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Batalla moral en escuelas españolas

Alianza BBC
6 de diciembre de 2008

Una chica de 16 años está sentada en la acera bebiendo sangría de un envase de cartón. A su alrededor, su grupo de amigas planea su noche del sábado, vestidas para conquistar los corazones de los chicos.

"¿Alguna de ustedes es católica?", pregunto. Veo seis caras y cinco miradas de indiferencia. Pero entonces, por sorpresa, habla la joven sentada en la acera.

"Estoy orgullosa de ser católica y voy a misa tres veces por semana", explica en un buen inglés. "Mis amigos no creen en Dios, pero para mi él es muy importante. Soy de una familia del Opus Dei".

"Pero, ¿es eso compatible con el estado en el que te encuentras ahora?", le pregunto, agachándome para poder oír su respuesta. "Iré a confesarme mañana", contesta. "Bebo y luego me confieso. No se lo digas a mi madre por favor". No sé lo que pensarán sus devotos padres del Opus Dei de esta explosión de fe, en la mitad de la calle.

Pero ello me proporcionó una visión reveladora sobre la complejidad del tema que quiero tratar: la lucha entre la iglesia Católica y el gobierno socialista de España por impartir valores a los jóvenes españoles.

Esta joven ligeramente ebria no se ha descarriado y rebelado contra su estricta educación católica. Para ella los excesos del sábado por la noche son perfectamente compatibles con su visita a la iglesia el domingo por la mañana.

No es la primera vez que noto, como tantos, esa zona gris que existe en un asunto que a menudo se presenta como un debate de extremos.

Batalla ideológica

Desde que me mudé a España el pasado abril he presenciado múltiples colisiones ideológicas entre la jerarquía de la Iglesia católica y el gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Matrimonio homosexual? Con él se aprobó. ¿Divorcio express? Lo prometió y entró en vigor.

Y todo eso dejó a los lideres de la iglesia echando humo. La agenda liberal del presidente socialista indignó a los conservadores católicos hasta el punto de que, antes de las elecciones generales de marzo, la Conferencia Episcopal Española hizo un llamado nada disimulado a los españoles para que no votaran por los socialistas.

Pero los votantes hicieron oídos sordos al llamado y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó los comicios. Desde entonces han retomado la lucha, con las escuelas como campo de batalla.

Acusan a Zapatero de querer indoctrinar a los jóvenes de España a través de una nueva materia obligatoria llamada Educación para la Ciudadanía. Lo que horroriza a algunos padres católicos es que los libros de esta asignatura tratan temas como el divorcio, el aborto y la sexualidad.

Controlar a los jóvenes

"Si eres capaz de hacer que los jóvenes piensen de una manera determinada puedes controlarlos, que es lo que creo está intentando hacer el gobierno", se queja Agustín Losada, un padre cuya objeción formal a la nueva asignatura es apoyada por el gobierno regional conservador de Madrid.

"El derecho a educar moralmente a los hijos no pertenece al gobierno, sino a los padres. Es un principio reconocido en nuestra Constitución", asegura Losada.

"Forzando a todo el mundo a estudiar este tipo de materia el gobierno intenta imponer un punto de vista que puede no concordar con lo que muchos padres piensan".

La opinión de Losada esta cuidadosamente razonada, pero ¿es representativa del 78% de los españoles que se declaran católicos? La evidencia no es concluyente.

Por un lado, las 50.000 objeciones de padres a las clases de Educación para la Ciudadanía que se han presentado (según la Confederación Española de Padres Católicos) no son realmente significativas en un país de 45 millones de habitantes.

Pero es cierto que una reciente encuesta señaló que existe cierto malestar por la manera en que la asignatura está siendo impuesta en las escuelas de todo el país. Según un sondeo, una mayoría de españoles preferirían que se tratara de una asignatura optativa, junto con la educación religiosa.

Selectivos

Tras hablar con un amplio espectro de españoles católicos, mi impresión es que el área gris es mayor de lo que parece. Muchos de los padres con los que conversé tienen una aproximación selectiva en cuestiones religiosas y de moral.

"Me considero católica pero no tengo ningún problema con la materia de Educación para la Ciudadanía ", explica María Amparo Zahonero, cuya hija de 14 años va a un colegio de Valencia.

"A cierta edad, lo jóvenes deben aprenderlo todo. Se les han de dar explicaciones".
Hablando de una serie de temas, María dice que se opone al aborto, aunque apoya el matrimonio homosexual y no está para nada de acuerdo con las ideas de la Iglesia sobre contracepción.

"No quieren que los use, pero no puedo pasarme la vida teniendo hijos", afirma.
De vuelta en Madrid, la adolescente del Opus Dei se va a una discoteca con amigos. Algunos siguen bebiendo, la mayoría está fumando y uno de ellos se pone a charlar conmigo de manera entusiasta sobre una serie de televisión.

No se trata de una escena de permisividad desenfrenada pero no es la España de hace 30 años, cuando los valores católicos despertaban más respeto que indiferencia. En este grupo de jóvenes, tan sólo una tiene espacio en su vida para Dios. Y me pregunto si llegará a misa el domingo por la mañana.