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CON ESOS AMIGOS...

EL ESCANDALO WHITEWATER, PROTAGONIZADO POR ALLEGADOS A CLINTON, SIGUE PENSANDO SOBRE SUS POSIBILIDAD DE REELECCION.

1 de julio de 1996

Según dicen quienes le conocen, Bill Clinton, el presidente de Estados Unidos, es muy buen amigo de sus amigos. Pero esa característica, que en el común de los mortales es una cualidad, para los políticos puede entrañar enormes peligros, sobre todo cuando las amistades tienen cierta propensión a andar por los linderos del código penal. De ello pueden dar fe tanto Clinton como su esposa Hillary, quienes por cuenta de unos viejos vínculos de su natal Arkansas han visto su nombre asociado con una condena judicial justo cuando el presidente busca su reelección al final de este año. Se trata del famoso escándalo 'Whitewater', que revivió la semana pasada cuando un jurado encontró culpables a James McDougal, su ex esposa Susan y al gobernador de Arkansas, Jim Guy Tucker, de fraude y otros delitos relacionados con una cadena de préstamos fraudulentos relacionados con una institución de crédito llamada Madison Guaranty Savings & Loan (de propiedad del primero), que causaron que la firma quebrara en 1989 y recibiera un respaldo de fondos oficiales por 60 millones de dólares. Tucker resultó involucrado en uno de los asuntos, y su condena no sólo le costó el puesto, sino significó la pérdida de Arkansas para el partido demócrata. Se trata de un asunto que abarca una compleja red de préstamos indebidos y una serie de negocios de finca raíz en los cuales el común denominador eran los precios inflados y el uso de testaferros. El tema no hubiera pasado nunca de las páginas de los diarios locales si no fuera porque en 1978 Clinton y su esposa invirtieron dinero en un fallido proyecto inmobiliario que McDougal organizó y Llamó Whitewater, consistente en 44 parcelas de tierra con una extensión de 93 hectáreas, situadas en las riberas del río White, en Arkansas. La participación de los Clinton fue, según afirman, pasiva, y al final perdieron su dinero. McDougal, viejo aliado y mentor del joven prodigio político de Arkansas, involucró a Clinton en el proceso en su contra al lograr que le citaran como testigo de la defensa para que su testimonio contrarrestara el de David Hale, un estafador confeso que, bajo un acuerdo de colaboración para rebajar su sentencia, afirmó que él y los acusados habían conspirado para hacer la espiral de préstamos con la participación de su propia sociedad financiera, Capital Management Services. Hale sostuvo también que Clinton influyó, como gobernador del estado, para que su empresa prestara 300.000 dólares a Madison Guaranty en 1986, y que de ese dinero 50.000 dólares terminaron pagando gastos del proyecto Whitewater. Clinton, como buen amigo de sus amigos, no pudo negarse a dar ese testimonio, y lo que es peor, sus palabras en favor de los acusados _transmitidas por medio de un video pregrabado_ no conmovieron al jurado, que no varió su decisión de condenarlos. Si bien el presidente no estaba entre los acusados ni se probó nada contra él, el asunto le significó un daño indirecto porque, aunque los miembros del jurado indicaron después que la condena no quería decir que le hubieran creído más a un acusado confeso, lo cierto es que el nombre de Clinton quedó asociado ante el público con palabras como 'culpable', 'condena', 'estafa', y con 'un aura general de corrupción'. El episodio representó un triunfo para el investigador especial Kenneth Starr, quien había sido acusado de poner poco interés en su labor. Ese es un mal presagio para Clinton, porque el 17 de junio comienza otro capítulo del drama: en esa fecha los dueños de un pequeño banco de Arkansas, Herby Branscum Jr. y Robert M. Hill, serán sometidos a juicio por esconder sus contribuciones a varios políticos, entre los cuales estaría Clinton. En ese proceso se afirma que éste recibió dineros de los acusados a cambio de la promesa de nombrar a uno de ellos en un puesto estatal, lo que efectivamente ocurrió. Se trata de un caso mucho más complicado para el presidente, pero esa es otra historia.