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El surcoreano Ban Ki-Moon tiene fama de ser un gran mediador y administrador. Ha trabajado en las embajadas de su país ante la ONU, Estados Unidos, India y Austria y lideró desde la cancilleria los diálogos con Corea del Norte

Naciones Unidas

Con un pie adentro

Ban Ki-Moon, un gris diplomático surcoreano, será el reemplazo de Kofi Annan en la secretaría general del máximo organismo multilateral del planeta.

7 de octubre de 2006

Por primera vez en el laberíntico proceso para escoger al Secretario General de la ONU los candidatos al puesto hicieron campaña abiertamente. Y la de Ban Ki-Moon, el ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur que se perfila como el ganador, se concentró en hablar suave, no pisar ninguna ampolla, no herir a nadie ni ofender ninguna sensibilidad. No en vano se califica a sí mismo como un "armonizador" y su estrategia rindió frutos, pues obtuvo el apoyo tanto de Estados Unidos como de China. El lunes se espera que el Consejo de Seguridad, compuesto por 10 miembros rotatorios y cinco permanentes con poder de veto (los dos mencionados más Rusia, Francia y Gran Bretaña), oficialice su postulación, que debe ser refrendada por la Asamblea General. Ban lideró sin ningún veto las cuatro votaciones informales que se han hecho y se da por descontado que será el reemplazo de Kofi Annan cuando el ghanés entregue su cargo, después de cumplir dos períodos de cinco años, el próximo 31 de diciembre.

Según confiesa, Ban soñó por primera vez en ser un diplomático cuando tenía 18 años, en 1962, tras visitar en Washington al presidente John F. Kennedy. Después de estudiar en Harvard trabajó en las misiones de su país ante la ONU, Estados Unidos, India y Austria (como embajador). Participó en la presidencia coreana de la Asamblea General número 56 y fue asesor del presidente Roh Moo Hyun antes de aceptar la cancillería en 2004, desde donde lideró el diálogo multilateral con Corea del Norte por su programa nuclear.

Tiene fama de ser un gran mediador y aun mejor administrador, algo que se ajusta al perfil que buscaba Estados Unidos, cuyo embajador en la ONU, Michael Bolton, ha enfatizado la descripción oficial del puesto: "Jefe administrativo de la organización". Como explicaba The Economist, Washington quiere más un 'secretario' que un 'general'.Sus críticos dudan de su capacidad de liderazgo. Aseguran que es un personaje gris con un perfil muy bajo para el cargo. Un "yes man" incapaz de plantar cara a Estados Unidos. "Algunas personas hablan duro y tienen una actitud más extravagante. Pero yo tengo mi propio carisma", se defiende.

Los retos que le esperan son inmensos, pues el Secretario General debe ser la voz del mundo y satisfacer a 192 países con visiones distintas (y muchas veces enfrentadas). Ban recibirá una organización en crisis, sedienta de reforma, debilitada por el escándalo de corrupción del programa de Petróleo por Alimentos y su incapacidad para evitar la guerra de Irak. La crisis humanitaria en Sudán, las aspiraciones nucleares de Irán y la altanería atómica de Corea del Norte serán algunos de los temas más apremiantes. También la reforma del Consejo de Seguridad, el verdadero poder de la ONU, cuya estructura no responde a la realidad actual.

En la elección del Secretario General priman las consideraciones políticas. Y en ese sentido es también un triunfo para Corea del Sur, que es, en muchos sentidos, la mejor historia que tiene la ONU para exhibir. El país fue creado con el apoyo de la organización en 1948, la ONU respaldó las tropas internacionales que lo defendieron tras la invasión del norte y le brindó una serie de ayudas para que llegara a ser una de las principales economías del planeta. Ban lo sabe y se encargó de recalcarlo durante la campaña. "Nosotros los coreanos hemos surgido desde las cenizas de la guerra, aseguró. Lo hemos hecho a través de trabajo duro, compromiso, dedicación y la ayuda de amigos, particularmente la ONU. Ahora estamos listos para devolver lo que hemos recibido".