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CINCUENTA AÑOS...

...de progreso económico y opresión política marcan la historia independiente de Indonesia.

18 de septiembre de 1995

EL 16 DE AGOSTO DE 1945, una estación clandestina de radio difundió, desde la impenetrable jungla de la isla de Java, la proclama del líder Sukarno por la independencia de Indonesia. Acababan de ser derrotados los japoneses, quienes habían ocupado ese país insular durante la Segunda Guerra Mundial, y los indonesios sentían que era el momento para cortar los lazos con Holanda, el país al que habían pertenecido como colonia hasta la invasión nipona.
Pero los holandeses tenían otros planes. Esa condujo a una sangrienta guerra de guerrillas que sólo terminaría cuatro años más tarde, cuando por mediación de Estados Unidos y otras naciones occidentales, Holanda aceptó a regañadientes retirar sus tropas. Así comenzó la historia de la joven república, con una deuda de 1.000 millones de dólares que parecía absolutamente insuperable.
Como telón de fondo, a pesar del enorme crecimiento económico, la corta historia de Indonesia está llena de episodios sangrientos y, sobre todo, de la casi absoluta falta de libertades políticas.
En 1965, el gobierno de Sukarno, que paradójicamente tenía fuertes vínculos con China, fue objeto de una intentona de golpe que dio lugar a una reacción del ejército que causó la muerte a más de 150.000 comunistas. Desde ese entonces comenzó el gobierno vigente hoy de Suharto, apoyado por los militares y apuntalado por el encarcelamiento de miles de prisioneros acusados de pertenecer al Partido Comunista.
La semana pasada, Suharto hizo coincidir la celebración de la efemérides con la liberación de tres de esos prisioneros, el ex ministro de Relaciones Exteriores Subandrio, de 81 años; el ex comandante de la Fuerza Aérea, Omar Dhani, y Raden Sutarto, ex jefe de inteligencia. Trataba así, como en años anteriores, de aplacar las voces de los organismos internacionales que claman por mayores libertades en ese país insular de 190 millones de habitantes.
Y es que en Indonesia se marca con claridad la falsa disyuntiva entre progreso y libertades. El crecimiento económico ha sido desde 1967 del 6 por ciento en promedio, en el curso de una generación el ingreso per cápita pasó de 80 a más de 800 dólares, y la incidencia de pobreza pasó de 60 por ciento en los años 70 al 15 por ciento en la actualidad.
Pero Suharto ha sido el presidente desde 1965, y gran parte de esa tranquilidad, base del crecimiento, ha sido conseguida mediante la represión de cualquier disidencia. Los partidos políticos están sometidos al Estado, no se pueden reunir más de cinco personas sin permiso oficial, y la presencia de los militares se siente amenazadoramente en todas partes. Esta influencia castrense de dejó sentir con más fuerza en 1975, cuando Indonesia invadió a la vecina Timor Oriental, la recién independizada de Portugal, y la anexó con un saldo de más de 250.000 muertos, casi la mitad del total de habitantes.
Por eso, con ocasión del cincuentenario, organizaciones de derechos humanos como Asia Watch, claman por la apertura política en ese país. Porque, para ella, el progreso no puede basarse en la cultura del miedo. -