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Brisbane es la tercera ciudad más importante de Australia. El río que lleva su mismo nombre, y la atraviesa, se desbordó y causó la tragedia más grave de los últimos 37 años. | Foto: Foto: EFE.

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Así vive un colombiano las inundaciones en Australia

John vive en carne propia la emergencia invernal en Brisbane, capital del estado de Queensland, en Australia. Su historia permite entender cómo se vive la misma tragedia que enfrenta Colombia, pero en un país del primer mundo.

14 de enero de 2011

Había visto tragedias como esta en Colombia, pero jamás pensé que algún día tuviera que pasar por una de ellas y lejos de mi país. Vivo en Brisbane (capital del estado de Queensland), la tercera ciudad más grande de Australia y la más devastada por la inundación que causan las lluvias desde diciembre del año pasado.
 
Es como si se inundara Cali o Barranquilla. El río Brisbane, que atraviesa la ciudad, se desbordó por completo y arrasó con más de la mitad de los suburbios (barrios) de esta región.

Australia es un país rico. Aquí no hay pobreza, no hay gente pidiendo limosna en la calle, hay subsidio para los desempleados y también para los vagos. No hay problema de orden público ni delincuencia, pese a la emergencia. De hecho, no han disparado, no han matado y tampoco han robado.

Almacenes enteros permanecen solos, simplemente cerraron sus puertas y apenas tienen sacos de arena, que distribuyen los soldados, para impedir que el agua entre. Unos 1.200 uniformados llegaron a la zona del desastre con la intención de trabajar en las labores para atender la emergencia.

Aun así, el drama es impresionante, hay muchas casas inundadas hasta el techo o bajo el agua, entre ellas el primer edificio en el que viví, recién llegué de Colombia. Es impresionante.

Me salvé. Un año atrás vivía justo frente al río y me mudé a una casa que queda en una montañita, lejos del centro en donde están las empresas, las instituciones del Gobierno, los edificios y las oficinas. Aquí el agua del río nunca llegó, por fortuna, pero las calles que están más abajo sí están afectadas.
 
Mi drama era no poder ver a mis allegados que viven en el centro, justo en la zona con más daños: hay 120.000 personas sin luz y todos los parqueaderos de los edificios están inundados. Para visitarlos, desde donde vivo, debo tomar una vía como la Autopista Norte en Bogotá, que atraviesa el río, pero antes de llegar al primer puente, la Policía impide el paso. El río también los afectó.
 
Logré cruzar apenas el jueves de esta semana. Les llevé linternas, radio, agua y comida. En los supermercados no hay agua, tampoco pan, leche ni huevos. Como buen colombiano, estoy comiendo arroz, pero del tailandés, que se parece mucho al nuestro; siempre compro cinco kilos y lo preparo con lo que encuentre.

Acá empezó a llover en diciembre y es curioso, pero esta tragedia tenía antecedentes. El 26 de enero de 1974 pasó exactamente lo mismo y para los noticieros la historia se repite. En ese momento, hace 37 años, el exceso de lluvias provocó que el río creciera seis metros por encima de su nivel e inundara 8.500 casas en 200 kilómetros. Hubo 16 muertos, los mismos que se cuentan hasta hoy.

Los cocodrilos y serpientes, muy comunes acá, comienzan a aparecer, incluso tiburones en la ciudad de Toowoomba, un poblado a 90 minutos al noroeste de Brisbane. El río entró y con él estos animales que están alborotados, por eso le advierten a la gente no permanecer en el agua.

Para los damnificados hay cuatro puntos de atención. Cualquier persona puede ir a reclamar su ración de comida, ropa y dormir allí. Pero los lugares están llenos: hay casi 5.000 personas y ahora piden a los afectados quedarse en las casas de amigos, vecinos y familiares. Mientras tanto, las donaciones ya alcanzan los 55 millones de dólares (102.520 millones de pesos).

El nivel del agua comienza a bajar y se ve la magnitud de la tragedia, todo lo que quedó bajo el agua comienza a flotar y a través de Internet las personas pueden inscribirse como voluntarios para participar en los trabajos de remoción de escombros.

Los grupos de voluntarios comienzan a llegar, muchos organizados por Facebook. Hay más de 26.000 edificios afectados y 65.000 viviendas y comercios sin luz ni agua. La gente viaja de un lugar a otro para recargar las baterías y llenar las garrafas de agua.
 
No se sabe cuánto tardará la reconstrucción, lo cierto es que muchos no podrán regresar a sus casas en semanas, incluso meses.