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Collor-ín colorado

Por primera vez en los 103 años de vida republicana del Brasil, un presidente cae por las vías constucionales.

2 de noviembre de 1992


LOS BRASILENOS SE SIENTEN TRAICIONAdos. Después de 30 años de crisis política casi permanente, suicidios presidenciales, golpes militares y muerte súbita de primeros mandatarios, llegó al poder el hombre que lo tenía todo para gobernar el "país más grande del mundo". En las primeras elecciones libres en muchos años, 35 millones de electores dieron su voto a favor de Fernando Collor de Mello, un hombre de quien todos decían que pasaría a la historia como el Presidente del nuevo Brasil.
En un país tradicionalmente imperial, donde la cultura democrática es prácticamente inexistente, Collor de Mello era el hombre para asumir el primer mandato directo. Su arrogancia y su egocentrismo satisfacian los impetus imperialistas, y su discurso joven, moralizador y modernizador correspondía a las necesidades de desmontar un esquema intervencionista e impulsar una apertura económica inaplazable. A los rasgos de su personalidad y al momento de euforia democrática que vivia el Brasil en sus primeras elecciones libres, se unió el respaldo de O Globo, conglomerado de comunicaciones más grande del país.
Pero Collor abusó de su buena estrella, de su popularidad y de su independencia política. Desde los primeros meses de su gobierno salieron a la luz las "mordidas" que sus ministros cobraban por adjudicar licitaciones, las comisiones ilegales que debían pagar los contratistas del Estado y las malversaciones de fondos que la primera dama Rosane Collor hacía con los dineros destinados a programas sociales y a ayudas humanitarias. Poco a poco se fue destapando la olla podrida del gobierno paralelo que Paulo César (PC) Farías, amigo personal y ex tesorero de campaña de Collor de Mello, montó para obtener fondos ilegales para su beneficio y el del Presidente.
Si bien es cierto que la figura del presidente en todas las democracias suele estar acompañada por uno o varios amigos cercanos que lo respaldan incondicionalmente, el caso brasileño se salió de toda proporción. Aunque amistades como las de Carlos Andrés Pérez y los Cisneros en Venezuela o Felipe González y Sararsola en España no impliquen inmoralidad per se, todo parece indicar que la relación que unía a Collor y a Farías pasó de castaño a oscuro. De ser un pequeño empresario con unos ahorros moderados, PC Farías terminó convirtiéndose en un verdadero magnate por cuenta de su amistad con Collor. Abusando de un poder que no tenía sino por su cercanía con el Presidente y por medio de una infraestructura de cuentas y compañías fantasma, Farías se dedicó a recaudar fondos de dudosa procedencia y a favorecer a los amigos del gobierno que contribuían a engrosar sus cuentas. Además se benefició de multimillonarios pagos por "servicios de consultoría" que no eran otra cosa que comisiones por servir de enlace entre el gobierno y las empresas privadas, y surtía de favores y de regalos a miembros del gobierno para manejar exitosamente sus negocios y los del presidente Collor de Mello.
Aparentemente, en poco tiempo, la administración Collor se convirtió en una empresa que desangraba las arcas del Estado y de los contribuyentes brasileños, y Farías era quien se encargaba de que los saqueos hechos a título personal y en nombre del Presidente no dejaran rastro. Pedro Collor el hermano menor del Presidente, quien desatara el escándalo con las acusaciones ante la prensa brasilera ni la Comisión Investigadora designada por el Pablamento han logrado aportar pruebas, contundentes. Y aunque más de 100 horas de testimonios y numerosos documentos no han arrojado suficientes luces como para señalar al Presidente como culpable de corrupción y tráfico de influencias, han bastado para que se desate uno de los mayores movimientos de opinión y escándalos políticos que Brasil haya visto en los últimos años. Como consecuencia, parece ser que no corresponde ya al Senado demostrar la culpabilidad del primer mandatario, sino que es Collor quien deberá comprobar su inocencia ante el legislativo y ante los millones de brasileños que han salido a las calles a pedir la renuncia de su Presidente.
Hoy por hoy, después de 930 días de mandato, Collor de Mello ha sido calificado por la prensa brasileña de "enfermo terminal". De la misma manera en que los brasileños celebraron su llegada al poder, festejan hoy lo que, a todas luces, parece ser el comienzo del fin del gobierno de la renovación. Tras varios meses de escándalos, miles de manifestantes salieron a las calles a celebrar, como si se tratara de una victoria del Brasil en el campo de fútbol, el impeachment de la Cámara de diputados al Presidente y el comienzo de su juicio de responsabilidades.
Pero lo que podría parecer un fracaso del proceso democrático brasileño no es más que una consolidación de un espiritu hasta hace poco inexistente en ese país. La caida del Presidente brasileño por las vías diseñadas legalmente sólo ha demostrado el apego de los poderes a la Constitución y de los brasileños a su democracia, pues ni unos ni otros transformaron la crisis política en una crisis institucional, y el pais, lejos de seguir siendo un modelo de corrupción, ha salido fortalecido del escándalo. Sin embargo los sucesos de la última semana comenzaron a dar vuelo a la necesidad de una reforma de un sistema excesivamente presidencialista, en el cual la división de poderes ha demostrado en varias ocasiones ser demasiado rigida. Han comenzado a hacer carrera las tesis de algunos expertos en el sentido de convertirlo en un régimen parlamentario, en donde la figura del primer mandatario calme los ánimos imperiales, donde el presidente cumpla con funciones de segundo orden y quien caiga en las crisis políticas sea el Primer Ministro que gobierne efectivamente.
Independientemente de la orientación política que se le dé al regimen a raíz del "Collorgate", lo cierto es que Itamar Franco, quien asumió la presidencia por lo menos durante los 180 días que durará el juicio a Collor de Mello, deberá hacer frente a una recesión económica que los 30 meses de políticas de choque del presidente Collor no lograron superar, y a un Parlamento fragmentado en el cual difícilmente logrará coaliciones entre los 19 partidos.
Pero en el caso del Brasil, cualquier pronóstico es pura especulación. Aunque para muchos observadores los episodios de la semana pasada marcaron el fin de la era Collor, hay quienes no descartan la posibilidad de que lo sucedido no sea sino un impasse del Nuevo Brasil. -

EL COLLORGATE PASO A PASO
OCTUBRE - 1990: El titular de la empresa estatal de petróleo Petrobras, Luis Octavio Motta, renuncia a su cargo y acusa a Paulo César (PC) Farías, ex tesorero de la campaña del Presidente de ejercer presiones para obtener un préstamo a bajos intereses.
SEPTIEMBRE - 1991: La primera dama renuncia a la presidencia de la "Liga Brasileña de Asistencia", tras ser acusada de malversación de fondos.
NOVIEMBRE - 1991: El ministro de Salud, Alceni Guerra, es acusado de sobrefacturar las compras.
MARZO - 1992: Se intercepta una conversación telefónica en la cual el ministro de Trabajo Antonio Roghério Magri, afirma haber recibido ilícitamente 30.000 dólares de comisión.
MAYO 24 - 1992: Pedro Collor, hermano del Presidente, acusa públicamente al primer mandatario de utilizar a Paulo César (PC) Farias, como testaferro de sus negocios personales y como cabeza de un tráfico de influencias destinado a enriquecerlos.
MAYO 30: El Parlamento designa una Comisión Investigadora.
JULIO lo.: Un conductor del Palacio de Palacio declara que la secretaria del Presidente paga las cuentas personales de Collor con cheques de las compañías de Farías. El Banco Central corrobora las acusaciones.
JULIO 20: Se descubren las millonarias sumas que Collor invirtió en la remodelación del jardín de su casa privada. El propietario de la filma encargada de las obras afirma haber recibido más de dos millones y medio de dólares en cheques vinculados a Farías.
JULIO 27: El testimonio del ex secretario privado de Collor, Claudio Vieira, pone al descubierto la "coartada uruguaya", gracias a la cual el Presidente habría blanqueado cuantiosas sumas de dudosa procedencia.
AGOSTO 3: El ministro de Educación José Goldemberg, afirma estar hastiado con la corrupción y presenta su renuncia.
AGOSTO 16: Collor convoca a los brasileños a salir a las calles en señal de solidaridad con su gobierno. Miles de manifestantes salen a las calles, pero en señal de protesta.
AGOSTO 26: Se da a conocer el informe de la Comisión Investigadora, que presenta evidencia suficiente para acusar a Collor de corrupción pasiva y omisión.
SEPTIEMBRE 1o: Asociaciones profesionales piden formalmente que el Congreso comience un proceso de "impeachment" al Presidente.
SEPTIEMBRE 22: El abogado de Collor niega ante laq Comisión los cargos que se le imputan y pide que el proceso se detenga. Se niega su petición de postergar la votación el la Cámara para después de las elecciones municipales.
SEPTIEMBRE 23: El Supremo Tribunal ratifica el poder del Congreso para enjuiciar al Presidente.
SEPTIEMBRE 25: El tesoro federal anuncia que impondrá una multa de más de 100 millones de dólares a PC Farias por evasión de impuestos.
SEPTIEMBRE 28: El fiscal General anuncia que, independientemente de los resultados del impechment, seguirá un proceso contra el Presidente, quien se habría beneficiado de recursos obtenidos graciass a una red de tráfico de influencias encabezada por PC Faria.
SEPTIEMBRE 29: Por una mayoría de 441 votos a favor, 38 en contra y 23 ausencias, la Cámara de Diputados aprueba el impeachment. El Presidente es suspendido de sus funciones por 180 días, mientras dura el juicio que adelanta el Senado. -