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Caldera, ¿cuál?

Venezuela no sabe cuál Rafael Caldera, de al menos tres posibles, gobernará a partir de febrero.

10 de enero de 1994

MILLARES DE VENEZOLANOS (EN REALIdad 1,7 millones) votaron el 5 de diciembre por Rafael Caldera, motivados por la credibilidad que despierta este hombre de 78 años, segundo venezolano elegido dos veces presidente. Votaron por el político que prometió romper y rompió con el partido que fundó, el Copei, y por el economista que prometió no subir el precio de la gasolina, eliminar el IVA y renegociar la deuda externa. También votaron por el hombre honrado que prometió perseguir a todos los corruptos, y por el hombre de hogar a quien hasta ahora no se le conoce desliz alguno, algo atípico en las altas esferas del poder de Venezuela. Por este Caldera votaron. Pero...
Mientras prometía congelar los precios de los combustibles y eliminar el IVA, sus asesores económicos "viajaron en secreto a Estados Unidos y trataron de garantizarles a los ejecutivos empresariales extranjeros de que el candidato presidencial decía estas cosas para asegurar su elección". Este detalle causó preocupación en los círculos financieros internacionales, pese al llamado al "no pánico" formulado por expertos . Tras la primera conferencia de prensa de Caldera, durante la que se opuso a la epidemia de privatizaciones, los papeles de la deuda venezolana en el mercado secundario de Nueva York cayeron dos puntos. "Deberíamos aprovechar para comprar", fue el poco afortunado comentario del Presidente electo.
Para The Wall Street Journal, "aunque no está aún claro qué hará Caldera en el futuro", es conocido que él "es básicamente un político tradicional de corte más bien conservador, que difícilmente adopte abruptos cambios". Pero aunque los analistas coinciden en que se trata de un hombre honesto, que no dará sobresaltos a la comunidad internacional, no se ponen de acuerdo sobre cuál de los posi- bles Calderas surgirá.
Hay, por ahora, tres opciones. Una: cumple sus promesas de campaña y da comienzo a una política de control de precios, de freno a las privatizaciones, y produce el desastre económico. Dos: tiene un comienzo similar al anterior, pero se da cuenta pronto, da media vuelta, y regresa a la economía de mercado, a la manera de Françoise Mitterrand en Francia. Tres: imita a los presidentes Carlos Menem (Argentina) o a Alberto Fujimori (Perú), en el sentido de llegar a la presidencia sobre un discurso de contenido social, pero una vez instalado en el poder aplica políticas de libre comercio.
Cualquiera de estas fórmulas significará contradicciones, lo cual no es extraño entre los políticos venezolanos. La diferencia está en que Caldera es tal vez el que ha incurrido en menos contradicciones, y quizás el que ha tenido mayor consecuencia entre su palabra y su acción. Así, a la corrupción le esperan días difíciles. De acuerdo con un analista, "la gente sabe que Caldera no es un ladrón ni un traficante de la política; que no busca el poder para enriquecerse o enriquecer a los suyos; que no anda tras la presidencia para revolcarse en el estercolero de las bajas pasiones ".
Combatir la corrupción le será fácil. En muy pocos temas hay tanta coincidencia entre los venezolanos. Pero si esa imagen del Caldera honrado llegara a mancharse "por alguna razón", dice el mismo analista, "y gente suya incurriese en lo que los venezolanos repudiamos, la frustración no tendría límite" y podría conducir "a un salto en el vacío".
El respaldo ciudadano de Caldera es mínimo: 30 por ciento de sus votantes, lo que equivale al 18 por ciento del po- tencial (la abstención fue del 41 por ciento). Pero no es la primera vez que sucede. Durante su primer gobierno, Caldera obtuvo un respaldo similar, aunque no tenía un Congreso tan segmentado como ahora, ni las dificultades habían hecho del país "un pueblo sumido en la peor crisis de su historia", ni la infla- ción era del 45 por ciento.
Un pequeño paso en falso de Caldera conducirá a Venezuela por un camino que nadie quiere recorrer. No hay que olvidar que para Estados Unidos en Venezuela están en juego "ciertos elementos", como el fantasma del golpe de Estado. Y un golpe reviviría los regímenes militares en Suramérica. Por otra parte, el caos político podría suspender el flujo de petróleo desde Venezuela, el segundo proveedor petrolero de Estados Unidos.
Caldera evidenció una enorme división entre los venezolanos la noche en que habló como ganador. Convocó, co- mo lo hizo en San Juan de los Morros (Guárico), un "entendimiento nacional", y a renglón seguido llamó "inmaduros" a los candidatos que no aceptaron los resultados electorales difundidos por una estación de televisión. La ofensa no será perdonada por los candidatos de Copei, y de la Causa R. Por ahora, Oswaldo Alvarez Paz, del Copei, rechazó el regaño y dijo que Caldera "está mentalmente estancado 25 años atrás, en la época cuando fué presidente. Será un desastre para el país".
Caldera es un autócrata que impone su voluntad a cualquier precio, y "que no olvida ni errores ni autores". Sus asesores saben que en el momento menos esperado pueden ser desautorizados por una acción inconsulta del Presidente, como le dicen. Y saben que tiene discursos dobles, pe- ro lo favorecen al decir que "las circunstancias lo obligarán a asumir un enfoque muy pragmático".
El país está resentido luego de dos gobiernos cuyos presidentes estan casi en la cárcel, de dos intentos de golpe de Estado, de jornadas de saqueos y muer- te, de administraciones compartidas entre los mandatarios y sus secretarias privadas. También está resentido por la inflación del 45 por ciento, por el dólar a 104 bolivares, por el IVA decretado sin reglamentar, por un empobrecimento generalizado y galopante.
Manejar una situación así no será nada fácil, y menos con la fragilidad del respaldo y la segmentación del Congreso, donde hay cinco grupos con poder suficiente para bloquear las iniciativas del ejecutivo. La Causa R. y Copei quieren saber muy poco de Caldera, y Acción Democrática (AD) buscará acuerdos previos. Al Presidente le quedan, entonces, Convergencia Nacional (su partido) , el Movimiento Al Socialismo (MAS), y el "chiripero", es decir, los sobrantes.
Para enfrentar y superar la crisis económica, Caldera prometió renegociar la deuda externa y liquidar el déficit fiscal de 400.000 millones de bolívares. Sin embargo, pocos de los que eligieron a Caldera saben que la quinta parte del presupuesto de 22.000 millones de dólares se dedica al pago de la deuda externa de 27.000 millones de dólares, y que la mayor parte de esta deuda está en bonos, lo cual quiere decir que se podrá renegociar sólo un 10 por ciento de ella. El nuevo Presidente tiene como argumento para plantear la renegociación la baja en los precios del petróleo, pero no es muy seguro que los poseedores de los bonos se muestren preocupados por este aspecto.
Caldera prometió revisar cualquier inversión extranjera en el campo energético, y aminorar el ritmo de las privatizaciones, y con ello preocupó a algunos sectores. Los demás se preocuparon cuando prometió acabar con el lVA, congelar los precios de la gasolina, y mantener en sus cargos a 1,4 millones de burócratas voraces e increíblemente ineficientes. Dijo que no haría milagros.
Pero como se ven las cosas, tendrá que recurrir a algo parecido para salir del paso, y especialmente para mantener la congruencia necesaria entre sus ideas y sus acciones.
Venezuela no está para muchos errores, y, como dijo un politólogo de una universidad caraqueña,"pero mucho menos para engaños ni decepciones. Caldera prometió una nueva historia y tendrá que cumplirla".

Yo, Claudio
LIBRE DE TODO CARGO, CLAUdio Fermín salió el año pasado de la cárcel donde estuvo acusado de corrupción mientras fue alcalde de Caracas. "Nadie podía creer que el negro fuera corrupto; cualquier cosa menos eso", dijo un viejo militante de Acción Democrática (AD), para él, "el partido del pueblo, el principal de Venezuela". Quizás ese convencimiento general de la inocencia de Fermín contribuyó para que, en elección interna, el partido escogiera, por mayoría histórica, al ex alcalde de Caracas como su candidato presidencial.
Aceptar, en ese momento, era un suicidio. De AD sólo quedaban los pedazos. Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez, los dos últimos presidentes de Venezuela a nombre de Acción Democrática, estaban -y están- a las puertas de la cárcel. Algunos cuadros del partido se habían ido en desbandada. Las bases habían desertado. La dirigencia "estaba matándose a puñaladas por la espalda ". Venezuela identificaba a AD "con todas las desgracias". Y cuando a muchos les daba vergüenza reconocer su militancia, Fermín se llenó de orgullo y se lanzó por el despeñadero.
Durante tres meses "dió pena verlo de pueblo en pueblo detrás de los adecos, que se escondían cuando lo veían". Pero con la fé de que "adeco es adeco hasta que se muere", no desmayó ni siquiera cuando en un consejo directivo nacional los viejos dirigentes, interesados solo en conservar sus privilegios, su poder y su cuota burocrática, "prácticamente le declararon la guerra a la candidatura y sacrificaron a quienes la defendieron". Un alto directivo fue echado del cargo, y candidatos de Fermín en varios estados fueron borrados de las listas y reemplazados con los favoritos de los "cogollos" (las élites reales o supuestas del partido), cuando ya nada se podía hacer. Fermín y un puñado de dirigentes jóvenes "estaban solos contra Venezuela, arrastrando un moribundo que olía a podredumbre", pero empeñados en demostrar que "aún había esperanzas y posibilidades".
Rafael Caldera, al frente de Convergencia Nacional y el MAS: Oswldo Alvarez Paz, con lo que quedaba de Copei, y Andrés Velásquez, desde la Causa R., se trenzaron en una guerra sucia, pero Fermín se mantuvo al margen, y, según la televisión y la prensa, "nunca lanzó una ofensa contra nadie; jamás dijo una palabra fuera de tono". Un periodista que cubrió la campaña de AD dijo que Fermín ni siquiera gritaba en los discursos, y parecía un maestro de bachillerato, no un político en campaña, diciendo muy despacio que "AD es el partido de Venezuela, el que la ha educado, el que le ha brindado seguridad social, el que la ha llevado hacia adelante. Y repetía que es necesario revitalizar el partido, actualizarlo, renovarlo. "Pero nadie parecía escucharlo", ni siquiera en los fortines adecos.
Una semana antes de la elección la encuesta más favorable decía que sólo nueve de cada 10 electores votaría por Fermín. Pero ocurrió el milagro, y Fermín alcanzó la segunda votación. Pudo ganar, con un poco más de ayuda de la dirigencia. Fermín no fue presidente, pero llevó a su partido a ser el primero en el Congreso. Como antes.
Su actitud de caballero se convirtió en su jugada maestra. Desde un canal de televisión reconoció el triunfo de Caldera, y el presidente electo, en su discurso de victoria, se deshizo en elogios para Fermín y lo puso de ejemplo de muchas cosas por las cuales lucha Venezuela.
No lo lanzó como candidato futuro, pero a partir de entonces en Venezuela creen que AD tiene el porvenir asegurado, y que Fermín tiene puesto fijo. Falta que en el interior de AD se den los cambios necesarios y los viejos cogollos se retiren, algo a lo que están dispuestos los nuevos líderes, siempre listos a demostrar que "no todos los adecos son corruptos ni todos los corruptos son adecos ".