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¿BANANA REPUBLIC?

La sombra de un golpe militar en Chile dejó al descubierto, una vez más, la inestabilidad política de los posibles socios sureños del Nafta.

24 de julio de 1995

LAS ASPIRACIONES DEL GObierno chileno de aparecer como una sólida democracia más cercano al primer mundo que al subdesarrollo que la rodea, quedaron en entredicho con las diferencias que suscitó el fallo de la Corte Suprema, mediante el cual condenó a dos altos jefes militares a presidio por el homicidio en Washington, en 1976, del ex canciller Orlando Letelier. Tanto que su sólida economía alcanzó a sufrir consecuencias.
La inicial indiferencia de los indicadores económicos ante la disposición judicial cambió bruscamente el miércoles 14 de junio cuando la bolsa comenzó a registrar los efectos. Los hechos se iniciaron cuando el general Manuel Contreras aseguró que no pasaría un día en prisión. El 11 de junio ingresó en un recinto militar cercano a la finca donde se encontraba. Luego, el día 13, se escapó a un hospital amparado por todas las Fuerzas Armadas. El tono de la situación se tornó más oscuro cuando el ex dictador Augusto Pinochet desconoció el fallo de la Corte Suprema. El otro condenado, el brigadier Pedro Espinoza, dijo que él tampoco iría a prisión.
El gobierno lanzó su golpe el martes 13. En una sorpresiva aparición en radio y televisión, el presidente Eduardo Frei le dijo al país que él había jurado hacer respetar la Constitución y de inmediato canceló un importante viaje con empresarios a una reunión del Mercosur. La respuesta internacional fue activa. El presidente argentino Carlos Menem fue el primero en llamar a alerta por la sublevación militar en Chile. Luego, el embajador norteamericano Gabriel Guerra Mondragón dijo que "la democracia es una condición para ingresar al Nafta". Por último, una declaración conjunta de los presidentes de Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay, expresó su apoyo al gobierno chileno.
Mientras tanto la economía comenzaba a mostrar signos de alarma. El dólar subió lenta pero constantemente, al igual que las tasas de interés. La Bolsa, por su parte, comenzó a caer desde el día siguiente a la intervención presidencial, bajando más de un 2 por ciento en un solo día. Además, las acciones de empresas chilenas que se tasan en el exterior, los ADR, registraron también grandes caídas.
La crisis sobrevino en un momento en que las consultoras internacionales están recalificando el riesgo de Chile para las transnacionales. Esa misma semana comenzó en el Congreso estadounidense la discusión acerca del ingreso de Chile al Nafta, y lo primero que se escuchó fue la opinión de algunos congresistas en el sentido de que la inestabilidad política del país del sur lo hace un socio poco adecuado.
La solución de la crisis resultó, al parecer, del hecho de que el máximo tribunal de justicia chileno se sintió ofendido por las declaraciones de Pinochet, que hablaban de juicio injusto y que configuraban una situación de desacato. Los pasos que a partir del domingo 18 dio la Corte Suprema son un secreto bien guardado. Lo que sí se sabe es que el día lunes, mientras los máximos dirigentes gremiales se reunían con Pinochet, también estaba el pleno de la Corte Suprema en sesiones, y que el resultado sumado de ambas reuniones es que apresuradamente uno de los condenados fue removido del ejército y obligado a cumplir su condena.
Aún no se sabe cuándo el otro condenado ocupará su lugar en la cárcel, ni lo que pueda pasar tanto en la política como en la economía. Por el momento, la Bolsa comenzó a recuperarse, el gobierno y los empresarios parecen menos sobresaltados y todos parecen haber aprendido, como lo señaló el presidente Frei, que los negocios serán prósperos sólo si la democracia es sólida.