Home

Mundo

Artículo

J U S T I C I A    <NOBR>I N T E R N A C I O N A L</NOBR>    <NOBR> </NOBR>

Carnicero al matadero

La llegada de Slobodan Milosevic al tribunal de La Haya marcó una victoria en la lucha de la justicia penal internacional.

6 de agosto de 2001

Con la arrogancia que suele caracterizar a los criminales de guerra el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic compareció el 2 de julio ante el Tribunal Internacional para Yugoslavia en La Haya, que se ha encargado de juzgar a los responsables de estos abusos. “Considero que este juicio es falso y entiendo que es ilegal”, fue su única respuesta a los graves cargos de violaciones a las costumbres de guerra y crímenes contra la humanidad.

En su primera aparición ante el tribunal Milosevic se negó a contratar abogados y permaneció sentado a la entrada del juez. Cuando este último le preguntó si deseaba oír los cargos de los que se le acusaba respondió: “Ese es su problema”. Escuchó entonces los cargos con un gesto de desdén profundo. Cuando tuvo la oportunidad de decir cómo se declaraba descalificó el juicio diciendo que la verdadera razón de éste era “producir un falsa justificación de los crímenes de guerra cometidos por la Otan en Yugoslavia”. Los jueces interpretaron esta acusación como una declaración de inocencia. Como es sabido, la Otan tuvo que intervenir para evitar los abusos que el ejército serbio cometía contra la población civil escudándose en la lucha contra la guerrilla albanesa durante la guerra de Kosovo de 1999.

Al ‘Carnicero de los Balcanes’, como se conoce a Milosevic, se le acusa de planificar y ayudar a llevar a cabo esa sangrienta campaña de terror contra la minoría étnica albanesa de Kosovo y Yugoslavia en 1999 que trajo como consecuencia la deportación de unos 300.000 albaneses y la muerte de miles más. También es posible que se le acuse de crímenes cometidos en las anteriores guerras de Croacia y Bosnia entre 1990 y 1995. Sin embargo la fiscal Carla del Ponte, que tiene fama de implacable, se mostró pesimista de que se logre acusar a Milosevic de genocidio.

En su declaración de apertura Del Ponte aplaudió la decisión de Serbia de extraditar a Milosevic. En un comienzo el gobierno se había negado y Milosevic estaba detenido en su país acusado de malversación de fondos y abuso de poder, cargos mucho más suaves que los que hoy se le imputan y que buscaban contentar a la comunidad internacional sin comprometer la transición democrática en Belgrado. Esto porque, para muchos sectores de la sociedad serbia, la extradición de Milosevic era vista como una muestra de debilidad del desmembrado país ante una ilegítima injerencia extranjera.

Pero la presión internacional no cesó y dio frutos el 28 de junio con la extradición de Milosevic a Holanda. En esa fecha el presidente de Human Rights Watch, Richard Dicker, declaró: “Este es un gran día para las víctimas de la guerra en la antigua Yugoslavia. El arresto de Milosevic crea un ‘momentum’ positivo para el arresto y la rendición de otros acusados”. Para esta y otras organizaciones es claro que el juicio a Milosevic demuestra que ningún criminal de guerra, aunque sea un importante líder, está exento de comparecer ante un tribunal internacional. Hace unos años esta posibilidad era impensable.

Pero a pesar del clima de optimismo con respecto a la consolidación de una verdadera justicia internacional que el juicio de Milosevic trajo, el camino por recorrer aún es largo. Al mismo tiempo que Milosevic se presentaba a juicio el gobierno de Argentina se negó a extraditar a Italia al ex marino Alfredo Astiz, un conocido torturador del gobierno militar de 1976-1983 conocido como ‘el ángel de la muerte’.