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CLAVES PARA LA VICTORIA

¿Cuál es la ventaja de que los ejércitos no se inmiscuyan en política? Un general británico, a la luz de lo sucedido en Malvinas, lo explica.

25 de octubre de 1982

El general de Brigada David Ramsbotham, jefe de relaciones públicas del ejército británico, estima que la política destruye el profesionalismo del ejército. "Cuanto más observo, más llego a la conclusión que los ejércitos que se meten en política no son eficientes a la larga" Estas tajantes afirmaciones están dirigidas, naturalmente, al ejército argentino, pero también a otros.
Los uniformados ingleses están convencidos que la única manera de presentar una fuerza combativa en forma es dedicándose exclusivamente a sus tareas. Claro que el mérito de esta doctrina no proviene de las fuerzas armadas británicas sino de los civiles.
Oliver Cromwell fue el último general que impuso su voluntad sobre las autoridades constitucionales y el único que ha ordenado decapitar a un monarca, Carlos I. Desde entonces, 1649, el ejército es mantenido bajo severa vigilancia por el parlamento. Cada año los diputados discuten el presupuesto de las fuerzas armadas. Y como en tantos otros campos en Inglaterra, el peso de la tradición ha gravitado más que las leyes. La fuerza de la costumbre impuso un contingente militar pequeño que se amplió, según las necesidades, en caso de conflicto. En tiempos más recientes se adoptó una medida innovadora: se suprimió el servicio militar obligatorio. Hoy los oficiales británicos no se cansan de loar el carácter voluntario de su ejército. Ellos creen que el tener la mente despejada de las preocupaciones políticas es una condición fundamental para alcanzar las cumbres del profesionalismo.
En lo que a la voluntad de combate se refiere, no hay nada como la oficialidad joven. El caso del comandante tanquista israelí que se negó a continuar participando en la masacre de Beirut es citado con admiración: "Vea usted, él llegó a comandante de una brigada con solo 32 años".
El mismo criterio se aplica a la oficialidad argentina, no tanto por su vejez, sino que por sus ambiciones políticas. Ramsbotham, quien estuvo en las Malvinas luego de la guerra, entrevistó a muchos de los oficiales argentinos y su reflexión es la siguiente: "Yo sospecho que entre los oficiales argentinos la posibilidad de mejorar su posición gracias a la política se entremezcló con el profesionalismo y me temo que en muchos casos, ganó la política".
Los ejércitos del bloque soviético son considerados como un término medio entre el modelo de virtud inglés y los ejemplos citados. Ellos tienen comisarios políticos. Pero en dicho caso los oficiales reciben adoctrinamiento, no ambiciones políticas. El comandante de un batallón no está haciendo carrera para el soviet supremo. Aunque el ejército soviético es un factor muy importante en la vida política del país.
La teoría es una cosa. En la práctica el ejército inglés también se las ha arreglado para imponer sus puntos de vista ante ciertas situaciones. El teniente coronel Peter Chamberlain, comandante del prestigioso regimiento de los Casacas Verdes, cita el caso de Rhodesia. Refiriéndose al hoy Zimbawe, explica: "Yo no sé hasta qué punto la amenaza de que los oficiales a soldados dijeran no, no estamos dispuetos a combatir contra los blancos de Rhodesia, influyó en las decisiones del gobierno. Yo sospecho que sí. Se podría decir que ello gravitó en la decisión final del gabinete"
En el Tercer Mundo, las palmas inglesas se las lleva el ejército hindú. No podía ser de otra forma. India era la joya del imperio británico. Las fuerzas armadas hindúes, como las de la metrópoli, no juegan ningún papel en la política nacional, según Ramsbotham. Para probar su punto de vista sobre el efecto nocivo de la política en los ejércitos, recuerda una visita que realizó a India en 1973. Allí le explicaron que en la guerra con Pakistán, en 1971, la diferencia no radicó en la calidad de los soldados. Ellos eran más o menos idénticos en ambos ejércitos. La diferencia estuvo en los oficiales. Fue el profesionalismo de la oficialidad hindú lo que prevaleció en el campo de batalla.
El otro problema mayor que, de acuerdo a Ramsbotham, enfrentan buena parte de las fuerzas armadas es su carácter obligatorio. El general recuerda con amargura los días de la conscripción. "Yo recuerdo que cuando teníamos el servicio nacional (como denominaban al servicio militar obligatorio), siempre estábamos formando gente nueva. Apenas llegaban a un cierto nível, se iban y, a comenzar de nuevo, desde cero. En cambio, con un ejército voluntario, la progresión es constante"
Una ventaja del ejército voluntario, que el general no mencionó pero que la primera ministra Margaret Thatcher tuvo muy presente durante la guerra, fue la ausencia de presiones populares por la vida de los jóvenes conscriptos, un factor que jugó un papel decisivo en la derrota de los norteamericanos en Vietnam, un fantasma que todavía vaga por el Pentágono. La sola posibilidad de una intervención del ejército norteamericano en el extranjero, y la reanudación del servicio militar obligatorio provocan las más violentas y masivas manifestaciones de protesta.
La Thatcher y sus generales tenían sus espaldas bien cubiertas sobre el particular. La muerte de un soldado profesional no pasa de ser mas allá que un gaje del oficio.
Los oficiales ingleses estiman que no hay hada mejor que una institución cerrada. El ejército británico ha dejado de ser un pasadizo por el que circulaban generaciones de ciudadanos, gente que no estaba imbuida de la tradición de los regimientos. Hoy el ejército es un club privado y exclusivo.
Qué más podía pedir su aristocrática oficialidad. Según un estudio, 77% de los oficiales británicos proviene de un segmento de la población que representa al 12% más pudiente de la sociedad, en terminos socioeconómicos.
Sin embargo, la descendencia no es suficiente para proveer todos los mandos requeridos. El reclutamiento es realizado con un criterio de suma efectividad. En el caso de los Casacas Verdes, los hombres son buscados a la medida. Un oficial de reclutamiento sale cada año a una gira por 30 de los principales colegios nacionales (la mayoría privados), para escoger a 400 jóvenes candidatos. De entre ellos saldrán 12 oficiales.
"Sin embargo el ejército está siempre 100 años atrás del resto de la sociedad" afirma el teniente coronel Peter Chamberlain. Es difícil no estar de acuerdo con su afirmación. Claro que como un buen pragmático inglés, agregó: "pero nuestro ejército funciona"