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Arnold el bárbaro

El héroe musculoso tiene una nueva misión: gobernar a California. Las consecuencias podrían ser desastrosas.

13 de octubre de 2003

Cualquiera que haya visto una película de Arnold Schwarzenegger sabe que el ex míster universo austríaco a duras penas logra decir "regresaré" en un inglés entendible. Pero nada, ni siquiera las múltiples acusaciones de haber manoseado a por lo menos 15 mujeres, quienes lo obligaron a presentar una disculpa formal, pudo impedir que el protagonista de películas tan profundas como Conan el bárbaro o Un policía en el kínder se convirtiera en el gobernador de la quinta potencia económica del mundo, California. En Styria, Austria, pueblo natal de Schwarzenegger, celebraron toda la noche. "Es uno de los nuestros", dijo el alcalde Waltraud Klasnic.

El recall de California fue una especie de referendo, en el que se les preguntaba a los votantes primero si Davis debía ser restituido, y después quién debía reemplazarlo dentro de una lista de 130 candidatos. Su votación en medio de este grupo tan congestionado fue 48 por ciento del total.

La experiencia del personaje es peculiar. Nunca estudió para la vida pública y limita sus antecedentes a haber sido un fisiculturista convertido en actor de películas de acción. Nunca fue a la universidad y durante su campaña sólo apareció en un debate, en el que exigió que le pasaran las preguntas por adelantado, algo muy mal visto en Estados Unidos. El éxito de su campaña tuvo más que ver con el estreno de la última película de la saga de Terminator que con las ideas que expresó en su inglés de acento alemán. Pero además de la prensa gratis por cortesía de Hollywood, el multimillonario y bien conectado 'Terminator' gastó 22 millones de dólares en la campaña, de los cuales ocho salieron de su propio bolsillo.

Otro dato extraño es que en las encuestas que antecedieron la votación Schwarzenegger tenía una imagen desfavorable de 45 puntos, una cifra considerable en política y de lejos la más alta de los candidatos. Nunca había sucedido que alguien con tanta opinión negativa ganara unas elecciones.

En efecto, a pesar de su imagen de ignorante, millones de votantes acudieron a las urnas y reemplazaron al gobernador demócrata electo hace un año, Gray Davis, por el actor. Davis era culpado de la mala situación de California, el estado más poblado del país, que apresuró la primera destitución de un gobernador desde 1921.

El fenómeno de la elección de tal outsider, como se les dice a los candidatos ajenos a la política, es motivo de risas, pero también de análisis serios. "Yo, personalmente, estoy muy preocupado. Es un hecho que refleja la superficialidad de los votantes norteamericanos, o al menos de los californianos", dijo a SEMANA David Kaun, profesor de la Universidad de California en Santa Cruz. Según él, el resultado se explica en parte por la pésima calidad de la información que le llega al público norteamericano. Kaun lamenta que no exista la posibilidad de escuchar debates políticos serios sino una serie de mentiras y acusaciones de ambos lados a lo sumo entretenidas.

Según explicó a esta revista Mark Lance, de la Universidad de Georgetown, lo que sucede es que el público es "adicto a las celebridades", y esto se debe a la cultura de la imagen, a los millones de dólares que se gastan en publicidad política y a la estructura del sistema educativo. Otra explicación para la elección de Schwarzenegger tiene que ver con el desencanto con la política, que lleva a los electores a escoger candidatos alejados de ese mundo. Estados Unidos tiene una tradición histórica de elegir celebridades cuando la sociedad está furiosa con los gobernantes de turno. Algunos ejemplos son la elección del luchador Jesse Ventura como gobernador de Minessotta, el jugador de baloncesto Bill Bradley, el astronauta John Glenn y, por supuesto, el actor de películas de vaqueros Ronald Reagan, cuya carrera lo llevó hasta la Casa Blanca.

Otra tendencia política que se hizo evidente con la elección de Schwarzenegger es que los estadounidenses son ahora un poco más tolerantes con las faltas que atañen a la vida privada de los políticos. "Creo que desde el escándalo de Bill Clinton y Monica Lewinsky los votantes están cansados de oír sobre las vidas sexuales de sus políticos", dijo a SEMANA el profesor de política de la Universidad de Pennsylvania, Nataniel Persily. Esta tendencia se puede ver como algo bueno, pero en el caso específico de Schwarzenegger se trataba de acusaciones que rayaban con la esfera de lo criminal y tanta tolerancia se debió en buena medida al corto tiempo de campaña y a la falta de debate público.

En efecto, el recall también fue decisivo para explicar el éxito de Schwarzenegger. Es casi un axioma del marketing político que en una campaña lo importante es llegar a ser suficientemente conocido entre el electorado y esto es aún más cierto en una elección apresurada como esta. De hecho, la elección del Terminator ha hecho que se levanten voces de alerta sobre el peligro del mecanismo del recall. Este puede conducir a que los gobernadores se dediquen a tomar medidas populistas que halaguen al público antes que darse la pela por políticas impopulares pero necesarias. Además los opositores podrían aprovechar cualquier impopularidad transitoria de un funcionario para abogar por la revocatoria de su mandato. En California esto es más fácil que en los otros ocho estados que tienen esta posibilidad, pues sólo se requiere reunir un número de firmas equivalentes a 10 por ciento de los votos obtenidos por un candidato para votar su destitución. En este caso se trató de unas 900.000 firmas.

Así mismo, la preferencia de outsiders frente a políticos profesionales puede ser un peligro para las instituciones. La elección de Schwarzenegger en estas elecciones abre la posibilidad de que otros gobernantes con una momentánea baja popularidad pero preparados y capaces pierdan frente a personajes del mundo del espectáculo pero que podrían ser pésimos políticos.

En todo caso, por lo pronto los republicanos consiguieron su objetivo de apropiarse de la gobernación del estado más importante de la Unión, lo que es un paso decisivo de cara a la cada vez más difícil reelección del presidente George W. Bush. Un gobernador favorable es muy importante, como se vio en la Florida en el controvertido desenlace de las elecciones que instalaron al actual presidente en la Casa Blanca. Y los republicanos demostraron que, para conseguir su objetivo, son capaces de hacer cualquier cosa, hasta de convertir al Terminator en gobernador.