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CLINTON CONTRAATACA

En el discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos se lanza a reconquistar su electorado.

27 de febrero de 1995

CUANDO ESTABA EN PLENA CAMPAÑA electoral, los adversarios de Bill Clinton solían recordar con sorna su viejo sobrenombre de 'Slick Willie', o 'Willie el resbaloso', y sus amigos mencionaban otro, 'The Comeback Kid', algo así como 'el chico que regresa'. Después de entregar, como deben hacerlo cada año los presidentes, su informe al Congreso sobre el 'Estado de la Unión', Clinton pareció confirmar que ambos remoquetes le vienen como anillo al dedo. El primero, porque se acomodó a las exigencias de la nueva mayoría republicana en el Congreso, y el segundo, porque la ovación que se escuchó en el salón hizo pensar que al hacer semejante movida estratégica, podría ganarse el favor de ese organismo hostil.
Hace sólo un año, Clinton se enfrentó al mismo foro con una enumeración eufórica de los logros de su primer año de gobierno y una defensa desafiante de su propuesta para la reforma del sistema nacional de salud. Ese era un Congreso dominado por su partido demócrata, y Clinton se podía dar el lujo de prometer vetar cualquier decisión que no incluyera la garantía de cubrimiento universal de salud. En 1993, Clinton presentó con igual teatralidad su plan económico, en frente de entusiastas legisladores demócratas que habían esperado 12 años para que un miembro de su partido les endulzara el oído desde la presidencia. Pero la semana pasada Clinton estrenó una humildad aprendida en la derrota electoral que barrió al partido demócrata y puso al republicano en el control de las dos cámaras del Congreso. "El añopasado -dijo- mordimos más de lo que podíamos masticar. Este año trabajemos juntos, paso a paso, y lograremos hacer cosas".
Clinton comprendió que la derrota de noviembre se debió en gran parte a que había perdido el contacto con la clase media la cual, tras votar por él, se sintió de algún modo pasada a segundo plano ante las agresivas políticas sociales de Clinton, dirigidas a estratos menos favorecidos de la sociedad. Para recuperar ese contacto, había que borrar toda traza de ideas demasiado socializantes y pasarse al bando de la centro-derecha.
Por eso el mensaje, de 90 minutos de duración, pareció cortado para complacer a sus críticos. Para empezar, reconoció 'errores' de su gestión e instó al Congreso a recortar impuestos para favorecer el gasto de las familias en educación, compra de vivienda, recapacitación laboral y en una adecuada cobertura de salud, a tiempo que hizo una 'declaración de derechos' de la clase media.
Atendiendo los clamores de sectores de derecha, sobre todo del estado de California, el presidente anunció que la inmigración ilegal sería también enfrentada con un registro nacional y el incremento del personal destinado a detectar la presencia de indocumentados en los sitios de trabajo.
En la misma línea de complacer a los republicanos, Clinton pidió al Congreso un aumento de 25.000 millones de dólares de los gastos de defensa, sobre el total de 1,3 billones (millones de millones) acordado para los próximos cinco años.
Clinton, que habló con el vicepresidente Al Gore y su adversario el presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich a su lado, se mostró conciliador en las áreas de mayor dificultad: la reducción del déficit fiscal, la reforma de la administración, de la seguridad social, del sistema de salud y el recorte de impuestos. Incluso se distanció del gran 'coco' de los republicanos, el llamado 'Nuevo Trato' ('New Deal') de Franklin Delano Roosevelt, un programa de fuerte contenido social que convirtió a los demócratas en los años 30: "Enfrentamos un tiempo muy diferente, con condiciones muy distintas ", dijo .
Todo ello fue recibido con aclamaciones por los legisladores republicanos, y llevó a pensar que 'Slick Willie' y 'The Comeback Kid' está dispuesto a todo para salvar su presidencia y las posibilidades de su reelección. Así le tenga que vender el alma al diablo, y ese diablo se llame Newt Gingrich.