . Para el economista Roubini, el sistema internacional para la reestructuración de deudas soberanas, que tanto ha ayudado a países quebrados, podría “estar roto”.