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COCAGATE A LA SIRIA

Oliver North le compró 158 toneladas de armas a un narcotraficante del Medio Oriente.

25 de mayo de 1987

Al Cocagate acaba de salirle otra pata. Si las evidencias de conexiones entre la red de apoyo a los "contras" que manejaba el coronel Oliver North desde los sótanos de la Casa Blanca y los narcotraficantes colombianos no resultaran suficientes para probar la asociación "contras" CIA-narcos, las recientes revelaciones de la prensa norteamericana sobre los vínculos de North con el más reconocido terrorista y traficante de drogas sirio, despejan aún más las dudas al respecto.
Según el Miami Herald, que acaba de ganar el Premio Pulitzer precisamente por sus investigaciones sobre el Contra-lrangate, la red de North compró 158 toneladas de armas para los rebeldes antisandinistas nada menos que a Manzer al-Kassar, el principal abastecedor de armas de Abul Abbas, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y cerebro del secuestro del Achille Lauro en 1985. Al-Kassar no solo figura dentro de los archivos criminales de Estados Unidos como uno de los más temibles terroristas sino que además ha sido arrestado varias veces en Europa por tráfico de drogas.
La compra de armas a Al-Kassar fue confirmada por miembros de las comisiones que adelantan en el Congreso norteamericano las investigaciones sobre el Contra-Irangate y sus relaciones con el narcotráfico. Aunque no se ha podido establecer qué tanto sabían los hombres de North acerca del historial de Al-Kassar cuando se realizaron las transacciones a mediados del año pasado un antiguo oficial de la CIA involucrado en otras negociaciones de armas efectuadas por la inteligencia norteamericana declaró que cuando mencionó por primera vez el nombre del sirio en otro caso de compras de armas, la alarma fue tal que "decidimos cancelar la operación al darnos cuenta de que podíamos estar cogiendo la serpiente por la cola". Además en varias investigaciones sobre terrorismo publicadas en Estados Unidos se reconocía a Al-Kassar y su familia que incluye varios hermanos como los mayores traficantes de armas y drogas de Siria, hecho que lleva a pensar que resultaba imposible para North y sus hombres desconocer con qué clase de persona estaban tratando.
Los mecanismos utilizados para la transacción vinculan a otro de los altos funcionarios norteamericanos estrechamente involucrados en el escándalo Irán-Contras: el ex general Richard Secord, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Las armas, que incluían grandes cantidades de rifles de asalto AK-47, minas, granadas de mano y municiones, fueron adquiridas a Al-Kassar a través de una compañía panameña, la Energy Resources Corporation, de la cual es propietaria la Stanford Technology Corporation, una firma de California controlada por Albert Hakim, el principal socio de Secord. Para transportarlas se utilizó un buque también panameño, el Erria, que Hakim había adquirido en abril. Según diversas fuentes Hakim era el cerebro financiero de las negociaciones de armas, mientras Secord se encargaba de la logística.
En cuanto a Al-Kassar, al parecer fue ante todo un intermediario entre la agencia polaca Cenzin controlada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, de donde provinieron las armas, y los hombres de North. El cargamento fue embarcado en el puerto polaco de Szczecin el 10 de julio de 1986, llevado a Portugal, de ahí a Francia y luego aparentemente a Puerto Barrios en Guatemala, a donde debería llegar el 20 de septiembre. Sin embargo el itinerario inicial se cambió y finalmente las armas llegaron a Carolina del Norte donde fueron desembarcadas en un depósito del Ejército de Estados Unidos. De allí se distribuían a los "contras" a través de las distintas rutas que la red de North había establecido para ello, incluidos los aviones de la Southern Air que eran utilizados por narcotraficantes colombianos como Jorge Luis Ochoa y Pablo Escobar (ver SEMANA N° 258).
Con el caso de Al-Kassar, una vez más se establecen vínculos entre quienes manejaron desde la Casa Blanca el envío de armas a Irán y la ayuda a los "contras" y reconocidos narcotraficantes, cuya procedencia siria no los invalida como una evidencia más de que detrás del Irangate y del Contragate se gestó también un Cocagate cuyas verdaderas dimensiones aun se desconocen, pero cuya trascendencia podría superar la de los dos primeros y convertirlo en el mayor escándalo de la administración Reagan.