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BRINCANDO LA SERCA

Cerca de 50 mil estealemanes han logrado pasar a Occidente.

2 de octubre de 1989

La perestroika y los vientos renovadores que recorren a Europa del Este también traen sus problemas para Occidente. Uno de ellos es el que ha estallado entre las dos Alemanias a raíz del más fuerte de los éxodos que haya existido desde que se levantó, hace 28 años, el muro de Berlín. Precisamente en los días en que Alemania Democrática se alistaba para celebrar el aniversario del muro, la ola de refugiados que buscaron una salida hacia Alemania Federal creció como nunca había sucedido, creando una crisis en las relaciones entre los dos países que, paradójicamente, se encontraban mejor que nunca.

El gesto de buena voluntad que en días pasados mostró Hungría al destruir el "Telón de acero" en su frontera con Austria, se convirtió en un verdadero hueco que despertó inmediatamente la tentación de centenares de alemanes del Este, quienes aprovechando la temporada de verano en la que Budapest se llena de turistas todos los años, decidieron su viaje definitivo al otro lado del mundo. A la embajada de Alemania Occidental en Budapest llegaron cerca de 180 germano-orientales en busca de asilo, mientras que Bonn se vio obligada a cerrar su representación diplomática permanente en Berlín Oriental debido a que el número de refugiados llegaba a los 130. Y en Giessen se hablaba de que la situación se tornaba dramática. Cerca de 3.000 refugiados habían tenido que ser alojados en hospitales, colegios y gimnasios, en condiciones prácticamente invivibles, ya que su capacidad normal es de 500 personas.

En medio de esta situación comenzaron también las acusaciones mutuas. Para Bonn, la RDA provoca la crisis de refugiados por negarse a hacer las reformas que está pidiendo su población. "Tendrán que dar algo más de libertad de expresión, algo más de movimiento y algo más de abastecimiento", dijo el secretario de Estado de la RFA. Por su parte, el órgano del Partido Socialista Unificado (SED) Neues Deutschland, habla del "frente común de los medios occidentales" en su histérica campaña con la que se incita a los alemanes a huir de su pais. "La prensa de Occidente caliento el ambiente con espejismos y la mayoría de los refugiados son victimas de la propaganda", dijo.
Además, también se han ido lanza en ristre contra los demás paises socialistas. "Aquellos que han fracasado en sus caminos propios del socialismo quieren ahora adoptar métodos capitalistas", dijo Otto Reinhold, uno de los más fervorosos defensores de la ortodoxia en el gobierno, para culpar a sus aliados de esta crisis.

Los hechos hablan por si sólos. El déficit crónico de mano de obra, las dificultades económicas y de abastecimiento y la falta reiterada de reformas hacen que los alemanes orientales sientan que están saliendo del infierno. Aunque la situación para los refugiados ya no es la misma, en Alemania Occidental parece escucharse decir: bienvenidos pero no para Alemania Federal.

Durante las dos últimas semanas la cifra de refugiados se ha ido elevando incontrolablemente. Se calcula que el número puede pasar de 50 mil en lo que va corrido del año y se espera que, a juzgar por el ritmo con que se evaden los germanos democráticos, la cifra se pueda duplicar antes de que acabe el verano. Y a pesar de que los incidentes no han faltado, como el del alemán que resultó muerto luego de forcejear por el arma con un guardia húngaro, nada parece indicar que el "chorro" humano vaya a parar.

La actitud radical del régimen comunista de la RDA, ha obligado al gobierno de Bonn a acondicionar a marchas forzadas campos para acoger a los miles de refugiados. Y a meterse la mano al bolsillo para destinar cuantiosas partidas a las autoridades húngaras, quienes están soportando el peso de la situación ya que se han convertido en una especie de país puente. Las gestiones diplomáticas entre los dos países han hecho que desaparezcan temporalmente los visados para la frontera austrohúngara y la consigna parece ser la de evitar a toda costa que regresen los ciudadanos que no quieren vivir en su país.

El régimen comunista de Alemania ha tomado el rábano por las hojas y lo que ha anunciado es una especie de purga por medio de "entrevistas personales" con todos aquellos cuadros que tengan una inclinación a las reformas o cualquier tipo de simpatía con la perestroika. Y mientras tanto, los habitantes de ese país, que ya no creen en que nada vaya a cambiar allí, lo único que buscan es un hueco.
Inclusive, ahora lo hacen por temor a lo que se puede venir después de la "crisis del verano". Aunque hay quienes lo han tomado con humor: uno de los que logró pasar la frontera al ser preguntado por los motivos por lo que lo había hecho dijo: "Yo no sé. Yo vi una fila y, como es habitual en mi país, me coloqué al final".